15253c

Page 19

venía en dirección opuesta, uno de los dos tenía que retroceder algunos metros para ceder el paso al otro. Cuando nos dirigíamos a casa y nos acercábamos a la curva en forma de S, pisé con suavidad el pedal del freno por si algún vehículo venía en sentido contrario. Al doblar la curva, vi un enorme camión rojo que se dirigía hacia nosotras. A la velocidad que iba, no había modo de que frenara a tiempo para detenerse y avanzaba directamente hacia nuestro auto. De verdad creí que el camión iba chocar de frente con nosotras, por lo que en una fracción de segundo frené, me quité el cinturón de seguridad y me lancé sobre Holly. Quizá si yo absorbía el impacto, ella podría sobrevivir. Dicen que en instantes así la vida pasa como una película rápida frente a uno, pero no fue eso lo que me sucedió. Todo lo que me cruzó por la mente fue: “Bueno, llegó mi hora”. Mi amado padre decía en vida: “Cuando una pluma blanca te toca en la frente, llegó tu hora de partir”. Lo único que recuerdo haber pensado es: “Espero que no me duela mucho y ruego a Dios que mi bebé se salve”. En esos pocos segundos cerré los ojos y me preparé para lo que venía, mientras le decía a Holly cuánto la amaba. Oí el retumbo del camión que se acercaba a toda velocidad y traté de proteger a mi pequeña. De repente, todo quedó en silencio. Todo estaba tan callado que pensé que ya había pasado el golpe, que estaba muerta y me estaban transportando al cielo o adondequiera que vayamos después de la muerte. No se oía ni el más mínimo ruido. Después de lo que me pareció una eternidad, abrí los ojos con cautela. Seguía tendida sobre Holly en mi automóvil y la calle estaba en total silencio. No había tránsito, ni camión que viniera hacia nosotros; no había nada. Fue como si una mano enorme hubiera levantado mi auto para quitarlo de en medio y lo hubiera vuelto a depositar en la calle. Miré por el espejo retrovisor y no vi señales del camión rojo. Simplemente se había esfumado como por arte de magia. Temblorosa, conduje a casa. Durante todo el camino no me encontré con ningún otro vehículo. Cuando levanté a Holly del asiento del automóvil, descubrí una pequeña pluma blanca en su asiento. Guardo la pluma en mi auto como recordatorio de que los ángeles nos estaban cuidando ese día, hace casi diez años, y todos los días les doy gracias porque nos protegen dondequiera que vamos. ~Deborah Durbin

22

| UNA PLUMA BLANCA

CDP_Angeles entre nosotros.indd 22 CDP_Angeles entre nosotros_OE_125x190mm.indd

22

17:06 CDP_Ange 20/10/16 24/06/14 12:57 a.m.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.