La escuela en el capitalismo democrático

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do del proceso económico por sí mismo. Este automatismo está en la base de la fascinación que ejerce la idea de la reproducción. Para pasar de aquí a la perspectiva de la reproducción en sociología de la educación, sólo era necesario ponerse a analizar en qué medida y por medio de qué mecanismos el consumo individual de escolaridad por parte del obrero se convierte en consumo productivo, reproductor de la fuerza de trabajo, desde el punto de vista del capitalista. Aquí nos mantendremos dentro del campo de la sociología marxista y nos limitaremos a repasar brevemente los planteamientos de Althusser, Baudelot y Establet y Bowles y Gintis.

Althusser: la escuela como sede de la reproducción "La reproducción de la fuerza de trabajo tiene lugar, en lo esencial, fuera de la empresa'', afirma Althusser (1977: 72). Para que h fuerza de trabajo sea efectivamente reproducida como tal es preciso, además de asegurar supervivencia material, añadirle las competencias necesarias para ser empleada en el complejo proceso de producción, competencias que serán diversas en concordancia con la división técnico-social del trabajo. La escuela enseña "algunas técnicas", algo de "cultura cienttfica y literaria": ciertas habilidades, en suma; pero también enseña ''reglas de la moral, de la conciencia cívica y profesional, lo que, hablando claramente, significa reglas del respeto a la división técnico-social del trabajo y, en definitiva, reglas del orden establecido por medio de la dominación de clase" (1977: 72-75). Hasta aquí, el planteamiento de Althusser tiene la virtud de llamar la atención sobre el papel funcional de la escuela en la reproducción de la fuerza de trabajo. El segundo acierto del autor es hacer notar que las ideologías tienen una existencia material en prácticas y rituales ( 1977: 106-7) aunque es difícil decidir si son las prácticas las que determinan la ideología o al contrario para él. La cosa se complica cuando trata de ofrecer una teoría general de la ideología. Dejemos de lado el hecho de que ésta se presente como un fenómeno de cuarto grado: "La ideología es una representación [cuatro] de la relación [tres] imaginaria [dos J de los individuos con sus condiciones de existencia [uno]" (1977: 103). Althusser distingue entre el poder y los aparatos del Estado. Estos últimos, a su vez, se dividen en el aparato represivo y en los aparatos ideológicos (AlE). Entre los AlE figuran las iglesias, las escuelas, la familia, el sistema jurídico, el sistema político, los partidos, los sindicatos, los medios de comunicación, las letras, las artes,

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los deportes, etcétera. Dejemos también de lado el hecho de que este batiburrillo borre las fronteras entre el Estado y la sociedad civil y cualesquiera otras que el mero sentido común pueda a(:onsejar. Althusser señala que el principal de estos AlE, en nuestros días, es la escuela. A la escuela, por consiguiente, corresponde lo fundamental de la reproducción, pues "en efecto, son éstos [los Aparatos lde~lógicos de Estado], los que aseguran, en su mayor parte, la reproducción incluso de las relaciones de producción" (1977: 91). La enumeración de los AlE que hemos hecho antes era extensiva, de donde se deduce que Althusser minimiza el papel del proceso mismo de producción en la reproducción de las relaciones s 1ciales de producción y lo reduce a nada en términos ideológicos, e , decir, reduce a nada su capacidad ideológica propia. Se diría, pue~ que al proceso de producción pertenece solamente la reproducción material, mientras que la reproducción social es asunto de la escuela, con ayuda secundaria de otros AlE. Algo que concue:da con el conocido menosprecio althusseriano por las teorías marxianas de la alienación, el fetichismo y la reificación, supuestamente '' premarxistas''. La descabellada definición que da de la ideología, su rechazo de la teoría marxiana de la ideología como algo "francamente positivista" o "fuerbachiano" (quiere decir humanista), el olvido del proceso de producción, la sin par violación del diccionario por los "aparatos ideológicos de Estado'', la conversión de la vulgar distinción entre gobierno y Estado y una fastuosa delimitación entre "poder" y "aparato", la simplificación sin igual de la idea gramsciana de hegemonía o la confusa relación entre ideología y prácticas no pueden ser discutidas en este lugar. Baste con señalar que Althusser abre la puerta al análisis del papel de la escuela en la reproducción de las relaciones de producción y los actores sociales del capitalismo.

Baudelot y Establet: la reproducción de la división social del trabajo La teoría althusseriana de los aparatos ideológicos, con su particular consideración de la escuela, no pasaba de ser una proposición teórica, sugestiva aunque discutible en muchos aspectos. Baudelot y Establet emprendieron un análisis pormenorizado del sistema escolar francés con el objeto de mostrar su contribución a la reproducción de la división social del trabajo. Su contribución, decimos, porque estos dos autores, más prudentes en ese terreno que Althusser, no preten-

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