Matta Clarck

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instantes, la vida de Matta‐Clark es la huella metafórica del tiempo con origen y final, desde el Big‐Bang hasta el agujero negro, una línea irregular de difícil medición. La vieja versión de la pintura, la escultura y la arquitectura como disciplinas ligadas al espacio, y la música, la literatura, el teatro y el cine como disciplinas temporales, se hacen añicos en la temporalidad compleja de sus obras; el tiempo de la historia, el tiempo de la acción, el tiempo cronológico, el tiempo del artista y el tiempo del espectador teorizados por Calabrese43 con relación al tiempo representado en la pintura y sus posibles implicaciones, y referidos a formas de temporalidad tradicionalmente representadas por medio de imágenes. Son formas de temporalidad que no se representan, se “presentan” como realidad en el caso de las intervenciones de Matta‐Clark, el tiempo histórico, que Dan Graham cree que permite entrar en esas obras, entra en el propio tiempo de su historia, la historia y su imagen reflejada: El hombre, «el ser negativo que sólo es en la medida en que suprime el Ser», es idéntico al tiempo. La apropiación de su propia naturaleza por parte del hombre es a la vez su conquista del conjunto del universo... La historia ha existido siempre, pero no siempre de forma histórica. La temporalidad del hombre, tal y como ha sido efectuada por mediación de la sociedad, se identifica con la humanización del tiempo. El movimiento inconsciente del tiempo se manifiesta y se hace verdadero en la conciencia histórica44. Si el movimiento es una de las funciones del espacio y el tiempo es una consecuencia del movimiento, Matta‐Clark ha completado y expandido el dispositivo de “exposición”, aquel que genera espacios públicos de recepción, establece la posibilidad de una discusión inmediata y en el cual percibimos, comentamos, nos desplazamos en un solo y mismo espacio/tiempo45. Y lo ha expandido añadiendo a las experiencias de proximidad, privacidad, vacío y especificidad, la experiencia del tiempo como finitud y la subsiguiente sensación de provisionalidad y premura. El espacio interior y el espacio exterior, tan presentes y equilibrados en su trabajo, se acompasan y contradicen en sus relaciones binarias: interior/pasado y exterior/futuro. Un pasado de objetos arquitectónicos destruidos y un futuro de proyectos imposible, el tiempo, otra vez, como aliado y enemigo. Como su propio intento de enfrentar el tiempo real con los “misterios del tiempo”. Los instantes sucedidos, los acontecimientos en cadena, son pensados, según sus propias palabras, en términos de escala como algo periférico a la representación, es decir como algo que solamente puede ser asumido como experiencia individual/de cuerpo y social/de discurso, en una apreciación unitaria de espacio, movimiento y tiempo. El tiempo como parte constitutiva del trabajo, en y fuera de su curso cronológico, el tiempo como cambio de percepción: Una imagen‐recuerdo del tiempo poderosa y comúnmente reconocida se presta a usos estéticos. Es posible asimismo exhibir directamente el cambio ambiental de una manera más próxima a como realmente ocurre utilizando como material artístico el proceso mismo de cambio. En este caso percibiremos movimientos continuos en lugar de episodios abruptamente cambiantes, y estos movimientos no deben ni ser demasiado rápidos ni demasiado lentos para nuestra limitada capacidad perceptiva. Debemos ver, oír o percibir que algo cambia46.


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