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Jueves 17 de Noviembre de 2011

Psicosis COTIDIANERIAS

POR NICOLÁS LIZAMA

Robo en despoblado El sábado pasado pensé que haríamos fiesta. Márquez le pondría su buena “madrina” al Pacquiao y eso ameritaba festejarlo. Pero hete aquí que los señores jueces pensaban diferente. Ya desde un principio tenían en la mente al triunfador. El paisano, bravo y dominador or lo que veo, bandidos hay en todos lados. Este sábado pude constatarlo. El paisano Juan Manuel Márquez –dio la pelea de su vida, según los avezados cronistas de TV Azteca-, le dio hasta con la cubeta al tal Manny Pacquiao y aún así los jueves le negaron la victoria. A menos de que me hubiese confundido y estuviese viendo otra pelea, lo que mis ojos observaron no tiene vuelta de hoja: al mexicano le robaron la pelea. Como dijera el filósofo del poblado de “Raudales”, las habas se cuecen en todos lados. Fue increíble ver como un condenado juez, tuerto creo, le dio cuatro puntos de desventaja al enjundioso y certero peleador azteca. A mí, esos hijos de la tiznada –me refiero a los tres jueces, por supuesto-, me echaron a perder la noche. Tenía mucho tiempo que no me sentaba frente a la televisión con tantas ganas de presenciar un extraordinario duelo. Y es que, la mera verdad, ahora mucho peleador “balín” brinca al ring y se pone a tirar bofetadas

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sin ton ni son. Por otro lado, también hay varios peleadores a quienes sus respectivas empresas –televisoras de por medio-, los enfrentan a puros “bultos” para que hagan currículum y luego puedan ponderarlos como la octava maravilla del mundo. Esta vez sin embargo, la pelea prometía emociones a granel. Durante toda la semana escuché hablar del tan esperado duelo en el que muchos, me incluyo, pensábamos que el paisano le cobraría al filipino todos los agravios cometidos en contra de los nuestros. Y vaya que nos las debía el tal Pacquiao. Le ha roto el alma a los mejores peleadores mexicanos, una hazaña de la cual no cualquiera puede presumirle a medio mundo. El tipo, sin embargo, ha tumbado a cuanto guerrero azteca se ha enfrentado. Por lo visto –inches jueces-, habrá que esperar dos o tres años más, cuando ya esté viejito, para aventarle a un paisano que de veras lo medio mate en el cuadrilátero y entonces los jueces no tengan más remedio que levantarle la mano a su rival.

Un servidor –lo juro-, tenía plena confianza en el paisano. Por eso, el sábado por la tarde, no lo pensé dos veces cuando Oscar y Manasés, dos parientes a quienes les gustan los golpes –verlos, claro-, me invitaron unas “amargas” para ir calentando el ambiente. El boxeo es una de las actividades deportivas que más arrastre tiene entre el grueso de la población. A todos nos gusta ir a una arena y ver como dos fulanos se rompen la jeta con tanto fervor. Sangre, ojos morados, dientes caídos, son ingredientes que hacen que se solace la bestia que todos llevamos en el interior. Todos llevamos un Julio César Chávez adentro. Y ese Julito, que asoma a la menor provocación, es lo que hace que quienes no tenemos habilidad ni gusto por andarse dando de bofetadas en la calle con cualquiera, vayamos a las arenas o nos sentemos frente a la televisión los fines de semana. Claro, hay unos que exageran. Hay gente que se pasa de la raya. Cristianos que hacen hasta lo imposible por ser testigos de

OPINIÓN scribí en reflexiones anteriores que el dinero es, desde tiempos inmemoriales, uno de los ejes rectores de las relaciones humanas. Pero advertí que hay otros valores, sin los cuales la convivencia humana sería punto menos que imposible. Aristóteles (siglo IV a.C.) y Platón fueron figuras centrales del pensamiento filosófico de la antigua Grecia. En la vasta producción intelectual de Aristóteles, alumno de Platón, hay una obra de 10 libros (Ética Nicomaquea), dedicada a su hijo Nicómaco, en la que define cómo debe conducirse el ser humano para alcanzar la felicidad. Numerosos autores coinciden: en la Ética Nicomaquea, en los fundamentos plasmados en textos bíblicos judeocristianos (Moisés y los dictados del Monte Sinaí, aproximadamente en el 1250 a.C.), así como en las doctrinas de otras religiones, residen muchos de los valores del mundo occidental vigentes hasta nuestros días.

La virtud es una expresión del carácter, y éste es producto de los hábitos, pero lo es también de la libertad. Sin libertad no hay valores. Y el disfrute de la libertad conlleva otra condición: la responsabilidad, que es “virtud por excelencia de los seres humanos libres”, decía el filósofo prusiano Emmanuel Kant (1724-1804) Más allá del discernimiento entre valores éticos, morales y cívicos, tema vasto para este espacio, el hecho es que el catálogo universal es amplísimo y diverso: honradez, bondad, modestia, solidaridad, responsabilidad, deber, lealtad, justicia, generosidad, etcétera. Con los valores también juega un rol esencial para la convivencia humana la tolerancia. El filósofo inglés John Locke (16321704) fue el primero en fundamentar el tema, al que también habrían de dedicarle espacio inte-

EL QUINTANARROENSE DIARIO

za que lo que presencié al final fue un verdadero robo en despoblado. No había visto cosa igual. Debo reconocer una vez más que el boxeo es una mafia. Que por lo tanto no siempre ganan los mejores. El dinero que se mueve alrededor es el que manda. Los señores apostadores hubiesen perdido hasta los calzones. Le daban el triunfo a Pacquiao por un margen de 10 a 1, si es que la mente no me falla. Hubiese sido una tragedia el que los jueces plasmaran en sus tarjetas la derrota de Pacquiao. Ni modo. Estoy comprobando que bandidos hay en todos lados. colis2005@yahoo.com.mx colinas@elquintanarroense.com Periodista

POR LUIS MALDONADO VENEGAS

Valores, ética y educación

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primera mano de cómo su favorito destruye al adversario. No llego a tanto. Soy de los que prefieren la comodidad del hogar, dulce hogar. No cambio por nada la comodidad de mi sillón y el ¡tuk, tuk!, de mi ventilador cuyas viejas aspas por ratos parecen colapsar. El sábado pasado pensé que haríamos fiesta. Márquez le pondría su buena “madrina” al Pacquiao y eso ameritaba festejarlo. Pero hete aquí que los señores jueces pensaban diferente. Ya desde un principio tenían en la mente al triunfador. El paisano, bravo y dominador de la bendita técnica, desde un principio se le puso al tú por tú. Yo vi que Márquez ganó la pelea. Nadie me quita de la cabe-

lectuales de la talla del francés François-Marie Arouet, también o mejor conocido como Voltaire (1694-1778). Voltaire pregunta: ¿qué es la tolerancia? Y responde: “Tolerancia es la consecuencia necesaria de la comprensión de que somos personas falibles: equivocarse es humano, y todos nosotros cometemos continuos errores. Por tanto, perdonémonos unos a otros nuestras necedades. Ésta es la ley fundamental del derecho natural”. El alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) resu-

mió con sencillez y claridad al respecto: “No perjudiques a nadie, sino que ayuda a todos lo mejor que puedas”. Atraído por estas ideas, el sociólogo y filósofo austriaco Karl Popper (19021994) formuló la “paradoja de la tolerancia” en su célebre obra La sociedad abierta y sus enemigos. A partir de la falibilidad del ser humano al que se refiere Voltaire, señala Popper que ello demanda una nueva ética profesional en la que “la actitud autocrítica y la sinceridad se convierten en un deber".

La virtud es una expresión del carácter, y éste es producto de los hábitos, pero lo es también de la libertad. Sin libertad no hay valores. Y el disfrute de la libertad conlleva otra condición: la responsabilidad, que es “virtud por excelencia de los seres humanos libres”, decía el filósofo prusiano Emmanuel Kant (1724-1804). De vuelta a la línea aristotélica, los buenos hábitos son virtudes necesarias para alcanzar la felicidad, aunque en el ser humano esos buenos hábitos dependen del conocimiento, de la cultura, terreno en el que entran en juego el carácter, la inteligencia y, desde luego, la educación. Porque las virtudes no se heredan, se adquieren con esfuerzo, constancia y educación (familiar y escolar). “La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos”, decía Popper. luismaldonadovenegas@hotmail.com.mx Secretario de Educación de Puebla


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