Escandinavia en autocaravana

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provocó molestias estomacales. Luego, carretera y manta hasta Kaamanen (por primera vez en Finlandia, una carretera llena de baches), y después 70 km. sin un bicho viviente hasta la frontera noruega. El asfalto es un puro sube-y-baja, bastante estrecho y sorprendentemente con bastante tráfico para el que esperábamos por estas latitudes. Conozco carreteras extremeñas por las que pasan menos coches que por aquí. Karigasniemi es el último pueblo finlandés. Aunque a partir de Ivalo el precio del gasoil es más alto que la media finlandesa, llenamos el depósito en previsión de la carestía noruega. La gasolinera es vetusta y deprimente. No tiene marquesina, y la indefinición de los surtidores es tal que tengo que entrar en la tienda a preguntar. The middle one, me responde la dependienta. El cruce del río Teno significa la frontera de la Unión Europea en este rincón del mundo. Dejamos atrás Finlandia, un país que quizá no sea tan bonito como Noruega ni tan bien organizado como Suecia, pero que nos ha calado hondo en el corazón. La aduana noruega es una poli que sale de la garita y nos observa atentamente desde el otro lado de la carretera. Por lo demás, se constata un cambio muy marcado, porque al desangelado paisaje de los últimos km. de Finlandia le sucede la vega del río Karasjokka, llena de granjas, prados y vacas. Es extraño cruzar una frontera: cuando ya te has hecho a un país, a su talante y su forma de hacer las cosas, toca irse a otro. Las primeras horas son de incertidumbre: no sabes cómo será el sitio, ni la gente, ni cómo te entenderás con ellos. Cambiar de país, sobre todo si no has estado allí antes, es para mí un desafío. Paramos a comer unos km. antes de Karaskov. En este pueblo está la sede del Parlamento Sami. Tenía interés en verlo, pero me confundo con el parque temático que hay a las afueras y pasamos de largo. De todos modos, no es que hoy haga un buen día para visitas. Seguimos hacia el Norte y sigue la lluvia. La carretera se estrecha y deforma hasta extremos increíbles, sobre todo teniendo en cuenta que estamos en la E 06, esto es, un itinerario europeo. Tan angosta es que los pocos camiones que pasan vienen a toda pastilla, pisando la raya del centro en medio de una nube de agua. Se llevan mis pitidos y mis maldiciones. Lakselv. Sacamos coronas de un cajero, y aprovechamos para cargar agua, pues en la gasolinera finesa no tenían. En este pueblo comienza el Porsangen, un fiordo de más de un centenar de km. que bordearemos hasta Cabo Norte. La vista primera es abrumadora y excepcional, aunque fuera hace un frío que pela. Desde el mismo casco urbano se divisa nieve en las montañas, las primeras que vemos desde los Pirineos, y enormes cascadas. La carretera, que va ahora encajonada entre el fiordo y la montaña, nos recuerda mucho a las de 48


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