El jolgorio cultural 63

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entrevista

Bitácora de vuelo de una sobrecargo alicia huerta cortez

A

lza la vista. Disfruta del azul intenso de la tarde. Suspira. Sus enormes ojos se entrecierran. Un avión aparece en la lejanía, primero la imagen y después el sonido. Miro también al cielo y ella dice: es un Boeing 777 de Aeroméxico. Ve su reloj y puntualiza: seguro viene de Madrid, los vuelos de Europa llegan a las seis y media. Sonríe. Acostumbrada a medir el tiempo por los vuelos, a vivir entre vuelos, Jackeline Montenegro, Jack —como sus amigos la conocen— es una apasionada de la aviación. Cuenta que desde niña se percató de su gusto por los aviones. Las visitas a casa de su abuela, quien vivía cerca del aeropuerto, eran la oportunidad para observar a la distancia los despegues y aterrizajes de esos enormes monstruos de alas metálicas. No tuvo que esperar mucho para subir a uno de ellos. Un viaje con su familia a Acapulco fue la primera experiencia área: “me hizo sentir muy feliz, me gustó la sensación del despegue y el aterrizaje, estar arriba y mirar las nubes, llegar tan rápido a los lugares. Me gustó el ambiente del aeropuerto, escuchar el sonido, llegar y ver a las sobrecargos caminando, pensaba ¿a dónde va toda esta gente?, ¿a dónde va con tanta prisa y tan arreglados? Ese viaje marcó su vida.

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Aprendiendo a volar Tras descubrir el sitio en donde podría conseguir el empleo, Jack entró en un torbellino: cursos, capacitaciones, exámenes médicos, sicológicos, más capacitación, los nervios de los resultados, la euforia por conseguir su primer trabajo, la entrega de sus manuales, su identificación y su uniforme de sobrecargo, su primer rol de vuelo. El primer día de trabajo, muy de madrugada, Jack inició el ritual que realizaría durante más de quince años, comprobar que estuviera lista la enorme maleta, el baño, untarse crema, ponerse el uniforme impecable y planchado, las zapatillas azul marino, el peinado perfecto, un poco de perfume. Tac, tac, tac, tac, tac, el sonido apresurado de las zapatillas, subir al taxi que la espera para llevarla a ese lugar de bienvenidas y despedidas. “Mi primer viaje fue a Chicago, me sentía muy contenta, era lo que yo quería hacer, estaba emocionada de conocer a la tripulación. Me hicieron mi novatada, a todos se las hacen, fue un viaje divertido. Me gustó llegar al aeropuerto y ver tripulaciones de muchas partes del mundo, llegar al hotel y todo el proceso. Fue un viaje de seis días, pernoctaba en Los Ángeles, así que tuve oportunidad de salir a conocer un poco la ciudad”.


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