El Anarquismo en Cuba

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El prestigio y una bien ganada reputación de honestidad de los anarcosindicalistas, los lleva a orientar de forma efectiva algunos sindicatos tales como transportes, gastronomía, construcción, plantas eléctricas, etc., y mantener grupos de presión en casi todos los demás sindicatos que componían la CTC por esos años. Se crean las Asociaciones Campesinas por parte de elementos anarquistas dentro del interior de la Isla, que se dedican a organizar a los lugareños más humildes, carentes de tierra y recursos. Estos esfuerzos resultan más eficaces en la costa norte de la provincia de Camagüey, viejo bastión libertario localizado en el puerto de Nuevitas y en la zona cafetalera del sur de la provincia de Oriente, Monte Rus, donde ya por muchos años los anarquistas habían fundado y sostenido colectividades agrícolas libres.

De acuerdo con la versión recogida en el folleto Memorias del II Congreso Libertario, «el 21 de febrero, a las 9 de la noche y ante una gran concurrencia que colmaba [...] los Salones de la Federación Nacional de Plantas Eléctricas [...] en el Paseo de Martí número 615 [...] dio comienzo al II CONGRESO NACIONAL LIBERTARIO convocado por la ASOCIACIÓN LIBERTARIA DE CUBA». En el acto de apertura Agustín Souchy, que representaba por esos años a la AIT, y antiguo amigo de los libertarios cubanos, expone sus ideas. También expresaron sus opiniones Marcelo Salinas, Modesto Barbeito y Helio Nardo. El Acta de Constitución se inicia con una sesión plenaria el día 22 de febrero de 1948. La preside Rafael Sierra y actúa como Secretario Provisional Vicente Alea. Participan 153 Delegados y se constituye la Mesa de Congreso con Francisco Bretau y Gilberto Lima. Se organizan cuatro Comisiones de Trabajo: la de Organización, con Modesto Barbeito y Helio Nardo; la de Propaganda, con N. Suárez y Manuel González; la de Finanzas, con Manuel Castillo y Vicente Alea, y la de Asuntos No Incluidos, con Antonio Landrián y Suria Linsuaín respectivamente.

Este II Congreso terminó el 24 de febrero con una serie de Dictámenes que fueron publicados en La Habana ese mismo año en un folleto que contempla la creación de una sociedad libertaria en Cuba, apelando a todos los niveles industriales, sindicales, económicos y/o agropecuarios en toda la Isla y que con el transcurso de los años nos enseña cuánta vigencia pudo haber tenido este trabajo. El documento es importante en la historia del anarquismo en Cuba: Plantea la situación de aquellos inciertos años de Constitución y República con certeza; ataca a sus enemigos de siempre, el Partido Comunista de corte netamente estalinista, a los peligros de la influencia de la iglesia Católica; se declara anticapitalista y sobre todo, consecuentes con sus principios, antiimperialista ataca tanto a los EE.UU. como de la Unión Soviética, calificándolas de «potencias extranjeras» apelando un poco al nacionalismo de moda.

Entre los ambiciosos puntos que se acordaron, y que cubrían casi todo el aspecto social y económico de Cuba, se planteó la necesidad de tener un órgano de información y propaganda efectivo y constante. Ya existía dentro del sector gastronómico la publicación mensual Solidaridad Gastronómica, que por acuerdo de este Congreso se convirtió en el vocero de la ALC y que tendría larga vida dentro de la cultura proletaria cubana. También se eligió una nueva directiva responsable en la que ejercieron Vicente Alea como Secretario General, Barbeito como responsable organizativo, Domingo Alonso en Finanzas, y Néstor Suárez Feliú, Secretario de Propaganda.


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