Educacion-y-Sociedad-11

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FELIX ORTEGA

de enseñanza. Pero ello no supone que al profesor se le haya descargado de responsabilidades; antes al contrario, éstas han aumentado al ser mayor el número de instancias que se consideran competentes en materia educativa. Es lo que sucede, en primer lugar, con la familia, que si otrora dejó en manos de los enseñantes la educación de sus hijos, hoy no sólo reclama su papel en la misma sino que también está legitimada para intervenir en cuanto acontece en la escuela. La participación institucionalizada de los padres en la dirección y marcha de los asuntos escolares, tiene directas repercusiones sobre el status y contenido de la profesión. Ya que aquéllos ocupan, respecto de los profesores, una posición de mayor autoridad (al poseer más derechos) sobre los escolares, que va en detrimento a su vez de la autoridad y atribuciones que corresponden a los enseñantes. Los cuales pueden encontrar, y de hecho encuentran, puesta en discusión su profesionalidad por quienes reivindican su doble condición de padres y educadores. Visto bajo este prisma,'el de profesor viene a ser un oficio sustitutorio y subsidiario de la acción familiar, con lo que sus contenidos no serían otra cosa que una prolongación de la socialización que llevan a cabo los padres y que sólo transitoriamente delegan en los profesores. Pero dado que la condición de padre no es una profesión, todo cuanto aproxime la práctica de enseñar a las funciones familiares obstaculiza seriamente la consistencia de la docencia como profesión. Los medios de comunicación de masas, en segundo lugar, ocupan un destacado lugar en la atención y formación de la clientela escolares, proporcionando modelos y grupos de referencia, por lo general más operativos que los procedentes de la institución escolar. Estos medios absorben progresivamente más tiempo libre de los alumnos, durante el cual desaparece el sentimiento de obligatoriedad y coacción con que se perciben los rituales escolares. Ello hace que durante este tiempo la actitud de los escolares sea de mayor disponibilidad a ser influido por la cultura de masas. Además, al otorgar prestigio y realce social a cuarito en ellos se difunde, los medios de masas se dotan de un alto grado de crédito y legitimidad a la hora de orientar y encauzar el pensamiento y la acción. En comparación con ellos, la escuela aparece como una institución de orden inferior, un poco obsoleta y sin la agilidad y capacidad de sintonizar con la sensibilidad de la época propia del mundo de la comunicación. Un mundo, por lo demás, que en su afán competitivo con la función educadora que hasta ahora se reservaba a la escuela, construye y difunde imágenes de los profesionales de la enseñanza ambiguas, cuando no cargadas de valoraciones negativas. De todo ello no puede desprenderse más que una clara consecuencia: la erosión de la posición del profesor por unos medios de comunicación crecientemente más absorbentes. El escenario económico, en tercer lugar, aun siendo el más reciente en sus consecuencias para la profesión docente, es uno de los más significativos. El papel que se le ha querido atribuir a la educación como factor decisivo a la hora de posibilitar y potenciar los procesos de desarrollo social, ha permitido


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