El comunista 53

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Nacional

Núm. 53 febrero de 2016

Desabasto y encarecimiento de medicamentos Mayra Reyes Una constante problemática para los enfermos es el alto costo de los medicamentos, y es que el enriquecimiento de las farmacéuticas conlleva al lucro de las medicinas de patente al venderlas a altos precios en los mercados, pues saben que son una necesidad fundamental para las enfermedades crónicas. Quienes cuentan con el apoyo de alguna institución pública se enfrentan constantemente al desabasto que se presenta en las farmacias del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ante medicamentos como insulina, antihipertensivos, medicamentos para VIH o cáncer, lo que al ser medicamento de uso constante obliga a los enfermos a costear su medicamento en otras farmacias, a veces a altos precios que implican un gran gasto. El aumento de las enfermedades crónicas significa un aumento en la rentabilidad del mercado para las grandes farmacéuticas trasnacionales (Pfizer, Novartis, Bayer. Stendhal Pharma, Genomma lab, etcétera), puesto que la demanda de estos medicamentos es creciente y que genera una gran ganancia. En el 2015 se registró que medicamentos como daraprim, doxiciclina, flusitocina y ciclo-

Gracias Andrea Legarreta - De la podredumbre del sistema político mexicano Alberto Buitre

serina entre otros 10 medicamentos genéricos aumentaron su precio en un rango desde 420 % comparado con su precio en años anteriores. El aumento de precio de medicamentos se debe principalmente a su escasez y control por ciertos laboratorios, y la falta de regulación en los precios. La industria farmacéutica ha hecho de la enfermedad un gran negocio, donde debido a los grandes precios de los medicamentos, millones de personas se ven privadas de su derecho a la salud. En el 2002 la lista Fortune (500 mayores empresas del mundo) reconocía que las ganancias de las farmacéuticas a nivel mundial superaba las ganancias por ventas de armas y telecomunicaciones. Donde sólo 25 empresas controlan el 50% de este mercado a nivel mundial. Los medicamentos genéricos representan el 80% del

consumo, por su mayor accesibilidad comparado con medicamentos de marca o de patente: sin embargo, esto permite que los laboratorios pongan los precios que les genere mayor ganancia y límite a su acceso. Tanto medicamentos como estudios de laboratorio, muchas veces tienen que ser costeados por el paciente, porque los hospitales públicos no cuentan con el equipo suficiente, ni con el abastecimiento necesario para toda la población. Es importante recalcar que esto no es responsabilidad de los trabajadores, sino de la administración y el Estado. Este último debe asegurar el abastecimiento de medicamentos y recursos en los hospitales para asegurar el derecho a la salud de la población. Por eso, nosotros como trabajadores y derechohabientes debemos exigir de manera organizada, que cumplan con su deber.

Saqueo e invasión en la Selva de Chimalapas Daniel Castro Oaxaca, Oax. La selva de los Chimalapas en las entidades de Oaxaca, Tabasco y Chiapas está considerada como la más importante de México, y hoy se encuentra amenazada por empresas madereras y ganaderas, quienes desde hace décadas han invadido y saqueado más de 100 mil hectáreas comunales de bosques templados y de niebla durante más de 25 años. Esta selva cuenta con una gran variedad de ecosistemas, en los que habitan centenares de especies de flora y fauna, que la colocan como una de las zonas de mayor biodiversidad en el planeta. Sin embargo, para encubrir la invasión y depredación; madereros, gobierno federal y chiapaneco mueven a esa zona a más de 30 grupos indígenas tzotziles y campesinos pobres provenientes de los altos de Chiapas logrando así un violento conflicto entre indígenas

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zoques y tzotziles, mientras que empresas privadas, ganaderos, narcotraficantes, funcionarios y políticos se enriquecen a costa del saqueo de la selva y territorio zoque ancestral. El gobierno estatal y federal aprovecharon que las comunidades zoque-chimalapas no poblaron la extensa zona oriente de su territorio, pues consideraban esa porción como su zona de reserva y de recolección, además del permanente olvido de parte del gobierno oaxaqueño hacia aquel vasto, pero lejano territorio indígena. El tema cobra plena vigencia pues después del 16 de enero se instaló una base de operaciones mixtas en los chimalapas con más de 600 elementos de seguridad de los tres niveles de gobierno, con la excusa de “fortalecer la seguridad en la zona y garantizar la paz social”.

Pero, es necesario recordar que tanto en territorios indígenas de Guerrero y algunos municipios de Michoacán decenas de pueblos han tomado las armas creando así las policías comunitarias y ciudadanas, todo esto por la impunidad en la que actuaban grupos del narcotráfico y empresas madereras que saqueaban y depredaban sus territorios en complicidad con elementos de seguridad pública de los tres niveles de gobierno. Hoy más que nunca la lucha de los pueblos indígenas zoques en defensa de sus territorios debe continuar pero en alianza con los demás pueblos oaxaqueños que están siendo invadidos por mineras mexicanas y canadienses, también con los que se oponen a los proyectos eólicos y en contra de las hidroeléctricas que con los cuales pretenden despojarlos de sus tierras.

Digamos que Jean Paul Sartré aún vive entre nosotros y nosotras. Pongamos más: que vive en México. Mira la televisión, come tortas de tamal y lee las noticias. ¿Qué pensaría de nuestra sociedad política? Imaginémoslo. Yo propongo que el maestro diría que un político (y política, pero hablémoslo genéricamente), es un ser humano de mala fe. Sin importar al Partido al que pertenezca, el político actúa de premeditada mala fe pues es incapaz de reconocer sus culpas y para demeritarlas, aun sabiendo que las carga, pretende repartirlas en cualquier objeto o sujeto que le acomode. Lo consabido: “¿Y yo por qué?” Culpa a los demás y viceversa. Por qué sí, sí es capaz de aceptar la culpa por otro aunque no le corresponda. ¿Por tí o por mí? Por supuesto que no. Más bien cuando ese otro es su amo, su jefe, su patrón o, bien, su candidato. De manera tal que sin importar la pillería que precede al abanderado, sus achichincles (pagos y fieles) lo seguirían pretendiendo justificar; así, tal cual lo supone la palabra: convertir en justo, algo injusto, tanto, que lo investirán como primero en todo. Se sospecha con razón que los políticos mexicanos son inútiles para reflexionar humanamente, esclavos de su baja autoestima e ignorantes de toda dialéctica. Eso pone a prueba su real bondad –aunque se afirme lo contrario en ejemplos personales-, pues la bondad, dijo el Che, Jesucristo, Ghandi y Luther King, radica en la compasión por el ajeno y el colectivo, en la sana inteligencia, la búsqueda de justicia y paz, o en el menor de los casos, la felicidad duradera mediante la preservación de la dignidad. Dignidad. Esa es la plática. ¿Podría un político, consciente de su politiquería, cumplir con tales premisas, aún sabiendo que su militancia implica en algún momento sobajar su vergüenza en pos de un cons-

tituyente de delito, por ejemplo, electoral? ¿Podría serlo si se lo calla? ¿Podría serlo si lo justifica? ¿Y si aquel político no es consciente de su esclavitud partidaria? ¿Si vota y adopta sus conductas a la forma en cómo vota y puede con ello hasta adoptar una religión que no le enseñaron, por no decir traicionar sus valores familiares? ¿Las y los políticos mexicanos son malas personas? ¿Son víctimas? ¿Son consecuencia de más de 500 años de corrupción cultural? ¿Un producto de la maledicencia del sistema político mexicano? ¿Fruto de la corrupción sembrada por el status quo? ¿La personificación de la baja autoestima? ¿Entes enajenados? ¿Huérfanos sublimados? ¿Todas las anteriores? Sartre tendría material para reescribir que el existencialismo es un humanismo, porque hay humanos que se esfuerzan para estar por debajo de la media. Que, aunque programados para ser felices y ejercer la libertad, someten su albedrío a una serie de intereses ajenos, intangibles, azarosos y enajenantes que sumados conforman aquello que llaman “poder”. Un supuesto bien más preciado que el agua, aparentemente tan fastuoso, que su brillo es capaz de opacar cualquier humillación, incluso aquella que supone un delito o un pecado: mentir. ¿Qué clase de ser humano es un político mexicano? Si comen y cagan como nosotros… ¿O no? ¡Pero claro! ¡Es eso! No. Es que no comen como nosotros. Si lo hicieran, se darían cuenta que el dólar a 20 pesos sí afecta nuestra vida cotidiana. Lo que pasa es que en vez de leer a Sartre, la mayoría prefiere hacerle caso a Andrea Legarreta y sigue votando por los mismos.


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