historia de vida
Caraballo, ahí nomás de la entrada del balneario, a 2mil metros. La Nacional N° 65. Íbamos a pie, a veces, por ahí a caballo. Mil metros, hacerlos a pata, a la mañana o a la tarde, se lo hacía. Fui hasta 6to grado, la completé". Muchos recuerdos, la primer maestra Doña Elvira, el miedo de la primera vez, hasta hacerse de amigos. Los recreos, los juegos, el fútbol, la banderita, correr carreras. La infancia a pleno. En esa época, en la colonia había mucha gente, distribuidos en pedacitos de tierra. Había boliche, almacén, un pequeño mundo que cobijaba los sueños de progreso de varias familias. Y había aventuras, como las que se encontraban camino a la escuela. "El problema mío era en una tapera que estaba a mitad de camino. A veces paraban ahí los linyeras. Y a mí me agarraba el “cuiqui”…O sea que esa parte la hacia al trote…"No se si al trote pero mirando para todos lados"…comenta risueño Sergio. Al finalizar la escuela no había alternativas. Fue el trabajo o el trabajo, en el ámbito familiar. Así pasó su adolescencia, con poco lugar para el entretenimiento, mucho trabajo esforzado y poca moneda en el bolsillo. Esa situación fue un aprendizaje para Sergio, no tenía horizonte, él quería construirlo y estaba dispuesto a enfrentarse a quien sea con tal de hacerlo. El conflicto como motor de la historia No fue fácil esa etapa de su vida, y cuando la cuenta, se nota que fue un momento crucial, de esos que marcan para siempre, que divide la vida en dos. Fue el enfrentamiento con su padre acostumbrado a una manera de trabajar que se iba poniendo vieja. Eso generaba discusiones y conflictos porque Sergio veía que así se escapaba su oportunidad. Hasta que llegó un día que la discusión paso a mayores. Sergio se tomó el tiempo para discutir de frente, como hacen los hombres, con su padre. "Era trabajar y trabajar y no estaba conforme nunca. Entonces le dije un día “no tengo nada para llevar, no tengo nada mío, más que mi cuerpo y lo puesto”. Nos peleamos, no tenía nada para reprocharme ni reclamarme, quería construir mi futuro. Le remarqué todo, las cosas que
Sergio y Beatriz el día del casamiento
le dije! que no se le deben decir a un padre. Que nunca más iba a precisar de él y que algún día le iba a enseñar a trabajar. Él había hecho mucho! Se había comprado como 200 has. de campo, con eso crió los hijos, fue comprando mas campos, la idea de él era dejar 25 ha cada hijo, pero no se dio cuenta que se fue quedando, por tenerle miedo a la tecnología, a lo que se venía. Pero que laburó, laburó muchísimo".Entonces marchó para lo de un tío, que lo esperaba sabiendo de su aptitud para el trabajo y allí arrancó, en Juan Jorge. Con su primer capital, se compró un medio de movilidad: una bicicleta con la que llegó lo mas lejos posible. Empezó a hacer changas, con un arrocero que estaba empezando: Haraldo Blanc. "Fue en la estancia de Monte Alegre que hoy es Repas. El primer pozo de profundidad de la zona que hicieron los sanjuaninos. Terminaba de afinar la tierra, sembrar, organizar el riego y me volvía a quedar sin trabajo". Como un trabajador golondrina?"Exacto, yo lo que encontraba lo hacía, basta de hacer para comer, si me sobraba me vestía. Era lo que yo quería, laburar y aprender a laburar. Es totalmente distinto de cuando uno está encerrado, y tiene un jefe que es el único que tiene la verdad, entonces yo empecé a ver un mundo nuevo, distinto".Además de Haraldo tuvo otros 6 patrones y su objetivo siempre fue aprender, porque no había perdido de vista su horizonte, independizarse. Aunque no era fácil enfrentar el momento del parate, de estar sin trabajo. De buscar y rebuscar para parar la olla, sin cuentos. Contaba los pesos para poder comer. Hasta que llegó Ramat, y en un mismo día le ofreció trabajo 3 veces. Las dos primeras le dijo que no, no le cerraba del todo la cuestión, hasta que la tercera logró convencerlo. Y ese trabajo le permitió estabilizarse? "Claro, pero no fue nada fácil, había que trabajar las 24 hs., con un tractor entre dos, cocinarnos, cada 6 hs. teníamos que cambiarnos. Era trabajo para la Compañía de Liebig. En la entrada del Palmar, ahí empecé, haciendo . Se le araba y se le sembraba muchas hectáreas, terminaba muerto!".
Frente a la primera casita de madera