TUS ZONAS ERRONEAS

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una buena esposa o lo que seas. Es un dividendo estupendo pero malsano y que carece de lógica. - Las preocupaciones son muy útiles para justificar ciertos comportamientos autofrustrantes. Si eres gordo, seguro que comes de más cuando estás preocupado, por lo que tienes una razón estupenda para aferrarte al comportamiento angustioso producido por las preocupaciones. Igualmente, verás que fumas más en situaciones difíciles y puedes usar tu angustia y tu preocupación para no dejar de fumar. Este mismo sistema de retribución neurótica es aplicable a otras zonas como el matrimonio, el dinero, la salud y cosas por el estilo. La preocupación te ayuda a evitar el cambio. Es más fácil preocuparse por los dolores que tienes en el pecho que correr el riesgo de averiguar la verdad y consecuentemente tener que habértelas contigo mismo. - Las preocupaciones impiden que vivas tu vida. Los angustiados se quedan quietos preocupándose por todo mientras las personas activas y positivas tienen la necesidad de moverse. La preocupación es un recurso muy hábil que sirve para mantenerte inactivo y ciertamente es mucho más fácil angustiarse aunque menos estimulante y agradable, que ser una persona activa comprometida con las cosas. - Las preocupaciones pueden provocar úlceras, hipertensión, calambres, dolores de cabeza, dolores de espalda y muchas dolencias por el estilo. Y aunque éstas no parecen retribuciones, obtienen como resultado mucha atención de parte de la demás gente y también mucha autocompasión. Y mucha gente prefiere ser compadecida que realizarse. Ahora que comprendes cuál es el sistema psicológico de apoyo que está detrás de tu preocupación, podrás empezar a proyectar algunos esfuerzos estratégicos que te servirán para deshacerte de los molestos microbios de la preocupación que se incuban en esta zona errónea. Algunas estrategias para eliminar la preocupación Empieza a ver tus momentos presentes como un tiempo para vivir en vez de obsesionarte por el futuro. Cuando te pilles angustiándote, pregúntate a ti mismo: "¿De qué me estoy evadiendo al gastar este momento en preocupaciones?". Entonces empieza a atacar lo que estás evitando o lo que sea que te impulsa a evadirte. El mejor antídoto para la preocupación es la acción. Un paciente mío muy propenso a la angustia, me relató uno de sus últimos triunfos al respecto. Durante su estadía en un lugar de veraneo, entró en una sauna una tarde. Allí se encontró con un señor que simplemente no podía tomarse unas vacaciones y olvidarse de sus problemas. Este señor habló largo y tendido sobre todas las cosas que debían preocupar a mi paciente. Habló de la Bolsa, pero dijo que no había que preocuparse de las fluctuaciones de corto alcance. Dentro de seis meses habría un colapso total y eso sí que era para preocuparse. Mi paciente se enteró bien de cuáles eran las cosas de las que


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