El Chamuco 151

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Luego, el SNTE hace que aparezcan notas sobre ambos hechos en buena parte de los medios mexicanos. Y para rematar insertan en la revista Quién dos fotografías, una donde la Maestra aparece con Diana Kerry, hermana del candidato, y otra donde se le ve al lado de Madeleine Albright, ex secretaria de Estado. “Elba Esther Gordillo se codea con los meros meros”, dice el titular. Lo que no se publica en los medios mexicanos es el diálogo que sostienen, traductora de por medio, Albright y Gordillo. La ex funcionaria de Clinton le dice saber quién es ella y elogia su vestido, un Chanel ostentoso para una ceremonia tempranera. —Sí, gracias, los uso así porque dicen en México que no puedo usar minifalda— responde la Maestra. Cortésmente, Albright pregunta cuál es la razón y su rostro enrojece cuando escucha las dos últimas palabras de la traductora: “Big balls”. 6. “Nosotros seguíamos” Cuando Elba Esther abandona las filas de la “disidencia”, corren ya los primeros años de la década de los setenta, aunque una de sus biografías oficiales dice que es militante del pri desde 1960. Poco después de la ruptura con Elba Esther, uno de los miembros del grupo disidente, Óscar Téllez, muere en un accidente automovilístico no aclarado. En los meses siguientes sus compañeros reciben varios mensajes anónimos: “Decían que nos cuidáramos, que nosotros seguíamos”, cuenta el profesor Armando Vázquez, quien conoce a Gordillo a mediados de los sesenta. 7. El pequeño líder moral Siempre que puede, la Maestra habla mal de un dirigente que malquiere, el jalisciense Juan Alcalá Espitia, “líder moral” de la sección 47: “Es un hampón, es narco”, dice. Hombre de malos modos, abogado, está acostumbrado a las armas desde sus orígenes de líder estudiantil en la Universidad de Guadalajara. Su mujer huye y él la va a buscar con su confesor, ahora rector de una de las universidades del sistema jesuita. Abre una maleta y le muestra un arma de grueso calibre. En octubre de 2001, Alcalá Espitia, ex diputado federal, es detenido en Jalisco por la Procuraduría General de la República. Poco antes, el subdelegado en Jalisco ha visitado las oficinas de Elba Esther Gordillo en la Ciudad de México. Alcalá es detenido en un retén militar, donde el personal sabe que carga un fusil R-15 en la cajuela. Elba Esther estalla cuando se entera de la aprehensión. “¡Eso no les dije que hicieran!” El líder sale de prisión poco después, pero dos años más tarde es nuevamente detenido, ahora en Colima, con armas de uso exclusivo del Ejército mexicano, casi un kilogramo de cocaína, y a petición de las familias de dos niñas de 14 y 17 años que acusan al “líder moral” del snte de abuso sexual. 8. ¡Que no salga ni una nota! Se cumplían 50 años del snte. Un grupo de profesores disidentes, que editó la revista Hojas, decide conmemorar con un homenaje a Othón Salazar, el emblemático dirigente del movimiento de 1958-60. Por esos días Elba Esther convalece de una intervención quirúrgica, al parecer por apendicitis. En su cama le informan del acto que preparaban los profesores disidentes. Sus asesores le dijeron que les parecía 34

bien, que Salazar era un personaje emblemático, etcétera. No los deja terminar: “Hijos de la guayaba, cómo va a estar bien, ¡esa conmemoración es nuestra!”, gritó, al tiempo que se levantaba. Dicen que hasta se le abrieron los puntos, por el esfuerzo que hizo cuando ordenó: “¡Que no salga ni una nota de eso!”. Y, efectivamente, apenas salen dos pequeñas notas de prensa. 9. Y así ¿cuánto? En marzo de 1981, poco después del asesinato de Misael, los maestros disidentes toman los edificios de las secciones del SNTE en el DF. Una comisión de profesores del Valle de México es llamada a negociar en la Casa del Maestro, en la colonia Santa María la Ribera. En lugar de recibirlos en una sala de juntas o en el restaurante, los invitan a subir a una habitación. Cuando se abre la puerta, los maestros ven a Elba Esther tumbada sobre la cama, la amplia falda amarilla extendida sobre la colcha. Procaz, pero también conocedor de la jugada, Teodoro Palomino le suelta: —Y así ¿cuánto? —¡No le faltes al respeto a la maestra! —exige Alberto Miranda Castro, quien, de pie, participa en la escena al lado de Ramón Martínez Martín, entonces secretario general del sindicato. Están a punto de liarse a golpes. 10. “¡Hijos de Jonguitud!” En la víspera del congreso nacional del sindicato, Antonio Jaimes Aguilar recibe a los disidentes en una tensa reunión que termina casi a golpes. Lo acompaña el secretario de Finanzas, Refugio Araujo del Ángel. Los disidentes entienden el viejo lenguaje. Tres años atrás, el acompañante de Ramón Martínez Martín era Jaimes Aguilar. En la sala donde los reciben, los dirigentes vanguardistas se quedan siempre detrás de unos sillones. Las palabras suben de tono. El salón se comienza a llenar de “ayudantes”. Los maestros se encienden: “¡Hijos de Jonguitud!”, les gritan. El secretario general del SNTE acusa a los disidentes de estar al servicio de Fernando Elías Calles, segundo del secretario de Educación Manuel Bartlett Díaz. Al paso de los años, ese “enemigo” del SNTE se convertirá en un empleado más de la maestra Gordillo. Pero todavía en la víspera, los maestros salen esa tarde en medio de gritos: “¡Queremos hablar con el dueño del perro!” El senador Carlos Jonguitud, como siempre, no se aparece por ahí. Ese día, los maestros acuerdan convocar a un paro de 48 horas. El movimiento ya no se detiene. 11. “Ya lo será” Un intelectual de altos vuelos recibe un regalo de la Maestra. Un aparato de fax, todavía en uso a fines de 1989. Llama a su oficina: —Oiga, ¿por qué me mandaron esto? —Es una atención de su amiga la profesora Elba Esther Gordillo. —Oiga, pero yo ni la conozco, menos puedo decir que soy su amigo. —Pues ya lo será, ya lo será. 12. Melón en la boca Cuenta un ex líder de la CNTE: “Elba Esther somete, te cierra el ojo, te puede estar fregando sobre


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