El Epicentro Nº109

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ni “voluntario”!

do los

enos mos votar”…

La incorporación de los ex líderes estudiantiles a la Cámara de Diputados constituye una esperanza para comenzar a perfilar una nueva forma de hacer política, que no sea la “antigua” y tan criticada por su poca transparencia. gar estaban preparados para ejercitar su libre albedrío con responsabilidad y compromiso patrio? Al parecer ninguno de los gestores de la ley imaginó que sólo un 43% del padrón electoral acudiría a las urnas y que el resto pasaría la jornada en las playas, en zonas de picnic, o simplemente descansando en sus casas. Así lo registraron los medios audiovisuales, cuyos periodistas hicieron todo lo posible por obtener algún vestigio de culpabilidad por parte de los remisos, dándoles a entender que es necesario sufragar “por la razón o la fuerza.” Fue inútil. Las respuestas se repetían una y otra vez: “para qué me voy a dar la lata de ir a votar si para el caso es lo mismo”; “Finalmente los políticos hacen y deshacen, me da lo mismo a estas alturas”…; “El día estaba ideal para salir con la familia”; “Nunca hemos votado ni nadie de mi familia, (¡!) porque no creemos en la política”. En ese contexto las respuestas más sorprendentes fueron las acuñadas por varios entrevistados entre los 18 y los 22 años, quienes declararon “que ninguno de los candidatos

presidenciales, parlamentarios y consejeros regionales, los representan”. Considerando que en los nombres inscritos en las cartillas estaban todos los partidos, todas las tendencias y todas las propuestas habidas hasta el momento en el territorio nacional, se ignora en qué planeta se hallan los candidatos ideales de estos jóvenes. No obstante, más allá de lo que aparenta ser anecdótico, el hecho concreto es que la elección presidencial del 17 de noviembre registró la participación más baja desde el comicio de 1989 que marcó el retorno a la democracia, y eso podría ser una señal que el mundo político debería tomar en cuenta.

Tarde para arrepentirse… En términos generales, las reacciones al interior del gobierno y de las instituciones mostraron preocupación por los siete millones que se marginaron del proceso electoral, de un universo de 13.573.143 personas habilitadas pare ejercer el derecho a elegir a sus representantes. Ante ese manifiesto desinterés, el presidente Sebastián Piñera señaló que le habría gustado ver un mayor compromiso en la ciudadanía, “ya que, sin duda, mientras mayor es la participación, más fuerte y más legítima es nuestra democracia”. No obstante, no se refirió a los fundamentos que llevaron a los parlamentarios y e él mismo, a instaurar un cambio radical que debió haberse previsto como inconveniente para la idiosincrasia chilena, que ya había demostrado un escaso interés en los temas públicos que no estuvieran asociados a las demandas sociales. El director del programa político de Libertad y Desarrollo,

Eugenio Guzmán, aludió a las encuestas que no reflejan esa realidad: -“Se hicieron cálculos sin tomar en consideración que hace bastante tiempo la gente no está diciendo lo que verdaderamente ocurre, o el votante, que no es muy politizado, se esconde”- Añadió que “ninguno de los candidatos presidenciales llamó a votar hasta muy tardíamente porque algunos tenían miedo de que fuera mucha gente, lo que haría que los candidatos marginales aumentaran su votación”. Otras opiniones apoyaron el voto voluntario, como es el caso del diputado PPD, Pepe Auth, quien declaró que las cifras de las últimas elecciones “transparentan” la situación política del país: “Prefiero seis millones y medio que van a votar por su propia voluntad que siete millones que van porque hay una amenaza de multa de por medio, y esa es la realidad que tiene hoy la adhesión a la política. No se trata de lamentarla sino de asumirla”. El diputado se abstuvo de hacer algún alcance respecto de si conviene a la democracia la aceptación de falencias que en lugar de ser asumidas deberían corregirse en el ámbito parlamentario en el cual él se desempeña. Por su parte, la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Ba-

chelet admitió que había cambiado de opinión respecto del voto voluntario: “Yo creía que a los chilenos les encanta ir a votar pero parece que era porque estábamos obligados”-expresó a los medios. En efecto, los resultados de las recientes elecciones presidenciales así lo evidencian, pero la impresión de la ex presidenta de que “nos encanta votar” tiene sus raíces en la realidad que vivieron los ciudadanos en el pasado, cuando perderse un acto eleccionario, no participar, simplemente no era una opción. Se trataba de un deber cívico ineludible. Tal como están las cosas, el panorama a futuro se visualiza difícil, y posiblemente las mayores esperanzas se han depositado en los jóvenes que fueron elegidos por sus pares para defender en el Congreso los derechos de los estudiantes y de los pobladores más vulnerables. Puede ser el renuevo que Chile necesita, el primer paso para sanear la política, que guste o no, es la única forma de gobierno de todas las naciones libres y democráticas. Todo va a depender del nivel de compromiso que tengan los nuevos líderes juveniles y del cumplimiento de las promesas que hicieron los candidatos electos, durante sus respectivas campañas.


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