El prestigio de la profesión docente en España

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III. Un debate abierto... Valoraciones críticas del grupo de expertos

Cuando la percepción no se corresponde con la realidad: el prestigio de la profesión docente Juan Ignacio Martínez Pastor Director de Investigación del Centro de Investigaciones Sociológicas y Profesor de Sociología de la UNED La mayoría de los españoles cree que el prestigio de los profesores ha disminuido en las últimas décadas. Además, son los propios docentes quienes más insisten y propagan esta creencia. En efecto, es habitual oír y leer que el prestigio de los docentes ha languidecido y que se trata de un hecho indiscutible. La realidad no se corresponde con esta percepción. El estudio llevado a cabo por Víctor Pérez Díaz y Juan Carlos Rodríguez indica: 1) que ser profesor de enseñanza Primaria y Secundaria está entre las ocupaciones más prestigiosas, y 2) que este prestigio se ha mantenido constante si lo comparamos con los datos recopilados en los noventa1. El resultado sorprende por diversos motivos. Ante todo porque se podrían encontrar dos razones para pensar que es cierto ese declive del prestigio de los profesores. La primera está muy ligada a la expansión educativa. Según la EPA, en 1987 había 350.000 profesores; en 2010 hay 800.000, sin contar a los profesores universitarios. Esto es, en poco más de dos décadas el número de profesores ha aumentado un 128%, convirtiéndose en una de las ocupaciones que más individuos agrupa en España. Este hecho produciría a priori varios efectos. Generalmente, cuando algo abunda disminuye su valor. Además, la gran cantidad de profesores requerida por una expansión educativa tan abrumadora podría haber significado la disminución de los estándares de calidad en la selección del profesorado.

La segunda razón por la que podría pensarse en una caída del prestigio de la profesión docente se relaciona con la propia experiencia educativa de los ciudadanos. La proporción de españoles que ha pasado por la enseñanza Secundaria se ha multiplicado. Es uno de los mayores éxitos de la actual sociedad española y, sin embargo, uno de los menos valorados. En 1976 sólo el 18% de la población residente en España había cursado más allá de los estudios Primarios. Sólo una minoría había tenido contacto con los profesores de Secundaria y con los universitarios. En 2010, la proporción llega al 67%2. Incluso para las generaciones más recientes tener estudios de Bachillerato superior u orientados al ejercicio profesional es lo más habitual. Los españoles de hoy, por tanto, han tenido un mayor contacto con los profesores. Por otra parte, los profesores tenían antes, hace varias décadas, el monopolio de la cultura en gran medida. Eran en cierto modo una figura respetada y venerada en su respectiva población; eran los ilustrados en un mundo donde muy pocos estudiaban. Ahora, en cambio, han perdido en buena parte el monopolio de la cultura y, al haber tenido contacto con ellos una mayor proporción de individuos, cabe pensar que su figura se ha desmitificado. Las noticias sobre agresiones ocasionales de padres furibundos contra maestros indefensos fomentan la conciencia de que ser profesor ya no es lo que era3. Son algunas hipótesis que podrían explicar el supuesto declive del prestigio de la profesión docente, sin ánimo de ser exhaustivo y sin entrar en argumentos tan manidos como la falta de autoridad. A menudo los investigadores dan por hecho que sucede un fenómeno y se plantean hipótesis para explicarlo, sin analizar si el fenómeno que quieren explicar sucede realmente. Pues bien, los datos no corroboran lo que se da por hecho. El prestigio de los profesores no ha disminuido. La escala de prestigio profesional que aquí se comenta es, hasta donde logro saber, la única que se ha llevado a cabo en España en los últimos veinte años. Su metodología es rigurosa y sus resultados fiables. La 2

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Carabaña Morales, Julio, y Gómez Bueno, Carmuca (1996): Escalas de prestigio profesional, Madrid, CIS.

Datos de la EPA: tercer trimestre de 1976 y segundo de 2010. Por el contrario, cabe recordar un conocido proverbio que refleja que en tiempos pretéritos en el imaginario popular ser maestro equivalía a ser pobre: “pasar más hambre que un maestro de escuela”.

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