La regulación financiera mexicana conjunta los esfuerzos de las instituciones supervisoras y financieras, como también de los usuarios de los productos y servicios financieros. Su fin es supervisar que todas las transacciones y operaciones se lleven a cabo de forma ordenada y bajo un marco ético. Las empresas deben sumar, además de esta regulación, las buenas prácticas de gobierno corporativo y los lineamientos internacionales en la materia. De este modo, estarán en posibilidad de hacer un óptimo manejo conceptual y aplicativo de los principales ordenamientos que guían su práctica.