Cinegrafías

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María Aimaretti

ella misma como diva en la representación. Se trata de una oscura falda larga, y una blusa cuya mitad derecha es negra, y la mitad izquierda —la del corazón– blanca con un estampe de corazones negros: su adorno final es una gargantilla bicolor… justo a la altura de las cuerdas vocales la heroína se coloca los lazos que, blanco y negro representando a sus amantes, habrán de quitarle el aliento. En esta escena también se conversa pero, a diferencia del momento anterior, simulación mediante, Moreno obtiene información útil para Daniel. Mientras en una rutina habitual para los personajes ella termina de vestirse y oculta sus verdaderos propósitos tras una voz despreocupada, el policía toma un mazo de cartas y comienza un juego de azar cuya partida final se dará en la última noche que la protagonista cante frente al micrófono. Como en un motivo dramático-visual circular el encuentro con Robles culmina frente al espejo de la cómoda donde la estrella se retoca el maquillaje y, fingiendo, coloca una nueva máscara a su cuerpo. Disimula la presencia de Daniel delatada por un cigarrillo haciéndolo propio, y casi podría decirse que en ese mínimo gesto se sella el compromiso amoroso de la heroína: una inteligente y apasionada lealtad. Más allá de la tensión por el peligro inminente, es a la cancionista a quien se le ocurre utilizar el medio radial para enviarle mensajes cifrados a Benítez en las letras de tango a fin de explicarle el desarrollo de las investigaciones que lo tienen por blanco, confiando en la llegada de su voz a cualquier rincón del territorio y en su capacidad de astucia expresiva. A semejanza de su amante, que contrabandea diamantes, Cora contrabandeará los “preciosos” datos que serán capitales para el resguardo de la vida de su amor-pasión.48 Moreno sale a escena y la primera de las canciones que interpreta es el tango “Niebla del riachuelo”. El yo poético que se exhibe en el estribillo se sirve de la descripción portuaria desarrollada en la primera y primera bis para enfatizar el carácter nostálgico de su sufrimiento y enunciar la pérdida irreparable del Amor: habla en medio de un escenario de derrumbe, derrota y soledad que la espeja. No hay un destinatario concreto al que dirigirse sino que, por medio de un animismo, el entorno –el arrabal– se convierte en interlocutor silencioso y testigo del dolor. Ese puerto representa adeEn esta secuencia paradigmática de un film temprano en su carrera cinematográfica, se advierten ya rasgos del texto-estrella que como actriz Merello explotará y enriquecerá años después, es decir: “ (…) el arquetipo de la mujer-hombre (…) [en el que] la pasión, el amor y la entrega femeninos se recubren de irremediable dureza, de áspera respuesta y de lucha encallecida contra el medio natural o contra la sociedad (…) los personajes de Tita deben arrostrar la ausencia de hombre (…) y, con titánica fuerza asumir su lugar y su función (…) [es] la mujer de humo y de noche (…) de seductor cigarrillo y de formas insinuantes que había cautivado a los argentinos” (Valdez, 1996: 256). 48

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