Anarquismo es movimiento

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f­ undamentaciones del conocimiento escondían, de hecho, valo­ res particulares, disfrazados tras las pretensiones de neutrali­dad, de objetividad y de universalidad. En definitiva, lo que se le re­ procha a la modernidad no es haber matado a Dios, sino ha­ber puesto en el lugar de los absolutos afincados en los cielos, unos nuevos absolutos que producían los mismos efectos de manera más solapada. Considerando ahora la segunda vertiente de la ideología post­moderna, vemos que el esfuerzo por elaborar las bases le­ gitimadoras de la nueva época insiste en la fragmentación de la realidad, del sujeto, y también en el relativismo en el campo del conocimiento y de los valores. En el nuevo escenario ideológico la escatología está perdien­ do fuelle, los grandes relatos emancipadores dejan de seducir las imaginaciones, y el horizonte de esperanza que éstos dibujaban y la gran promesa que encerraban dejan de ser creíbles. La pers­ pectiva de una meta lejana, pero segura, delineada por la ciencia, en términos de progreso, o por la política, en términos del fin de la explotación y de la dominación, ya no resulta satisfactoria. Los trazos que perfilaban la vía hacia la emancipación perdie­ ron la claridad de sus contornos, dejando paso a la idea de que no existe ningún camino preestablecido, ningún mapa que pueda orientar con seguridad la navegación hacia un futuro de libertad y de felicidad. Y todo esto se traduce en un fuerte escepticismo y hasta en un rechazo de cualquier proyecto a largo plazo, tanto de índole política como existencial. Ha ido creciendo el sentimiento de que el presente no debe ser hipotecado por lo que pueda depararnos el futuro, y que hay que vivir en el instante lo que unos eventuales tiempos mejores han dejado de garantizar. El presentismo, el deseo de extraer todo lo posible del presente y por consumir el instante, sustituye el sacrificio por invertir para el mañana. Los modos de vida pre­ carios se instalan en lo efímero, lo inmediato es lo que cuenta de verdad, porque ningún futuro esperanzador está garantizado, y así la idea de que no hay futuro va ganando fuerza. 108

La secularización impulsada por la modernidad se fundaba en el convencimiento de que nuestra historicidad nos propulsaba necesariamente hacia un futuro de progreso, procurado por la racionalidad de las actuaciones humanas. Sin embargo, en estos momentos en los que ese convencimiento se tambalea, cuando el futuro se torna incierto e incontrolable y cuando la escatología se debilita, parece que la secularización nos deja demasiado des­ protegidos y que sea preciso buscar trascendencias protectoras que nos ofrezcan seguridades. Asistimos de esta forma a cierto retorno del sentimiento religioso, a la proliferación de sectas y de colectivos esotéricos, o a una mayor aceptación de lo sobrenatu­ ral y de los misterios que remiten al pensamiento mágico. Quizás sea por esto por lo que la ideología de los nuevos tiempos alienta el abandono de una estricta racionalidad, debilitando la frontera entre hechos y valores, entre lo afectivo y lo cognitivo, o entre lo real y lo virtual. Quizás también sea por esto por lo que el acontecimiento ejer­ce, actualmente, una fascinación tan intensa sobre la gente. Refractario a la historicidad, el acontecimiento es lo que no se puede predecir, lo que rompe la lógica de las expectativas racio­ nales y representa una de las máximas expresiones de la discon­ tinuidad. No cabe duda de que hay, actualmente, un enorme de­seo de acontecimiento, un deseo de hechos excepcionales, aunque sean catastróficos, una apetencia colectiva por lo que sor­prende, por lo que es único y por lo que sucede sin previo avi­ so. Las poblaciones están hambrientas de acontecimientos. Pero, quizás, sea también una revancha contra el poder, una especie de contrapartida frente al sentimiento de que todo está bajo con­ trol, una especie de desafío a un poder que parece poderlo todo, salvo, por definición, prever el acontecimiento, puesto que éste dejaría de ser un acontecimiento si fuese predecible. Frente al ideal de un individuo dueño de sí mismo y consti­ tuido como la unidad vertebradora y legitimadora de la socie­ dad, se perfila un deseo de fusión grupal y una valorización de lo intersubjetivo. Se manifiesta una tendencia hacia las identifi­ 109


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