PY094171 Manual Merck de veterinaria

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Enfermedades de los nervios periféricos y de la unión neuromuscular

cara. Puede deberse a la presión del cabestro en caballos durante una anestesia general. Hay parálisis ipsilateral del labio, desviación del hocico hacia contralateral y reflejo palpebral débil o ausente. Una oreja caída puede ser el resultado de lesiones en la porción proximal del nervio.

ENFERMEDADES VASCULARES Neuromiopatía isquémica: L a neuropatía

isquémica es más común en gatos que presentan tromboembolismo arterial secundario a una enfermedad miocárdica. También se observa en perros con diversos trastornos subyacentes como hiperadrenocorticismo, hipotiroidismo, enfermedad renal, cáncer y enfermedades cardiacas. La oclusión se da más frecuentemente en la trifurcación aórtica distal, y provoca isquemia de los músculos y nervios de las extremidades pélvicas. Hay una paraparesia aguda y dolorosa y una incapacidad para flexionar o extender el tarso. Se pierde el reflejo flexor y, en algunos casos, el reflejo patelar. Está disminuida la sensibilidad distal al corvejón. Los músculos gastrocnemio y tibial anterior frecuentemente están duros y doloridos. Las uñas pueden estar cianóticas, y el pulso femoral es débil o está ausente.

El diagnóstico se basa frecuentemente en los signos clínicos. La CK sérica suele estar incrementada. La ecografía Doppler ayuda a evaluar el flujo sanguíneo de la aorta distal y las arterias femorales. Se observan cambios patológicos distales a un nivel entre el muslo medio e inferior, caracterizados por una necrosis muscular focal y una degeneración de los tramos centrales del nervio ciático y sus ramas. La intervención médica consiste en analgesia y tratamiento de apoyo y de cualquier trastorno subyacente (p. ej., cardiomiopatía). El tratamiento trombolítico con estreptocinasa o activador del plasminógeno tisular no mejora la supervivencia. Los anticoagulantes, como la heparina no fraccionada o la heparina de bajo peso molecular, se usan para reducir la formación continuada de trombos. Los déficits neurológicos pueden mejorar en 2-3 sem., pero pueden ser necesarios 6 meses para una recuperación completa. Es posible que se produzcan déficits permanentes. Aproximadamente, el 60 % de los gatos afectados mueren o son eutanasiados durante el episodio inicial. En los gatos que sobreviven, el pronóstico a largo plazo es reservado (mediana de 12 meses) por la enfermedad cardiaca subyacente y el alto riesgo de recidiva del tromboembolismo.

ENFERMEDADES DE LA COLUMNA VERTEBRAL Y MÉDULA Las enfermedades de la columna y médula espinal incluyen trastornos congénitos, degenerativos, inflamatorios e infecciosos, neoplasias, enfermedades nutricionales, traumatismos, trastornos tóxicos y enfermedades vasculares. Muchas de estas enfermedades se tratan en detalle en otros capítulos y aquí solo se describen brevemente. Para una descripción de los trastornos congénitos de la columna y médula espinal, véase p. 1312.

ENFERMEDADES DEGENERATIVAS Espondilomielopatía cervical: L a espon-

dilomielopatía cervical, también llamada malformación vertebral cervical-malarticulación y síndrome de Wobbler, es la compresión de la médula espinal por un desarrollo anormal de las vértebras cervicales. Los factores genéticos y posiblemente los nutricionales también puede que estén implicados. En los perros, hay dos formas de la enfermedad, el síndrome de Wobbler asociado al disco (SWAD) y la espondilomielopatía

cervical asociada al hueso. El SWAD afecta a perros de raza grande de mediana edad (media 7 años), especialmente Doberman Pinschers. Hay compresión ventral de la médula espinal debido a la protrusión de uno o más discos cervicales caudales, en algunos casos complicados por estenosis congénita del canal vertebral o hipertrofia del ligamento amarillo. La compresión ósea afecta a perros jóvenes (de varios meses a 4 años) de razas gigantes, como el Gran Danés, el Mastín y el Rottweiler. La compresión medular se debe a la proliferación ósea en las apófisis articulares y pedículos, por lo general de las vértebras C4 a C7. Los signos clínicos pueden ser agudos o lentamente progresivos. Los casos leves se caracterizan por una leve ataxia de las cuatro extremidades, que se ve a menudo como un paso largo y prolongado en los miembros pélvicos y un paso corto en los miembros torácicos. En casos graves, hay paresia o parálisis de las cuatro extremidades. El dolor cervical es variable. El diagnóstico diferencial incluye


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