Adorno Theodor y otros - La disputa del positivismo en la sociologia alemana (COMPLETO)

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Introducción

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presión sublimada a lógica. La ilustración irreflexiva se transforma en regresión. De lo subalterno y quisquilloso de la doctrina positivista no son culpables sus representantes; cuando se desprenden del traje talar no suelen tener nada de todo eso. El espíritu burgués objetivo ha ido hipertrofiándose hasta convertirse en un sustitutivo de la filosofía; en lo cual resulta inconfundible el partí pris a favor del principio del trueque, elevado por abstracción a esa norma del ser-para-otro, a la que tan exactamente se adecúa el criterio de verificabilidad y el concepto de comunicación como medida de todo lo espiritual, formado, en última instancia, en el seno de la cultura industrial. No parece excesivamente injusto determinar lo que los positivistas designan con el término empírico, como aquello que es algo para otros sin que la cosa misma deba ser jamás concebida. La simple deficiencia de que el conocimiento no alcance su objeto, limitándose a poner en él relaciones externas, es contabilizado, por reacción, como inmediatez, pureza, ganancia, virtud. La represión que el espíritu positivista se autoimpone, oprime todo lo que no es igual a él. Y esto es lo que a pesar de todas sus manifestaciones de neutralidad, cuando no en virtud, precisamente de estas mismas confesiones, lo politiza. Sus categorías son, implícitamente, las categorías prácticas de la clase burguesa, en cuya ilustración latía desde un principio la negativa a dejarse llevar por pensamientos proclives a poner en duda la racionalidad de la ratio dominante. Esta fisiognómica del positivismo es también la de su concepto central, es decir, lo empírico, la experiencia. Las categorías se convierten por lo general, en temáticas una vez que, de acuerdo con la terminología de Hegel, ya no son substanciales, ya no están indiscutiblemente vivas. El positivismo documenta una disposición histórica del espíritu que ignora ya la experiencia y, en consecuencia, extirpa sus rudimentos y se ofrece a sí misma como su sucedáneo, como única forma legítima de experiencia. La inmanencia del sistema, un sistema que procede virtualmente a cerrarse a todo, que no tolera un otro cualitativo susceptible de ser experimentado ni capacita a los sujetos adaptados a ella para una experiencia irreglamentada. La situación de mediación universal, de cosificación de todas' las relaciones entre los hombres sabotea la posibilidad objetiva de experiencia específica de la cosa —¿acaso es aún experimentable este mundo a la manera de algo vivo?—, saboteando asimismo la facultad antropológica de ello. Schelsky ha dicho con razón que uno de los puntos centrales de la controversia entre positivistas y dialécticos es el concepto de experiencia irreglamentada. La experiencia reglamentada que el positivismo prescribe anula la experiencia misma y, por su intención, excluye, en virtud de


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