19885c

Page 14

Y entonces la vio: una pared lisa, gris, sin ninguna característica destacada. Era increíblemente elevada y parecía curvarse hacia arriba. Se extendía hasta el océano. Interrumpía la carretera. Cortaba Clifftop, un hotel pijo, por la mitad. Se extendía hacia el interior, donde ya no alcanzaba la vista, cortando todo lo que encontraba a su paso. Pasó un tiempo hasta que descubrieron que se trataba de una esfera de más de treinta kilómetros de diámetro. Enseguida empezaron a aparecer vistas aéreas por todo internet. Pasó un tiempo, tras días de no creérselo y de negarlo, hasta que el mundo aceptó que no se había transportado a los niños. Todas las personas menores de quince años habían desaparecido. No había muerto ningún adulto de la población de Perdido Beach, California, ni de parte del área circundante, aunque algunos habían resultado heridos cuando se encontraron de repente en el desierto, en el agua, cayendo colina abajo. Una mujer se encontró de pronto en casa de otra persona. Otro hombre apareció mojado, en bañador, en mitad de la carretera, y los coches tuvieron que dar volantazos para no atropellarlo. Pero al final solo hubo una muerte: la de un vendedor de San Luis Obispo que se dirigía a hablar sobre un seguro con una pareja de Perdido Beach. No había visto la barrera que atravesaba la carretera en el Parque Nacional Stefano Rey, y su Hyundai chocó a más de cien kilómetros por hora. Connie ya no se acordaba de su nombre. Muchos nombres habían entrado y salido de su vida desde entonces. Con esfuerzo, la mujer se obligó a dejar de recordar aquel día. El coronel Matteu estaba diciendo algo importante. —La firma energética ha cambiado. —¿La qué? Connie Temple miró a Abana Baidoo. Se habían hecho buenas 16

053-114989-MIEDO.indd 16

05/05/14 18:07


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.