ADVIENTO: LA ALEGRÍA DEL AMIGO QUE VIENE
Estamos ya habituados al término «adviento»; sabemos qué significa; pero precisamente por el hecho de estar tan familiarizados con él, quizá no lleguemos a enterarnos de todo lo que es. Adviento quiere decir «venida». Por lo tanto, nos preguntamos: ¿quién es el que viene?, ¿para quién viene? En seguida encontramos la respuesta a esta pregunta. Hasta los niños la saben, que es Jesús quien viene para ellos y para todos los hombres. Viene una noche en Belén, nace en una gruta que se utilizaba como establo para el ganado. Esto lo saben los niños, lo saben también los adultos que participan de la alegría de los niños y parece que se hacen niños ellos también la noche de Navidad. Hay quienes dudan y viven ajenos a la verdad que encierra la Navidad, aunque participen de su alegría. ¿Qué hay más importante que encontrar en mi vida al Amigo? Un amigo es algo grande y precioso. El adviento nos invita a prepararnos para la venida de este Amigo que nunca nos falla, que no sólo viene para todos los hombres, sino también y sobre todo para cada uno de nosotros en particular; en mis alegrías y miserias, en mis convicciones, en mis circunstancias, en todo lo que rodea y es mi vida. Llegar a descubrir desde lo más hondo de cada uno que Jesús quiere venir a MI vida. Hoy, más que nunca, es necesario que entendamos la cercanía, la familiaridad que Dios mismo, en persona, quiere tener con nosotros. Tenemos razones para esperar. No podemos olvidar que su paso y su presencia han sido y son una constante en nuestra historia. Hoy más que nunca necesitamos recobrar esos rasgos distintivos del Adviento, la esperanza y la alegría, que solo vienen de ese Amigo, que nunca defrauda. El adviento siempre ha tenido ese duende que se esconde en el corazón del hombre y lo cambia. No tengo miedo a que en estos días se pronuncie de manera diferente esta palabra maravillosa del adviento para Nº 26. Noviembre 201 4
hacernos sentir más humanos y cercanos a los demás. La ALEGRÍA por el Amigo que está cerca y el encuentro con los demás hombres, nuestros hermanos, sería la joya más fina que me puedo encontrar. Este Adviento trataré de vivir esta alegría, con una sonrisa, una palabra cordial, un pequeño elogio, evitando hacer tragedias por cosas de poca importancia que debería dejar pasar y olvidar. Así contribuiré a hacer más agradable la vida de las personas que me rodean. Esa es una de las grandes misiones como cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se va alejando de Dios. Termino con este texto de Gloria Fuertes que dice: Anda, pasa. Pasa, anda, no tengo más remedio que admitirte. Tú eres el que viene cuando todos se van. El que se queda cuando todos se marchan. El que cuando todo se apaga, se enciende. El que nunca falta. Mírame aquí, sentada en una silla dibujando... Todos se van, apenas se entretienen. Haz que me acostumbre a las cosas de abajo. Dame la salvadora indiferencia, haz un milagro más, dame la risa, ¡hazme payaso, Dios, hazme payaso! José Luis Juste
3