EL NARRATORIO ANTOLOGÍA LITERARIA DIGITAL NRO 50 ABRIL 2020

Page 133

A

Manuela se le cayó la llave de la caja registradora. Miró hacia el techo como implorando paciencia y luego, le lanzó una mirada asesina a una clienta vieja y chocha que le estaba haciendo la vida imposible porque desconfiaba de la cuenta que tenía que pagar.

Era el tipo de señora mayor con pocos recursos y a quien la vida no ha tratado especialmente bien. Cogió la llave, se quejó de su impenitente lumbalgia y abrió la caja para proceder a devolver el cambio al siguiente cliente. Manuela tenía cincuenta años y dos carreras universitarias. No terminó un master porque coincidió con la muerte de su padre y al ser hija única y con madre dependiente, rápidamente tuvo que ponerse a trabajar en cualquier cosa para ganarse las lentejas. La contrataron en este supermercado temporalmente y así, lleva veinticinco años. ¡Veinticinco años! Ni ella misma se lo puede creer cuando le da por pensar en su pasado y en su presente. Una chica que había recibido una educación ejemplar, a la que sus padres se lo habían dado todo para que no terminara siendo un ama de casa sin formación, que por las circunstancias de la vida, había acabado en una de las escalas más bajas del mercado laboral. Pero la enfermedad de su madre y los enormes gastos que esta les había causado le habían impedido especialmente, durante los últimos años buscar un mejor empleo. Además, hacía ocho años que el país estaba inmerso en una espantosa crisis económica y se podía dar con un canto en los dientes si seguía manteniendo su trabajo. ¡Cuántas había como ella o similares que llevaban varios años sin generar ni un solo ingreso! Por lo tanto, prefería pensar que era un tanto afortunada. Lo que Manuela no soportaba era el ambiente laboral del súper. Era la mayor de un grupo de cajeras y reponedoras cuya edad no sobrepasaba los treinta y cinco años. De hecho, a sus espaldas, le apodaban La Abueleja Pelleja. Ella lo sabía pero no le importaba: iba a lo suyo, a cobrar lo más rápidamente posible y a confraternizar con un grupo de clientes habituales que le resultaban agradables. Incluso con alguno de ellos ya había llegado a tomar varias cervezas. Pero por lo que respecta a sus compañeras, estas le resultaban insoportables: provenían de estratos sociales deprimidos y sin formación. Eran chicas que se le antojaban vulgares y que, a menudo, perdían las formas, si es que 133


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.