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PANORAMA elCaribe, SÁBADO 19 DE MAYO DE 2012

OPINIÓN

José Mármol: el poeta como vidente

PEDRO CONDE STURLA pericopepe@live.com

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L

as huellas más visibles de su poesía en esta etapa son, pues, las huellas de Vallejo, pero también hay huellas de cadáveres (“cadáver que no muere”). De hecho sobresale el poeta en el juego del “cadáver exquisito”, surrealista por definición. Pero Mármol no se nutre sólo de ultraístas y surrealistas, por supuesto. Se nutre por igual de otras vanguardias, de los experimentalistas y de los clásicos, de la literatura y el arte en general, y sobre todo se nutre de filosofía, estudia lenguas. En su carrera universitaria anduvo de la mano de la profesora italiana Vanna Ianni, a la que, debe en parte su mejor formación académica. En fin, que Mármol incorpora a la poesía los más finos recursos de la modernidad, amén de su talento. Retos a la lengua, audacias verbales, adjetivación surrealista, léxico arbitrario: de ahí procede en sus inicios el proceloso Mármol. Dalí también pensaría, con Bretón y Vallejo, en “pezones despiertos de ojo en ojo”, “frases siquiátricas”, “encojonado azul”, “luces podridas”. El “Ser real” de Mármol (un poema dedicado a Alexis Gómez) es más bien una refracción de la realidad, un paisaje metafísico, un “deslumbramiento áfono, tinto” si se permite la cita vallejiana: este mar parado hombruno así de tal postura / como un espejo seco / similar a una rabia horizontal / se extiende se pierde se transforma / sed de agua y aire todo un espolazo Rara avis, desde su primer libro toma el poeta conciencia de su oficio y de su papel como oficiante. Su oficio es el lenguaje, el “tormento de lo perfectible”. El oficiante es un remedo del arúspice o bien de Jano Bifronte, a quien Mármol celebra en un verso. El arúspice auscultaba, en su calidad de sacerdote romano, las vísceras de las víctimas para predecir el futuro. Jano Bifronte, mítico rey del Lacio, el mismo que da su nombre al primer mes del año, tenía el don de ver el pasado y el futuro y se lo representaba, por eso, con doble cara. En ambos casos, se trata de un adivino, un vidente. La poesía es o puede ser videncia, clarividencia, trascendencia. El poema es o puede ser “permanente derrota de la esterilidad”. Así lo ve también Soledad Álvarez, otra vidente: “Penetrar, desentrañar, escudriñar dentro y fuera de uno mismo -como en su primer libro, El ojo del arúspice- es la única posibilidad de trascender, desde la

José Mármol en moto. FUENTE EXTERNA

realidad, la finitud de lo real y el desamparo humano”. El tiempo apremia. A pesar de su juventud, el poeta siente que está “más cerca de la muerte que de haber nacido”. El deceso de “la negra mariposa”, en el poema “Sepulturero”, le dejó “su forma desmedida en la otra mano/ en la frente la tiara en el pulmón su báculo/ al fondo cenizas de reflexiones muertas”. Lucha el poeta contra el vacío y el sin sentido, se niega a aceptar “la derrota letal de la costumbre”, conjura la desidia con “palabras abiertas frente al humo”, cifra, en fin, su esperanza en un símbolo tenue: “como el amor la flor. Siempre lamisma flor”. Pero aun así, el tiempo apremia. Bajo la presión del tiempo, se desdibujan los contornos de la realidad, y “a las seis de la nada la pecera sin vida de la mesa compone / vetas anchas de rosados y azules en el seto”. La fijación con el tiempo se expresa no solamente en términos existenciales, sino horarios. Muchos textos, como el anterior, se cumplen con estricta puntualidad: “Las cinco es la postura más triste del reloj”. Y a veces con estricta impuntualidad, que es lo mismo: “junio reloj sin horas cayendo estéril en el césped”. El sexo, por supuesto, está sujeto a horario, cual era de esperarse de un poeta puntilloso y madrugador. Cunde el sexo, a su hora, en la “Estación de la rabia (3)”. Sexo como espacio de reflexión, ventana a la vida, rito de consumación, salto al abismo: sube un sabor oral de sexos madrugando / a derramados senos lamidos con espasmo / consumación vacío impulso roto He aquí, lamentablemente, una infeliz coincidencia entre la poesía de Mármol y la de Dionisio de Jesús, entre un poeta bendito y un poeta maldito: Ambos dedican energías estéticas a la consuma-

José Mármol. FUENTE EXTERNA

ción de la carne, aunque en horarios y por razones diferentes. En el primero, el sexo es meditación, y en el segundo celebración, a su manera de celebrar. El primero ejerce, por su-puesto, en la madrugada y el segundo en la noche. En efecto, Dionisio de Jesús es un poeta nocturno. Mármol, en cambio, es un “poeta al amanecer” como demostrara Freddy Ginebra en un artículo memorable. Entre los poemas arúspicianos con mecanismo -y título- de relojería, el más representativo es, precisamente, “Apología de la aguja”, un poema al amanecer. Se luce aquí José Mármol, y no precisamente como costurero, sino por su habilidad para evocar un ambiente y sus alrededores. Ambiente entrañable, como pocos, el de la catedral y el cine (la fachada del ex-cine Capitolio), la plaza de armas. La evocación viciosa, irreverente, tan efectivamente realista, no rinde culto, empero, a la majestad histórica, monu-

mental y solemne de un espacio consagrado. El bendito Mármol desacraliza el ambiente, desacraliza y descongestiona el mito, desacraliza el culto, reconstruyendo el paisaje desde un “rumor de orines”. Se arroja como quien dice a la deriva por vericuetos insondables, territorios de espanto donde habitan criaturas espeluznantes. En el trámite, toma conciencia y toma posesión del espacio urbano. Toma conciencia y posesión del sentimiento de la ciudad, de “La ciudad en nosotros”, conjuga “Fórmulas para combatir el miedo”, pasa revista a la magia de “El diario acontecer”. Aprehende el poeta la magia y el asombro de lo cotidiano bajo el estricto dominio del reloj. En términos horarios, el poema funciona a laperfección: ancha la mañana suelta rumor de orines / olor de tierra seca hundida en la llovizna es completo dominio de gatos el reloj / imperio de la riña tamaño de gritar su vieja espera la hora mi poética su amor todo un silencio / la catedral y el cine todo un silencio / las calles paralelos cementerios desiertos /dolor de casas viejas patrullaje de perros Funciona, además, el poema en términos acústicos, audiovisuales, dejando escuchar las voces del bestiario en concierto mixto con chiriperos, prostitutas y soldados: mi sangre se levanta y desanda los escombros / cuatro bares orgíacos ponen luz al cadáver que no muere / alaridos de Miriam y tantas prostitutas muy lozanas / chiriperos hambrunos guardias rasos y marinos / piden alucinados puros tragos de ron. (A Freddy Ginebra, por su-puesto). l El autor es escritor. http//www.scribd. com/pedro%20conde%20sturla


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