Una noche, muy tarde, sin raz贸n alguna, algo se movi贸 en el pantano negro al fondo de la quebrada.
Los peces se alejaron asustados.
Y los pรกjaros de la noche escondieron sus cabezas entre sus alas.
Cuando se atrevieron a mirar de nuevo, habí a algo muy grande y enlodado sentado en la orilla.
_ Qué soy? _murmuraba_. Qué soy?, qué soy?, qué soy? Los pájaros de la noche rápidamente volvieron a esconder sus cabezas entre sus alas.
Por la mañana, la cosa aún estaba sentada allí , limpiándose para ver qué había debajo del lodo.
_ Qué soy? _seguía repitiendo_. Qué soy? Pero los pájaros de la noche estaban durmiendo.
Un ornitorrinco que pasaba por la quebrada resolvió el dilema: _Eres un bunyip _le dijo.
_Bunyip _murmuró contento el bunyip. _ Bunyip! Entonces se enderezó y gritó: _ Y a qué me parezco?
Pero el ornitorrinco ya hab铆a desaparecido. _ Soy buenmozo? _preguntaba el bunyip._ Soy o no soy?
Pero nadie le respondi贸 y el bunyip sigui贸 sentado all铆, pensando.
Después de un rato llegó un ualabía beber en la quebrada. _ A qué se parecen los bunyips? _preguntó el bunyip. _Son horrorosos _contestó el ualabí_. Tienen patas con membranas y plumas.
_ Grandes y lindas plumas? _pregunt贸 el bunyip entusiasmado. _No. Plumas horribles _dijo el ualab铆muy seguro. Termin贸 de beber y se fue saltando.
_ Lindas patas con membranas? _gritó el bunyip. Pero ya no había nadie. El bunyip suspiró y se alejó en busca de alguien más a quien preguntar.
Algo se movió en los matorrales cercanos y de pronto salió disparado un emú. _ Espera! _gritó el bunyip, corriendo detrás de él_. A qué se parecen los bunyips?