191 sugerencias para hablar y escribir más eficazmente

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Simitrio Quezada

7 MINUTOS

191 sugerencias para hablar y escribir mejor...

...y que se tome en serio tu opinión editorial

Didáctica



7 minutos 191 sugerencias para hablar y escribir más eficazmente

Simitrio Quezada


7 minutos. 191 sugerencias para hablar y escribir más eficazmente | Simitrio Quezada. México, Editorial Didáctica: 2020 276 p. : gráf. ; 13 × 19 cm isbn

978-607-29-2352-2

d.r. 2020, ©Editorial Didáctica | México

didacticaconsultores.com/simitrioquezada contacto@didacticaconsultores.com Ventas: (+52 1) 492 238 8264

Primera edición: 2020 Dirección editorial: Alfredo Díaz Barriga de los Cobos Diseño editorial: Dalia de la Torre Jiménez Control de calidad editorial: Simitrio Quezada Martínez

isbn 978-607-29-2352-2

Este libro fue sometido a un proceso de dictaminación por académicos según las normas establecidas por Editorial Didáctica. Se prohíbe la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra —sin la autorización escrita de los editores—, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso, de los tratados internacionales.


A la memoria y el legado de don Arrigo Coen.

A Emanuel, Mateo y André: representantes del futuro por el que ofrezco este presente.



Si digo «lune» hay que pensar que esa palabra ha pasado por Verlaine, que la palabra «moon» ha pasado por Shakespeare y que la palabra «luna» ha pasado por Virgilio. Entonces, cada lengua es una tradición.

Jorge Luis Borges, en su conferencia

La creación poética



Presentación Este prontuario de sugerencias para hablar y escribir más eficazmente es fruto de 18 años de mi experiencia en colaboraciones por radio, televisión, prensa e internet. Considerando el legado y trabajo de profesionales entre los que destaca Arrigo Coen (el italo-mexicano que sobre todo en la década de 1980 destacó como lingüista y especialista en el «buen decir y escribir», profesor de instituciones como Sogem e ipn, e incluso consultor en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal), durante algunos años he participado en mi entorno, el estado de Zacatecas, en noticiarios televisivos y radiofónicos, impresos suplementos culturales y plataformas digitales con secciones llamadas «El buen hablar», «Buen hablar, buen decir», «El picaporte» y «Abrapalabra», respectivamente. En medio de la reciente difusión de revistas y libros que (ora entre lo muy académico, ora entre lo muy divulgativo) consignan las dudas más recurrentes en el español y la creciente consideración que en internet se otorga a las disposiciones de la Real Academia de la Lengua Española, 7 minutos busca quedar en la comunidad como un atento y útil vademécum. Editores y autor de este prontuario lo proponemos como un instrumento práctico y cordial no para imponer un modo específico de hablar y escribir en el español de gran parte de México, sino más bien —como su nombre lo dice— para ayudar a encontrar lo más


adecuado, y acaso eficaz, en cada contexto. Consideramos, en efecto, que bastan 7 minutos diarios de lectura, reflexión y práctica de lo expuesto en cada sugerencia para lograrlo. Aunque privilegiando siempre la concisión, como autor de estas sugerencias procuro dejar entre sus lectores la amenidad y algo de ingenio dentro del estilo con que promuevo estos contenidos. Así consigno los 191 aportes más preguntados, singulares y útiles dentro de mi experiencia como difusor del hablar y escribir con la suficiente eficacia en el español mexicano más común y aquél que más se aspira a hablar y escribir para lograr los propósitos de la comunicación en diversos entornos oficiales, laborales y más interpersonales.




¿«Del» 2021 o «de» 2021? La lona sobre el presídium en una ceremonia de graduación consignaba la fecha de tal sábado: 2 de julio «del» 2016. «¿Por qué es inadecuado escribir ‘del’ 2016?», preguntó uno de los organizadores del evento cuando le hice ver el error. «¿En qué fecha naciste?», le pregunté. «27 de marzo de 1983». «De 1983», dije, enfatizando la preposición «de». «Hasta referirse a 1999 muchos dicen «de», pero al llegar a 2000 prefieren «del» quizá por asociarlo con la expresión «del año 2000». Aun así podría decir que mi sobrina, a quien hace años festejamos con vals y chambelán, nació el 14 de febrero de 2000, y el contexto me dará a entender que 2000 se refiere a año». No existe, pues, una mejor razón para cambiar el formato. En la Edad Media alguien podía decir que nació el 4 de septiembre de 987 y su hermano menor el 5 de agosto de 1008. Recalco: De 1008, no «del» 1008, pues el cambio a milenio no tiene por qué afectar al lenguaje.

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«Vinimos» y «venimos», «viniste» «Venimos» es presente y «vinimos» pasado, dirá alguien que comprende el manejo de verbos en español. Empero en la práctica ambas expresiones resultan relativas. En la oración compuesta «Hace dos días vinimos como trabajadores querellosos y hoy venimos como sindicalizados» se aplica con claridad la diferencia entre pasado y presente. Aun así en cualquier momento puede entrar en juego esta relatividad entre los tiempos al manifestar algo como: «Venimos (presente) desde hace dos semanas haciendo este trámite, y hoy vinimos (pasado) temprano para irnos pronto con las fotocopias». «Hace dos semanas» es más «pasado» que «hoy». Con todo, parece que invierto los tiempos. Respecto a la disyuntiva del «veniste» y «viniste», recientemente se ha desechado el primero para preferir al segundo como indicativo del pretérito. Si alguien argumenta que pregunta «¿A qué veniste?» como expresión en presente, hay que hacerle ver que ese tiempo verbal se expresa correctamente con «¿A qué vienes?». Es decir —disculpen la rima—, «veniste» no existe.

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«Ocupar» no significa aún «necesitar» De las 11 definiciones que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española consigna teóricamente la palabra «ocupar», ninguna se refiere todavía a «necesitar», como lo atribuimos prácticamente en nuestra habla coloquial en el centro y norte de esta República Mexicana. El primer significado se refiere a tomar posesión de algo, por invasión o instalación. El segundo es el goce o disfrute de un empleo, dignidad o similares; el tercero, «llenar un espacio o lugar». La cuarta definición es reveladora para el propósito que ahora me ocupa: «Habitar una casa». Sostengo que es «reveladora» porque cuando alguien dice «Ahora ocupo una casa» se refiere a que actualmente «vive» ahí, y no que «necesita» una vivienda. La quinta definición es «dar qué hacer o en qué trabajar», como en «ocupé a mi hijo en el aseo de su recámara». La sexta es: «Embarazar o estorbar a alguien». La séptima: «Llamar la atención de alguien». La octava: «Emplearse en un trabajo». La novena: «Preocuparse por una persona, prestándole atención». El décimo significado: «Poner la consideración en un asunto o negocio». El undécimo: «Asumir la responsabilidad de un asunto, encargarse de él». Cuando alguien dice «voy a ocupar una casa» u «ocuparé un mozo para que arregle mi jardín», se re15


fiere a que habitará o dará qué hacer, respectivamente. Ambas, usos del verbo «ocupar», que implican a «necesitar», parecen sustituirlo. Insisto: aunque son tantos los conceptos implicados en este verbo, «ocupar», ninguno se acerca a «necesitar». Nos formamos con esta forma de hablar, y así día tras día escuchamos a niños que dicen «Ocupo un mapa de Jalisco para hacer mi tarea», y a muchos fuereños que nos escuchan puede causar gracia imaginar al estudiante en casa, sentado encima de un mapa de esta entidad, mientras escribe y lee. Culmino con otra aberración de este tipo: «No ocupo dar más ejemplos».

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¿«Capacidades diferentes»?, vaya discapacidad La expresión «capacidades diferentes» tiene poco que ver con la discapacidad. Comparado con un contador, una gimnasta posee capacidades diferentes. Lo mismo un violinista comparado con un político. Es una palabra más adecuada discapacidad: la falta de una capacidad, referida a la limitación y no a la persona (ahora se dice «persona con discapacidad» y no «discapacitado»). No hay por qué acuñar como eufemismo «capacidades diferentes», expresión que no define con exactitud la condición desventajosa de las personas con discapacidad. Todas las personas tenemos capacidades diferentes, pero no a todas nos afecta una discapacidad. No queramos maquillar con nuestras palabras una realidad. La discapacidad es eso: carencia, supresión, accidente que marca (para mal o bien). Algunos tienden hoy a la denominación «diversidad funcional» como algo más propio para referirse a esta situación.

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«Abusado» y «aguzado» Un niño que desde sus cuatro años es enviado a trabajar es un niño abusado. Un niño que desde sus cuatro años demuestra que sabe leer es un niño aguzado. ¡Aguzados con eso! El aguzado, adjetivo relacionado con el talento, tiene agudeza en sus sentidos e inteligencia. El abusado, adjetivo relacionado con la voz pasiva del verbo «abusar», es una víctima de atropellos y… ¿qué creen? ¡pues abusos! ¿Es usted perspicaz? Es usted aguzado. ¿Todos lo pisotean? Es usted abusado. En una de sus imágenes publicitarias, unos vendedores de pollo frito de franquicia la regaron al escribir «Ponte Abu$ado» (el signo de pesos parecía algo así como «abusaremos al quitarte tu dinero»). Como ustedes son lectores aguzados, no quiero tenerlos abusados con más explicaciones obvias.

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«Las quiero guapas», sin coma vocativa «Las quiero guapas» escribe una docente de preparatoria a sus amigas en Facebook al publicar fotografías donde todas ellas aparecen sonrientes. Es profesora en preparatoria, así que no debería existir error en la interpretación que los lectores demos a la frase. Se supone que las docentes de preparatoria conocen la Gramática. ¿Las quiere guapas porque las ve feas? ¿Las quiere guapas porque las llevará a un baile? ¿Las quiere guapas porque serán candidatas a reina de belleza? La docente de preparatoria quiere que sus amigas estén guapas. A menos, claro, que la profesora olvidara o ignorara o no le interesara utilizar un pequeño signo, una pestaña llamada coma. Vocativa, en este caso (vocare: llamar, nombrar), porque llama o menciona a sus amigas. «Las quiero, guapas». Qué diferencia. En ese caso la profesora no sólo quiere (tiene afecto) a sus amigas: también las considera guapas. Ojalá todas las docentes de preparatorias supieran utilizar la coma, sobre todo la vocativa. También en Facebook he leído a alguien que escribe a un colega: «Deja de atacar a mi presidente imbécil». Y a un hombre que teclea, para su compadre: «Hoy te anduve buscando maestro»… Para algún lector cabría 19


la posibilidad de que el ferviente defensor considere imbécil a su presidente, así como el otro a su compadre (al grado de buscarle un maestro).

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Los cuatro por/que Analicemos la correcta utilización del porqué, porque, por qué y por que. Primero tenemos el «porqué», utilizado como sustantivo equivalente a causa, motivo o razón. En inglés es the reason, como en la canción del grupo de rock Hoobastank. A reason to start over new, and the reason is you, «Una razón para empezar de nuevo, y la razón eres tú», traducción que también pudiera ser «Un porqué para empezar de nuevo, y el porqué eres tú». Otros ejemplos: Son muchos los buenos porqués para entrarle a este proyecto. La actual huelga en la uam tiene un gran porqué.

En segundo lugar tenemos al «porque», conjunción explicativa o causal. El equivalente en inglés es because, como inicia aquella canción de The Beatles: Because the world is round it turns me on (Porque el mundo es redondo me hace girar). No quise cantar porque amanecí ronco. No tardes, porque debemos comer juntos. Porque te quiero te regaño.

En tercer lugar tenemos la expresión «por qué», formada por preposición y pronombre interrogativo. 21


Generalmente la utilizamos en interrogaciones y exclamaciones directas (con signos) o indirectas: ¿Por qué anuncian a Los Acosta y llegan Los Freddy’s? Quiero saber por qué tengo que ir yo. ¿Por qué este libro indigna tanto? ¿Por qué no me escuchas? Quiero entender por qué suceden tales desgracias. ¿Perdón por qué? La vida cobra en estos casos. Ignoro por qué demora tanto el taxi. ¡Por qué carajos me haces esperar!

Por último, el «por que» combina la preposición «por» con el pronombre relativo «que». Comúnmente introduce una oración subordinada: Muero de ganas por que estés conmigo. Cuánto daría por que corrigieras tu actitud. Ésta es la carta por que estoy aquí. La razón por que continúo frente a ti es mi gran amor. Por que (con tal de que) me pagaras todo, acepto.

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Ipso facto: Por el hecho mismo Utilizado durante generaciones en el ámbito legal mas no explicado cabalmente, se ha modificado el significado original de la expresión latina Ipso facto. Muchos creen que significa «al instante», «rapidísimo», «pero como vas». Algunos amigos del empresario mexicano Slim difundieron, incluso, que significa «en infínitum». En realidad el adjetivo latino Ipsus significa «el mismo». Factus significa «el hecho». Literalmente, Ipso facto significa «por el hecho mismo». Está declinado en el caso ablativo, lo que implica que debe ir acompañado por una preposición, en este caso, de causa. Algunos especialistas en Derecho lo traducen erróneamente como «en el acto». Con todo, de ahí derivan su significado a «rápidamente», lo cual no es preciso en ámbitos fuera de la jurisprudencia. Si un hombre es sorprendido robando una joyería, ipso facto debe ser consignado a las autoridades judiciales: por estar haciendo eso, pues. Si mi compadre sorprende a su esposa copulando con otro hombre, se molestará ipso facto. No quiere decir que «en ching…» o «luego luego», sino «por lo mismo», por lo que está sucediendo. Más vale aclararlo ipsa turbatione, es decir: por la misma confusión.

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Vocales con tilde, en minúsculas y mayúsculas Debido al diseño de los tipos en las antiguas máquinas de escribir, hace décadas una vocal mayúscula no dejaba ver la tilde o acento ortográfico puesta antes para que estuviera sobre aquélla. En realidad no quedaba sobre ella, sino bajo la vocal marcada sobre la hoja. Insisto: era una realidad asumida (por un problema físico-mecánico) que no se ponían tildes sobre esas vocales mayúsculas, aunque por escrito sí deban llevarlas. La tecnología llega en los años recientes a exterminar pretextos. Ahora, pues, el hecho de que una vocal esté escrita en mayúscula no justifica que vaya sin la tilde o acento ortográfico que debe llevar.

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Si no adviertes el «sino»… Si no prestamos atención, podemos confundir la expresión condicional «si no» (dos palabras) con la conjunción adversativa «sino» (ésta es incluso sustantivo que se relaciona en su significado con destino, designio, fato, algo de lo que no se puede escapar en la vida pues ha sido predeterminado por alguien muy poderoso. Ejemplo: «Su sino era siempre luchar por causas perdidas»). La conjunción adversativa «sino» es parte invariable de la oración que une expresiones en ésta, aunque con un cambio de sentido (como la misma palabra «aunque»): Mi propósito no es redundar, sino hacer más comprensible la diferencia. Si no quisiera hacerlo así no enfatizaría, sino sólo llenaría renglones sin sentido. Si no pusiera estos ejemplos, sino otros innecesarios, mi exposición carecería de sentido. Es rarísimo encontrar a la conjunción «sino» al inicio de una oración, a menos que redacte un hipérbaton (figura retórica donde cambio el orden natural de las palabras en la oración para lograr mayor impacto o elegancia). Ejemplo: «Sino aquel amor que mata, no el mío, ella prefirió». La expresión «Si no», compuesta por el condicional «Si» y el adverbio de negación «no», puede exponer un caso (con verbo en presente, pasado o futuro) seguido de alguna consecuencia. Es común ver dicha expresión al iniciar la oración. Si no quieres ir, aquí nos quedamos. Si no hubieras tardado, otra cosa sería. Si no tendrás esa suma el viernes, nos irá mal. 25


Pueden considerarnos si no nos enojamos. Me largo del país si no gana nuestro proyecto político.

Si no ponemos atención, podemos seguir confundiendo ese par de palabras con una conjunción adversativa.

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Sobre la necesaria tilde en el adverbio «sólo» Recalcan algunos que ya no es necesario poner tilde al adverbio «sólo» (y que incluso la Real Academia ya dio su «bendición» al respecto). Machacan que no hay riesgo de que este adverbio sea confundido con el adjetivo «solo». Con todo, una tilde puede marcar diferencia en el significado de frases y oraciones. No es lo mismo, por ejemplo, la frase amatoria y tautológica «Trabajo solo cuando no estás» que la aborrecedora y visceral «Trabajo sólo cuando no estás». No es lo mismo el enfático «Sólo me doy placer» que el autoerótico «Solo me doy placer».

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«No sólo… sino también…» Tras distinguir la expresión «si no», preposición condicional más adverbio de negación (y con acentuación aguda), y la conjunción «sino» (de acento grave), queda el problema de que muchos dicen o escriben «No sólo… sino…», y no podemos precisar si el sentido de la expresión es «No x, sino y» o «No sólo x, sino también y» (es decir, «x más y»). En el caso «No x, sino y» la conjunción «sino» se vuelve adversativa. Cambiemos la frase festiva: «No quiero oro, sino quebrar la piñata». Así se muestra mejor cómo se anula el primer elemento y se aprueba, en sustitución del anulado, el segundo. Respecto a «No sólo x, sino también y», hacemos que la conjunción «sino» deje de ser adversativa para que tenga carácter aditivo. Completemos el ejemplo: «No sólo quiero oro, sino también romper la piñata». Se aprueba el primer elemento y también el segundo. Repito: «x más y». La clave para evitar confusiones es acompañar siempre el «sino» con el adverbio «también» cuando queremos conferirle esa propiedad de adición. Y usar «No x, sino y» cuando vamos a excluir algo para sustituirlo con otro elemento. En lugar de «sino también», hay quien dice y escribe «sino además», «sino incluso» y «sino aun».

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¿«Haber» qué pasa? «Haber si vienes».

Tache. Lo correcto es: «A ver si vienes». «Haber cómo le haces».

Otro tache. Otra vez es «A ver…». «Vamos haber cómo nos va».

Pésimo. Debe ser: «Vamos a ver cómo nos va». «Haber si de aquí al lunes».

Debe ser: «A ver si de aquí al lunes». Como sustantivo, «haber» significa posesión, patrimonio. El Diccionario estipula que, en su calidad de verbo, conjuga otros verbos en los tiempos compuestos. Ejemplos: «Yo he amado», «Tú habrás leído». Con infinitivo, haber «denota deber, conveniencia o necesidad de realizar lo expresado por dicho infinitivo». Ejemplos: «He de salir temprano», «Habré de conformarme», «Has de pagar a fin de mes». ¿Recuerdan aquella canción: «Te he de querer, te he de adorar…»? La palabra «haber» es inf initivo del verbo homónimo. Lo leemos también en la expresión «lo habido y por haber», que se refiere a toda clase de cosas o situaciones inimaginables. 29


«A ver» es una expresión compuesta por la preposición «a» y el infinitivo «ver»: constituye una propuesta de examinar, mirar o incluso tratar algo. A ver qué les parece esta explicación.

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Tilde en éste, ése y aquél (y plurales y femeninos) Quizá para enfatizar la importancia de lo que quieren comunicar, algunos conocidos nuestros ponen equivocadamente tilde a las palabras «este», «ese» y «aquel» (y a sus plurales y femeninos) cuando estos vocablos son adjetivos y no pronombres. Recordemos que existen nueve partes de la oración: Artículo, Nombre o Sustantivo, Adjetivo, Pronombre, Verbo, Adverbio, Conjunción, Preposición, Interjección (para aclarar mejor esto, a partir de este punto de la explicación y hasta el final de ésta pongo con mayúscula inicial cada nombre de ellas). El Adjetivo (ad iectum: lanzado junto a, adiectivus: relativo a lo lanzado junto a) va «pegado» al Nombre. El Pronombre (pro nomen: en lugar del nombre) sustituye al Nombre para no estar mencionándolo a cada rato. A partir de estas definiciones se entiende como regla que cuando hay Nombre su acompañante es Adjetivo, y cuando no hay Nombre sí hay Pronombre. Ejemplos: «Esta torta es mía y ésta es tuya». Al escribir «Esta torta», tengo juntos al Adjetivo demostrativo y al Nombre o Sustantivo. Cuando agrego «y ésta», se entiende que ya no tengo por qué mencionar al mismo Sustantivo y entra en acción el Pronombre.

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Al Adjetivo no le pongo tilde porque no debe llevar: es palabra grave terminada en vocal. Pero sí pongo tilde en la «e» al Pronombre porque no debe ser confundido con un adjetivo. Por eso es incorrecto escribir: «Ven por éste regalo». Debe escribirse sin tilde. Es incorrecto: «Pásame ése papel». Si el otro replica ¿Cuál?, en lo siguiente puede entrar el Pronombre: «Ése. Si fuera alacrán ya te hubiera picado». «Esto», «eso» y «aquello» (de género neutro) nunca llevan tilde porque no pueden acompañar a un sustantivo. Es decir: no pueden ser confundidos con adjetivos demostrativos; siempre aparecen como pronombres demostrativos y no adjetivos ídem. Al menos en el español que hablamos en México, los pronombres pueden ser utilizados con un dejo despectivo: «A ésa» (también título de por lo menos tres canciones), «Ya te vas con aquéllos», «¿Ahora qué trae éste?», «Deja que se aparezca aquél», «Vamos al bar con aquéllas…». Por ser pronombres, todas estas palabras han llevado tilde y no por razones de pronunciación de acento, sino para diferenciarlas de adjetivos. Recientemente la Real Academia de la Lengua Española «recomendó» que ya ninguna de estas palabras, adjetivos o pronombres, lleve tilde. Parece que cedió a la exigencia de muchos que «se la complicaban» con entender la diferencia y les dijo algo como: «Bueno: que al cabo son pocos los casos en que estas palabras podrían confundirse». Aun así, por ejemplo, la interrogación «¿Por qué andan comprando aquellos libros tan usados?» tiene un adjetivo demostrativo y parece una frase dirigida a un «ustedes». Pero si pongo una tilde, «aquellos» deja de referirse a los 32


libros para hablar de unos sujetos: «¿Por qué andan comprando aquéllos libros tan usados?». La pausa y el tono que utilice en lo oral evitará confusión, pero en lo escrito el riesgo es mayor. Muchos hablantes del español que aprendimos de las horas en aulas y de las gramáticas viejas a venerar nuestra lengua continuamos resistiéndonos a esta simplificación que parece anarquía para complacer a quienes parecen llevar como lema: «Yo no estoy para aprender reglas: como quiera entiendes lo que quise escribir». En ese «como quiera» podemos estar encerrando nuestro próximo daño a la comunicación efectiva.

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El recién llegado rinde protesta, su jefe la toma Resumamos esta situación así: «El nuevo rinde protesta y es su jefe quien la toma». El nuevo declara ante el jefe y la asamblea que protesta cumplir y hacer cumplir... todo lo que debe cumplir en el cargo de presidente, secretario, gobernador, incluso candidato a algún puesto. En el contexto académico, cuando un estudiante obtiene su grado, en su examen de titulación se le toma protesta. Tanto en ese ámbito como en el político y social (porque también hay quien protesta como presidente del Colegio de Contadores, del Club Rotario, de la Asociación de Padres de Familia), quien preside el acto toma nota de esa protesta. Queda claro, pues, que uno rinde o declara y el superior que está enfrente recoge o toma esa protesta. Por derivación debe entenderse que si Fulano de Tal «rinde» protesta a lo que implica su nuevo cargo, estoy invitado a la Toma de Protesta «a» Fulano de Tal (se la toma un superior), no la Toma «de» ese Fulano. Si quiero conservar el «de», redactaría en la invitación que los convoco a la «Rendición de Protesta de Fulano de Tal».

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Juegos (y no fuegos) pirotécnicos «Fuegos pirotécnicos» es redundancia comparable con «aguas líquidas», «mocos acuosos», «casa habitable» o «idiota estúpido». «Pirotecnia» está formada por dos palabras griegas: piros, fuego, y tecne, técnica. No tiene caso decir «fuegos de fuego» (al único que se le permitiría expresar algo así sería a Julio Cortázar, quien tituló a uno de sus cuentarios «Todos los fuegos el fuego».) La confusión viene del parecido entre el sustantivo «fuegos» con «juegos». Juegos pirotécnicos son los juegos de luces, colores, chiflidos y estruendos: recursos para los que, como escribió Octavio Paz en uno de sus ensayos, siempre hay dinero para tenerlos en las fiestas aunque ninguna familia ni gobierno cuente con presupuesto para lo básico. Repitamos: Juegos (con jota), no fuegos.

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¿«Media borracha» o «medio borracha»? Se dice que el adverbio es la parte invariable de la oración que modifica principalmente al verbo, del mismo modo en que el adjetivo lo hace con el nombre o sustantivo. Ejemplos: «Fabuloso espectáculo» (adjetivo con sustantivo) «Misteriosamente enmudeció» (adverbio con verbo). La realidad del adverbio es más amplia: puede también modificar a un adjetivo e incluso a otro adverbio: «Marcadamente sombrío» (adverbio con adjetivo), «Muy descaradamente» (adverbio con adverbio). En la expresión «medio borracha», «medio» es adverbio que modifica al adjetivo. No hay razón para que concuerde con género y número de ese adjetivo. No hay razón para escribir o decir «Media borracha». Una canción del género banda reproduce ese error. Se titula La noche perfecta y comienza: «Llegamos los dos buscando un hotel, un pocos nerviosos al imaginar qué iba a suceder». Resulta incorrecto decir «un pocos nerviosos», pues «pocos» no es adjetivo sino adverbio. Lo correcto sería «un poco nerviosos». Refrendo: Adverbio con adjetivo.

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No existen falsas alarmas Las alarmas existen o no. Si escuchamos una pero en realidad no hay de qué preocuparse, no digamos que esa alarma es algo falso: ahí está, es una alarma, no la hemos imaginado. No es una falsa alarma. Más bien se trata de una alarma infundada, no justificada. En ese sentido no existen falsas alarmas, sino alarmas injustificadas, infundadas.

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Bizarro: significado «torcido» en otros idiomas Respecto a la palabra anglosajona bizarre (extraño, extravagante, ridículo, burdo) y la española «bizarro» (osado, valiente, generoso, de muy buen porte) hay muchas teorías. La más aceptada es que ambas tienen una misma raíz, y ésta se encuentra en el vasco, lengua en la que bizarr (así, con doble «r») significa barba o pelo abundante. Recordemos: El vasco o euskera no está considerado dentro de las lenguas indoeuropeas, como sí nuestro idioma, y en su vocabulario dominan palabras con erres. Durante un tiempo esta palabra vasca se aplicó a los barbados y después a los de abundante pelo en pecho, generalmente hombres valientes y con iniciativa. El vocablo pasó a los italianos, quienes le dieron el sentido de algo vivo, lleno de energía, incluso caprichoso. Ahí comienza a bifurcarse el significado: los franceses copian la palabra a los italianos y de lo caprichoso, vigoroso e indomable, pasan a lo impredecible, estrafalario, fachoso, ridículo. Bizarro comienza a ser sinónimo de «raro». Del francés pasa al inglés con fuerte carga negativa, mientras que los vascos contagiaron a los hablantes del español estas palabras, «bizarro» y «bizarría», para designar a los temerarios, valientes, de alma ancha, sacrificados. Como si esta desviación de significado no fuera suficiente para dividir a anglófonos e hispanoparlantes, en 1958 el guionista de cómics Otto Binder muestra al 38


mundo, desde la cultura estadounidense, a una copia imperfecta de Supermán llamada Bizarro, villano que en cada historia se la pasa lamentando el personificar lo burdo. Así que no se preocupe: cuando el jerezano Ramón López Velarde escribió que la ciudad Zacatecas es «la bizarra capital de mi estado», de ningún modo la ofendía: la exaltaba por valerosa. No deje usted que los que hablan inglés le hagan pensar mal de los nuestros y de lo nuestro.

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Denuestos, mejor que «denostaciones» Poco se nos enseña sobre la palabra «denuesto» (del verbo «denostar», derivado del latín dehonestare : «deshonestar», quitar lo honesto o deshonrar): injuria grave de palabra o por escrito. Se falta al respeto a otro mediante denuestos. Pueden gritar a un político: «¡Ratero, marrullero, cacique!». Si él no es todo eso, tales calificativos quedan como denuestos. Esta denominación resulta más adecuada que «denostaciones»y «denostación», palabras no registradas oficialmente en el Diccionario. Proferir denuestos es, entonces, «denostar», verbo irregular que se conjuga como «contar». Así como digo «él cuenta a sus invitados», debo decir «él denuesta a sus invitados». No denosta. Se dice «Mi oponente me denuesta», no «Mi oponente me denosta».

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«Mas» y «más» No siempre en nuestro idioma la tilde marca el rompimiento de la ley natural del acento o pronunciación de las palabras. Existe también una función «diferenciadora» de esta tilde en palabras que se escriben igual y a veces hasta se pronuncian idénticamente pero tienen distinto significado: en esos casos se habla de la tilde diacrítica o el acento ortográfico diacrítico. Uno de estos casos está en el adverbio «más», que implica cantidad (es el more inglés), al que se le pone tilde para diferenciarla de la conjunción adversativa «mas», sinónima de «pero», «sin embargo» y expresiones semejantes (es el but inglés). Ejemplos: Hay capital, mas es preciso continuar con austeridad. Necesitamos más estrategias de este tipo. Puse buena calificación, mas revisa tu respuesta final. Más vale que aumentes tu empeño en tu formación.

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¿«Mas sin embargo»? ¿«Pero sin embargo»? Conjunciones y expresiones adversativas son:

Sin embargo Mas Pero Aunque Empero Aun así No obstante Con todo En cambio Sino Si bien A pesar de ello Unir dos o más de ellas genera redundancia. Es incorrecto «Mas sin embargo», «Pero sin embargo», «Pero mas sin embargo» (hay quien dice «Pero mas sin en cambio»), «Pero aunque». «Mas sin embargo» queda peor en el ámbito escrito, ya que a esa conjunción adversativa «mas», que no lleva tilde, algunos le agregan dicho signo como si fuera un adverbio de cantidad. «Más sin embargo». Con ganas de replicarles: ¿Existe «Menos sin embargo»?

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«El día de hoy», «el día de ayer» Si escribo «mañana», se entiende que hablo de un día. Lo mismo si escribo «ayer» u «hoy». Por eso redundan las expresiones «el día de mañana», «el día de ayer», «el día martes», «el día viernes», «el día de hoy». «Nos vemos el día de mañana» sería adecuado si nos referimos específicamente a la parte de la jornada que comporta las horas con luz del día: nos veremos mañana, sí, pero sólo durante el día: de ningún modo en la noche. Escribimos o decimos «el día de hoy» si estamos contrastándolo con «la noche de hoy», «la tarde de hoy», incluso con «la madrugada de hoy». Alguien podrá preguntar qué sucede si dice «Viernes» no refiriéndose al día, sino al personaje de la novela Robinson Crusoe, escrita por Defoe. En ese caso se especifica que se habla o escribe sobre un personaje y no sobre un día. Es decir, se confirma un contexto. No es obligación de un lector adivinar qué quiso decir un autor que omite datos. Contra lo que muchos difunden, ante la tarea de interpretar un texto, gran parte de la responsabilidad está en quien emite el mensaje, no en quien lo recibe.

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«Rehúsa» y «reúsa» Leí en un impreso: «El gobernador reúsa dar declaraciones». Sin «h», como si se olvidara que la diferencia entre los verbos rehusar y reusar es la misma entre «no aceptar» (rechazar) y «reutilizar». Rehusar trae como resabio esa «h» que en latín era «f». La palabra original era refusar, parecida en sonido y significado a «rechazar» (en inglés sí quedó el verbo refuse). Re significa «hacia atrás»; fusare, «consumir, desgastar» (como en «fusible»): el verbo implica un «no» al desgaste. «Abel rehusó la oferta» significa que Abel no quiso echar mano de esa oferta: no la consumió, no la utilizó, sí la dejó pasar. «Los docentes rehusaron ir a la huelga» significa que ellos pudieron aprovechar ese derecho mas prefirieron dejarlo intacto. «Me rehúso a tener dos esposas» quiere decir que no quiero, aunque sí pueda hacerlo. Reusar, en cambio, toma al prefijo re con su significado de «volver a» y al sustantivo usus, uso. «Voy a reusar esta botella que tenía jugo para ponerle limonada». «Puedes reusar este aceite tres veces». «Reusemos nuestras mochilas de secundaria». La Real Academia de la Lengua Española sugiere que dejemos de emplear el verbo «reusar» y en su lugar pongamos «reutilizar». Empero muchos sostenemos que eso implicaría restar riqueza al idioma, y que, igual que sucede con los gerundios, en lugar de temer y encerrar toros en el corral debemos continuar aprendiendo a torearlos. 44


Tanto rehúsa como reúsa y los demás verbos conjugados que se pronuncien con acento grave deben llevar tilde para deshacer el diptongo con la «e», vocal fuerte. Por eso es yo rehúso y yo reúso, tú rehúsas y reúsas, ellos rehúsan y reúsan, y, en modo subjuntivo, que él rehúse y reúse, que ellos rehúsen y reúsen.

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No existe el «han habido» En la gramática española, a las oraciones sin sujeto se les llama impersonales. No tienen sujeto, no tienen persona. Las más comunes son «Se dice que, se informa, se trabaja, se rumora, se difunde el trascendido…». Sirven para tomar distancia: para bien o mal. Algunos asesores de tesis recomiendan que en la redacción de tales textos dominen oraciones impersonales: «En esta investigación se pretende…», «se ha buscado que…», «se encuentran estos elementos», «se concluye que…». En esta clase de oraciones puede utilizarse erróneamente la expresión «han habido», la cual es inexistente. ¿Por qué? Siempre el número del verbo está determinado por el sujeto que lo rige: el verbo será singular si el sujeto que lo acompaña es singular («El soldado Juan lava la tina»), el verbo queda en plural si el sujeto que lo realiza está en plural («Los soldados lavan la tina»), el verbo queda en singular si el sujeto es sustantivo colectivo (Se dice: «La tropa lava la tina», «El pelotón lava la tina», aunque la tropa o el pelotón estén compuestos con 80 mil soldados cada uno). Los impersonales, repito, no tienen sujeto. Por eso se dice y escribe «Ha habido quejas» y no «han habido quejas»; «Ha habido personas» y no «Han habido personas». Esto al emplear el verbo «haber» para denotar presencia o existencia de más de un elemento. Se dice y 46


escribe: «Hubo contratiempos para festejarte»; no «Hubieron contratiempos para festejarte». «Había muchos refrescos en el refrigerador»; no: «habían muchos refrescos en el refrigerador».

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«Hubieron»… sólo como verbo auxiliar Influenciados, quizá, por las conjugaciones regulares, algunas personas insisten en utilizar la expresión «hubieron» como plural de «hubo» cuando se habla de la existencia o presencia de algo. Ejemplos: Hubieron muchas personas en el evento. Hubieron errores en tu texto. En la región hubieron fríos extremos durante el alba. En el día hubieron muchas fiestas. Hubieron circunstancias que no me dejaron asistir. Hubieron ocho quejas durante tu horario. No hubieron más reclamos.

Hay incluso quien sentencia, medio en serio medio en broma, que «el hubiera sí existe, lo que no existe es el hubieron». Éste es el otro extremo. Sí existe la palabra hubieron, pero sólo es correcto su uso como auxiliar en la construcción de verbos en tiempo antepretérito, los que en nuestro español de México son raros. Propongo cuatro ejemplos: Veo migajas. Supongo que aquí hubieron comido. No están. Hubieron salido temprano. Hubieron redactado esto por odio: de otro modo no se explica. Hubieron supuesto que no vendríamos: por eso se fueron. 48


Extraños, recalco. La función que cumple el «hubieron» es similar a la de su singular «he»: «he dicho», «he prometido», «he elaborado». Hasta aquí vamos bien. Vuelvo a lo que debe evitarse: «Hubieron» no existe como verbo que denote existencia o presencia. Lo correcto en esos casos es «hubo», seguido del sustantivo en plural del que hablamos en la oración correspondiente. Hubo muchas personas en el evento. Hubo errores en tu texto. En la región hubieron fríos extremos durante el alba. En el día hubo muchas fiestas. Hubo circunstancias que no me dejaron asistir. Hubo ocho quejas durante tu horario. No hubo más reclamos.

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¿«Hay» hablamos mañana? ¿«Hay» viene la plaga? Alguien presumió en redes sociales haber recibido un diploma. Presentaba la fotografía con dos palabras: «Hay está». «Hay» con hache inicial, a y ye, del verbo haber, y no «Ahí», el adverbio de lugar. Otros escriben expresiones como «Hay hablamos en la semana», «Hay viene la plaga», «Hay nos vemos», «¿Dónde es hay?», «Vamos a ver cómo se te desarrolla el músculo por hay», «Hay tú decides». En estos casos se confunde con el verbo «hay», de «haber», al adverbio «ahí», que señala un lugar. Lo correcto es «Ahí hablamos en la semana», «Ahí está», «Ahí viene la plaga», «Ahí nos vemos», «¿Dónde es ahí?», «Veamos cómo se te desarrolla el músculo por ahí», «Ahí tú decides». La otra confusión es la del mismo verbo «hay» con la interjección «Ay». Menos común, mas digno de mucha atención. Quien escribe «Ay, Dios» está emitiendo una interjección. Quien escribe «Hay Dios» está declarando la existencia de Dios. Otros casos son «Hay buey», «Hay, yo qué más quisiera». Deberían escribir «Ay buey», «Ay, yo qué más quisiera». ¡Ay, a ver si hay suficiente cerebro para meter todo ahí!

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¿«Gracias a» o «Debido a»? Hace tiempo escuché en un noticiario: «Gracias a este incumplimiento, los campesinos se quedarán sin apoyos en el próximo año». Después leí: «El soldado chihuahuense fue envuelto y lanzado por la bandera gracias a las ráfagas de aire». En ambas desgracias, ¿«gracias a»? Si dices o escribes «Gracias a», confieres al enunciado (voluntaria o involuntariamente) un matiz de gusto, alegría, beneficio. En esas oraciones parece que te da gusto que los campesinos se quedarán sin apoyos en el próximo año o que el soldado haya sido lanzado, aunque no es cierto que ambas situaciones te den gusto. Parece, además, que se pierde objetividad. Lo correcto sería una expresión de complemento circunstancial de causa que sí sea objetiva. En este caso, «Debido a». Leamos: «Debido a este incumplimiento, los campesinos se quedarán sin apoyos en el próximo año», «Debido a las ráfagas de aire, el soldado fue envuelto y lanzado por la bandera». Ahora sí tiene sentido de objetividad: lo que se busca según tal contexto. Wittgenstein escribió que el tamaño de nuestro lenguaje es el tamaño de nuestro mundo. Agrego que la selección de palabras en nuestro lenguaje es también la selección de matices y escenarios sobre ese mundo, acaso más para quienes nos escuchan y leen que para nosotros mismos. 51


Gerundio: para lo simultáneo, no lo posterior He conocido salas de redacciones donde se prohíbe el uso de gerundios: esas terminaciones verbales «ando», «iendo». El gerundio es el malo del cuento y por eso nunca debe ir en la nota, la crónica, el editorial. Según lo que he apreciado en esos ambientes, no sólo se limita al gerundio, sino que incluso se enseña a temerlo. ¿Por qué esa evasión? Quizá porque el desconocimiento genera falta de pericia y la falta de pericia genera equívocos que a su vez alimentan ese temor. Lo consecuente, entonces, sería no temer al hermoso minotauro llamado gerundio, sino más bien aprender a torearlo. El gerundio expresa duración de la acción verbal —una que aún no termina— y también puede denotar simultaneidad: lo que se hace al mismo tiempo que otra acción. No conviene utilizarlo como forma personal ni como lo que estudiosos llaman «forma de posteridad». El gerundio de posteridad es aquél que equivocadamente se utiliza para expresar una acción detrás de otra. Cuando yo digo: «Mi amigo murió de un infarto, siendo enterrado por mí en el jardín», se entiende que mientras yo enterraba a mi amigo él se dio cuenta de eso y entonces le dio un infarto. Le dio un infarto al mismo tiempo en que yo lo enterraba. En realidad yo pude haber querido decir que mi amigo murió y después de eso fue cuando yo lo enterré en el jardín. Posteridad, no simultaneidad. 52


Si yo digo o escribo «Mi hermana chocó en carretera dañándose el pulmón izquierdo», un lector exigente puede reclamarme que yo manifiesto que, como conductora de un vehículo que circulaba por la carretera, mi hermana comenzó a dañarse el pulmón (no sé cómo se haga eso) y debido a esa acción chocó. Conclusión: el gerundio se utiliza más bien para manifestar simultaneidad. El ejemplo con que termino puede resultar tan burdo como efectivo: «Andando y miando, pa’ no hacer charco».

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«Lo que es», «lo que viene a ser», «lo que fue» Se escucha aun en medios de comunicación: «Luchamos por lo que son nuestros ideales», «Hablemos de lo que es la sobrepoblación». También en aulas de universidades: «Vamos a trabajar con lo que vienen siendo enfoques cuantitativos y cualitativos». Alguien dijo una vez por una radioemisora: «Si presenta usted estos síntomas, vaya con lo que es su doctor». Otro más soltó: «Los esperamos en lo que va a ser el convite». ¿Cuál es la razón de meter a chaleco esas expresiones «lo que vienen siendo», «lo que es», «lo que será» y similares? Parece que las personas que hablan así no comprenden que es mejor la expresión directa. En estos casos, «Luchamos por nuestros ideales… Vamos a trabajar con enfoques… Vaya con su doctor… Los esperamos en el convite». En el ámbito coloquial encontramos ejemplos más notables: «Me pegó lo que fue una gripe». «Revisemos lo que viene siendo la organización del evento». «Les presento lo que será mi nuevo vestido», «Estoy en lo que es la calzada de la Revolución», «Estuve en lo que vino siendo un concierto, en lo que vino a ser un descontrol». En algún noticiario escuché: «Estamos reportando lo que fue un choque entre lo que es una camioneta Ford con lo que viene siendo un coche Atos, en lo que es la 54


esquina de Hidalgo con Callejón del Santero». Así es la «educación» que prevalece: «Tengo problemas con los que son mis compañeros de clase». O más lamentable: «Revisemos lo que son los retos actuales». ¿Por qué ser tan rolleros? ¿Por qué contagiarnos de esta manía de meter palabras inútiles en nuestra comunicación cotidiana?

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El odioso «Haz de cuenta que» En la cotidiana forma de hablar de algunos conocidos nuestros, la expresión «Haz de cuenta que» llega muy pocas veces como genuina invitación a que, en efecto, desarrollemos la capacidad magnífica de imaginar. Ni hablar cuando se utiliza como muletilla inicial de relato o recuento: «Haz de cuenta que venía yo sobre el puente de Galerías y se soltó mucho tráfico y por eso llego tarde», dicen los más infortunados. Cuando les escucho eso, ¿debo imaginar a mi interlocutor en un mundo paralelo y sobre ese puente, en el entendido de que no ha estado allí recientemente? ¿O resulta que sí estuvo allí y ese «haz de cuenta que» constituye una expresión tan estorbosa como estúpida? «Haz de cuenta que» implicaría, pues, un planteamiento de algo que no se da; una suposición, un ejercicio mental más allá de lo que tenemos ahora. «Haz de cuenta que los humanos tenemos un cierre en el abdomen: si algún alimento nos cae mal, abrimos el cierre y tiramos lo masticado». «Haz de cuenta que jamás nos conocimos y este amor nunca existió. Chau chau». «No traigo dinero, pero haz de cuenta que ya te pagué con un billete de 500 y tú ya me diste el cambio». «Haz de cuenta que sí existen los dragones y tu mamá es uno de ellos».

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Viva la imaginación. Mueran los que la atropellan. Haz de cuenta que este planteamiento es infinito y quedas por siempre pensando en él.

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«Sobre todo» con espacio Quienes escriben la expresión «sobre todo» como si fuera una palabra deben recordar cuando en primaria los ponían a declamar «a, ante, bajo, cabe, con, de, desde» hasta el final. En esa enumeración de preposiciones iba la palabra «sobre». Respecto a la palabra «todo», ésta no requiere mayor explicación. Afinemos puntería y anotemos, entre «sobre» y «todo», un hermosísimo espacio: la blancura que brota del buen conocimiento del español. El sobretodo es una prenda y nada más. Nuestro Diccionario es tan generoso que incluso la describe como «ancha, larga y con mangas, en general más ligera que el gabán, que se lleva sobre el traje ordinario». En una segunda acepción, la del americanismo, el sobretodo es «abrigo o impermeable que se lleva sobre las demás prendas». Es sustantivo y prenda: el sobretodo es, sobre todo, una prenda. El sobretodo se viste como la gabardina, el overol, el poncho, el sarape. La otra expresión, «sobre todo», es locución adverbial formada por la preposición «sobre» y el sustantivo «todo». Significa «especialmente, mayormente, principalmente». No se refiere a algo físico o material, sino a algo intangible. Lo reprobable ocurre cuando algunos despistados escriben la locución adverbial sin espacio, como si las dos palabras fueran una sola: entonces la convierten en el sustantivo, en la prenda. 58


Las redes sociales contagian el mal uso escrito de esta expresión adverbial cuando leemos oraciones como «Me gusta estar contigo, sobretodo cuando estamos a solas», «Hay pobreza sobretodo en los suburbios», «Sobretodo cuando hay urgencias, el crédito es útil».

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Prometer no es jurar Erróneas expresiones son: «Me fue genial, te lo prometo», «Esto es fantástico, te lo prometo». Lo correcto en esos casos es: «Te lo juro». El verbo latino mittere significa enviar. De él derivan emitir, meter, transmitir, remitir, dimitir, misión, permitir, intermitente y prometer. El prefijo pro significa, tradicionalmente, «en sustitución», «en lugar de». «Prometer», del latín promittere, es verbo que transmite la idea de futuro, de algo venidero. Un primer significado de «prometer» implica declarar a alguien su decisión de obligarse a hacer algo o dar algo, ya sea grato o penoso. Ejemplos: «Te prometo que vendré con frecuencia», «Te prometo que no volveré a drogarme». Un segundo significado está más relacionado con la buena expectativa o esperanza: «Este proyecto promete». De ahí viene la expresión «es prometedor». Por sentido común se entiende que puede esperarse mucho de él, y no tanto que el proyecto se la pase prometiendo. El tercer significado se parece al anterior, y se advierte cuando algo da muestra de que producirá algún provecho. «Este abono promete una cosecha más jugosa». Jurar, del latín iurare, es verbo relacionado con ius: Derecho. De ahí viene justicia y justo. Jurar es afirmar o negar algo con solemnidad, algunas veces recalcando la presencia de algún ser sagrado u objeto con tales connotaciones. Tal presencia es, más que un testigo, garante de lo que se 60


declara. Ejemplos: «Te juro por mis hijos que no rompí tu florero favorito», «Juro que me vengaré», «Te juraré amor eterno ante el altar», «Juré no volver a creerte», «No jures en vano», «Te lo juro por los clavos de Cristo». Cuidado con confundir ambos verbos.

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«Se parte» de la tilde diacrítica Recordemos: Tilde es la raya oblicua utilizada en palabras violadoras de las leyes naturales del acento o la pronunciación en el español. Utilizamos tilde diacrítica en una palabra para distinguirla de otra con igual grafía pero distinto significado. Un caso común de tilde diacrítica es el del modo imperativo del verbo «ser»: se pone esta tilde en el exhorto u orden «sé» para distinguirlo del pronombre reflexivo «se» (Sé feliz: así se triunfa). Ambas palabras se pronuncian igual, lo mismo que la primera persona del verbo «saber»: Yo sé. Así tenemos que «Sé siempre amable» utiliza el verbo imperativo; «Se espera más esmero en la ejecución», el pronombre. Es vergonzoso cómo algunas instituciones educativas y gubernamentales escriben «Se parte de este evento», «Se parte de nuestra comunidad» sin tilde. Como si comunicaran que el evento o la comunidad son punto de partida de algo más.

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No es lo mismo «aplicación» que «solicitud» Con frecuencia se utiliza la palabra «aplicación» como traducción del anglosajón aplicattion, solicitud (una generalmente escrita). Repasemos el Diccionario de la Lengua Española: aplicación. (Del latín applicatîo, -õnis). 1. f. Acción y efecto de aplicar o aplicarse. 2. f. Afición y asiduidad con que se hace algo, especialmente el estudio. 3. f. Ornamentación ejecutada en materia distinta de otra a la cual se sobrepone. 4. f. Inform. Programa preparado para una utilización específica, como el pago de nóminas, formación de un banco de términos léxicos, etc. 5. f. Mat. Operación por la que se hace corresponder a todo elemento de un conjunto un solo elemento de otro conjunto.

Veamos qué significa «solicitud»: solicitud. (Del latín sollicitûdo). 1. f. Diligencia o instancia cuidadosa. 2. f. Memorial en que se solicita algo.

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Es adecuado «muchacho aplicado», pero no «petición aplicada». Ojalá tengamos buena «aplicación» de este aprendizaje mediante mucha «solicitud».

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«Últimamente» y «recientemente» Aunque ambos son adverbios (los dos adjetivos a los que se agrega el sufijo «mente»), «últimamente» y «recientemente» no son sinónimos. Respecto a contexto, «últimamente» se aplica por lo general a una acción no concluida. Ejemplo: «Últimamente he estado yendo a ver al cardiólogo». El sujeto que dice algo así se refiere a que, «en estos días, en los días que corren», está llevando un tratamiento. Otra cosa sería decir «Recientemente fui a ver al cardiólogo», lo que implica una acción terminada. «Últimamente» se refiere a eventos inconclusos o reiterados, continuos, prolongables, partes de un proceso. «Recientemente» es más correcto para hablar de una acción determinada, aislada.

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Aprendemos aun el aún… Aunque erróneamente algunos los pronuncian igual, marcando el acento en la «u», «aun» y «aún» no son lo mismo. El primero es conjunción; el segundo, adverbio temporal. El primero tiene una sílaba, debido al diptongo (vocal fuerte «a», vocal débil «u»). El segundo tiene dos sílabas porque la tilde en la «u» descompone al diptongo. El primero significa «incluso», «hasta», «siquiera». Ejemplos: En tu casa, aun tu mamá me quiere. Me gusta el café, aun frío. No lo trajo bañado, acicalado ni aun peinado.

El segundo, aún, significa «todavía»: Aún espero que me traigas tu tarea. Quiero saber si aún me amas. La que enviudó hace tres años aún viste de negro.

Así aprendemos aun el aún… y el aun.

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¿Existe un peligro que no sea latente? «Riesgo latente», «peligro latente», «amenaza potencial», «riesgo potencial», «riesgo inminente»… ¿Existe un riesgo que no sea latente o un peligro que no sea potencial o inminente? Entramos al —a veces inadvertido— juego de las redundancias. Es como si yo dijera «Esta situación de alarma es preocupante» o «Este problema representa un conflicto» o alguna otra obviedad.

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Un lívido sin libido Aunque se anuncien como expertos en sexualidad, algunas personas pronuncian «libido» con esdrújula: o sea «líbido». «Tengo líbido sexual». Peor: «Tengo muy alto el líbido sexual». La libido, palabra femenina y grave (con acento marcado en la penúltima sílaba), es el deseo sexual de una persona. Tal término es utilizado sobre todo en ámbitos de la medicina y el psicoanálisis. Se lee «libido» porque, según la primera ley del acento en nuestro idioma, toda palabra del español terminada en «n», «s» o vocal debe por naturaleza pronunciarse con acento grave. Además «libido sexual» es redundancia. Basta decir «libido». Claro que si alguien que presume de buen amante se ve de pronto carente de libido… entonces podría mostrarse lívido: notablemente pálido o de rostro azulado. Lívido porque perdió su libido. Alguien puede estar lívido no sólo por la impotencia, sino también por el frío o la ira o la angustia.

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«Beneficiencia» o «beneficencia» He escuchado a personas decir e incluso escribir «beneficiencia». Supongo que la asociación acústica con «ciencia», del latín scientia, conjunto de lo que se sabe (scire: saber), los lleva a esta pronunciación. Algún ingenuo podría pensar entonces que «beneficiencia» es algo como «la ciencia del benefi», cualquier cosa que «benefi» signifique. Estamos ante un solecismo, vicio del lenguaje oral y/o escrito que en este caso consiste en poner una letra más a una palabra. Agregamos una «i» al sufijo «cencia», que significa «cualidad de algo». Aquí es cualidad de bene, bien, y ficare, una derivación de facere, como en el verbo compuesto e infinitivo «beneficiar». Así que se dice y escribe «beneficencia», aunque a muchos parezca extraño y no adviertan que más extraño es hacer ciencia de algo que es más una virtud.

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«Revelarse» y «rebelarse» Vaya sorpresas nos dan algunos que optan por la rebeldía… frente a las reglas ortográficas. En redes sociales encuentro expresiones como «La gente debe revelarse contra el gobierno», «Por fin el pueblo se reveló por tanta injusticia». No entienden los confundidos que «revelarse» implica descubrir o manifestar algo que estaba oculto, tras un velamen o en la oscuridad. Se revela o devela: se le quita el velo. Se revela alguien cuya identidad era desconocida, se revela un rollo Kodak o Fuji, se revela el nombre del candidato «tapado» en el pri o el llamado promotor de la soberanía en Morena, se revelan los nombres de los que integrarán el próximo gabinete o primer círculo del nuevo gobernador. La palabra que los inconformes deberían utilizar es «rebelarse»: sublevarse u oponer resistencia. Se rebela la clase trabajadora frente al patrón, se rebelan los alumnos ante el profesor mediocre, se rebelan los griegos ante las ventajosas condiciones de los usureros. Revelarse proviene de la palabra latina velare; rebelarse, del plural de bellum: «bella» (se pronuncia «bela»), las guerras. Por eso hablamos y escribimos también de lo bélico como algo referente a los enfrentamientos y no a los velos. También por eso «rebeldía» se escribe con «b».

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Ni «en base a», ni «con base en» Al escuchar la extraña expresión «en base a», algunos hemos dicho que, si existe «en base a», a poco también existe «envase b» y «envase c» y «envase d»… Antes de hablar de la expresión incorrecta «en base a» y de la que parece la mejor propuesta para sustituirla, «con base en», debemos retomar el concepto de anglicismo, pues ambas expresiones lo son. En su libro Las buenas palabras, el profesor colombiano Julio G. Pesquera asegura que la frase anglosajona on the basis of originó la expresión «en base a». A partir de esa traducción inadecuada sobran quienes la difundieron en el habla y la escritura de nuestro español. Supongo que, ofendidos por el calco mal traducido y con la mejor intención, varios defensores de la sintaxis optaron por difundir la expresión «con base en». Aunque más correcta, la frase no deja de ser copia de la frase original en inglés: otro anglicismo. «¡Vaya puristas del español!», pensará usted. Y agregará: «¿Cómo debe decirse, entonces?». En nuestro idioma hay una preposición más que adecuada para indicar correlación, origen de una expresión u opinión, o dependencia causal. Se llama «según». Lo invito a que, en la próxima vez que piense decir «en base a» o «con base en», diga «según». O «conforme a». O «de acuerdo con». 71


«Vario tiempo», expresión arcaica Despierta polémica la expresión conformada por adjetivo y sustantivo «vario tiempo». Algunos gramáticos la rechazan; empero el Diccionario sí reconoce a «vario» como palabra. Lo más convencional es, de hecho, «algún tiempo». «Vario tiempo» es en realidad una expresión poco utilizada y en bastante desuso. Es arcaísmo que por lo mismo puede sonar incorrecto para muchos, sobre todo para los puristas del idioma. Recordemos que la palabra «vario» se utiliza más en plural.

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«Tanto es así que…» Debemos distinguir el uso del adverbio «tanto» y su apócope «tan». Esta última forma es «tan» especial que se antepone únicamente a adjetivos y adverbios. Ejemplos: Vienes tan distante, tan distinto, que no te reconozco. Se comportó de un modo tan estúpido que mejor me fui. Se acercó tan sospechosamente. Tan no lo quiso que ya lo denunció.

«Tanto», en cambio, se antepone a verbos, sustantivos y pronombres: Tanto come que ha engordado tres kilos en el mes pasado. Hace tanto ruido que ninguno lo soporta. Te quiero tanto que ya no puedo más.

En este contexto es incorrecto utilizar el apócope «tan» antes de un verbo. Sobre todo si ese verbo es el sustantivo «ser». No se dice, pues, «Tan es así que…». Lo adecuado es «Tanto es así que». Además no es necesaria la coma antes del pronombre.

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La diferencia entre «tanto» y «mucho» «Me gusta tanto hacer tarea», dice alguien sin entonación en el adjetivo determinativo indefinido «tanto». Lo corrijo: «Me gusta mucho», no «tanto». Si utilizamos «tanto» tendríamos que agregar «que» e incorporar una oración subordinada, como si fuera toda una expresión explicativa o ilustrativa. Ejemplo: «Tengo tanta hambre que me comería todo un elefante asado». En cambio «mucho» expresa solamente abundancia, en un sentido más positivo o simple que comparativo o superlativo. En la dimensión oral puede pronunciarse el «tanto» con una entonación alargada o pronunciada y entonces tendríamos una hipercaracterización: «Me gusta taaanto hacer tarea». Con eso no se precisan más palabras o explicaciones.

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No se dice «la primer», sino «la primera» —¿Es tu «primer» vez aquí? —Sí, es «la primer» ocasión que vengo… —«La primer» evaluación no es difícil. Es más: «la primer» pregunta te hará reír: trata sobre «la primer Guadalajara». —«La primer» persona que me animó me dijo lo mismo en «la primer feria» del conocimiento.

Este diálogo muestra cómo nuestra escuela de habla más poderosa es el habla misma. Tratándose de sustantivos femeninos que deben ser antecedidos por el adjetivo «primera», solemos faltar a la concordancia y sin más le suprimimos la «a» final. Y eso que lo antecedemos con el artículo «La». Decimos, en efecto, «la Primer» Ministro, «la primer» vez, «la primer» aventura, «la primer» feria, «la primer» lucha, «la primer» área, «la primer» jugada, «la primer» oportunidad, «la primer» virtud, «la primer» comida, «la primer» trampa, «la primer» receta, «la primer» revelación, «la primer» testigo, «la primer» protestante, «la primer» falla, «la primer» propuesta, «la primer» teoría. Lo correcto es, pues, «La Primera Ministro». Incluso puede ser «La Primera Ministra». Como si no hubiésemos cursado una educación primaria durante mínimo seis años. 75


«Bien» y «muy» La diferencia entre los adverbios «bien» y «muy» puede explicarse fácilmente: «muy» fácilmente. Ambos son adverbios: «bien», de calidad; «muy», de cantidad. Otra forma de explicarlo es: «bien» se refiere al 100 por ciento de la calidad mínima requerida, y «muy» sobrepasa a este 100 por ciento, para llegar a la saturación. Ejemplos: El boxeador dejó en su contrincante un golpe bien colocado. El boxeador dejó muy golpeado a su contrincante. Necesito que el villano de esta obra teatral sea bien malo. El villano te salió muy caracterizado.

Es decir: lo que está en la raya es «bien», lo que se pasó de la raya es «muy». Otros ejemplos: Que mi hija salga bien maquillada, no muy maquillada. Quiero botas bien lustradas: muy lustradas manchan el piso. Quedó bien salado: en su punto. Malo si supiera muy salado.

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Por antonomasia La palabra antonomasia proviene de ant: en vez de, y onoma: nombre. Si el verbo griego onomazein es traducido como «poner nombre» (el latín nominare), el verbo antonomazein significa «poner otro nombre». Se utiliza «por antonomasia» cuando se habla de algo tan representativo que es mejor designarlo por el nombre de la característica más destacada que por su nombre propio. Ejemplos: Jesús es, por antonomasia, hijo de Dios. Hipócrates, por antonomasia, fue médico. Cervantes Saavedra es novelista español por antonomasia. Por antonomasia, es difícil que se le crea al político mexicano. La religión considera malo al pecado por antonomasia. Es cliché que la suegra es metiche por antonomasia. El ministro dijo que Jesús es el salvador por antonomasia.

Me gusta la definición que consigna Fernando Lázaro Carreter en su Diccionario de términos filológicos: Antonomasia es «sustitución de un nombre por el de una cualidad que le corresponde de manera inconfundible».

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¿Se «rumorea» o se rumora? Algunos insisten en que la frase debe ser «La gente rumorea» y no «La gente rumora». Tanto «rumorar» como «rumorear» son verbos consignados en el Diccionario. Ambos significan difundir un rumor. No hay problema en utilizar uno u otro. «Rumorear» se utiliza en España, Argentina, Perú, Cuba, Chile, Uruguay, Ecuador y República Dominicana, y tiene un significado más amplio. De hecho es el único verbo que en su momento reconoció la especialista de la lengua María Moliner en su Diccionario de uso del español. «Rumorear» es verbo intransitivo (cuya acción queda en el sujeto que la ejecuta) que significa sonar de modo vago, sordo y continuo. «Rumorar» es verbo frecuente en México, Colombia, Guatemala, Bolivia, El Salvador y Puerto Rico. Así que no debe extrañar que un español o cubano diga «La gente rumorea» y que un mexicano o colombiano diga «La gente rumora».

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«¿Que se metió el loco? ¿Qué se metió el loco?» Sufren varios estudiantes al dudar cuándo escribir «qué» y cuándo «que». Algunos de ellos me insisten en que «una maestra en la secundaria» o «mi profe de Expresión Escrita en la prepa» les enseñaron que «qué» lleva tilde sólo si va entre signos de interrogación o admiración: un modo muy burdo de afrontar el problema. En efecto, es erróneo dejar sin tilde a «qué» en la oración «Veamos qué tenemos aquí». «Qué» puede ser pronombre interrogativo sin estar entre los signos correspondientes: Quiero saber qué sucedió entre ustedes. Dime qué se dijeron, qué busca cada uno. No sabemos qué se metió el velador. Ya imaginarás qué relajo se traía. Qué tanto buscas, le preguntó.

«Que» puede ser pronombre exclamativo sin estar entre los signos correspondientes. La oración exclamativa puede ser redactada sin necesidad de estos signos si se matiza que se trata de una exclamación: Qué estupidez cometen, les gritó. Qué traición, interrumpió alzando la voz. Qué oso contigo, de veras. 79



Sumario Presentación

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1. ¿«Del» 2021 o «de» 2021?

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2. «Vinimos» y «venimos», «viniste»

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3. «Ocupar» no significa aún «necesitar»

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4. ¿«Capacidades diferentes»?, vaya discapacidad

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5. «Abusado» y «aguzado»

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6. «Las quiero guapas», sin coma vocativa

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7. Los cuatro por/que

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8. Ipso facto: Por el hecho mismo

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9. Vocales con tilde, en minúsculas y mayúsculas

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10. Si no adviertes el «sino»…

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11. Sobre la necesaria tilde en el adverbio «sólo»

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12. «No sólo… sino también…»

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13. ¿«Haber» qué pasa?

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14. Tilde en éste, ése y aquél (y plurales y femeninos) 31 15. El recién llegado rinde protesta, su jefe la toma

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16. Juegos (y no fuegos) pirotécnicos

35

17. ¿«Media borracha» o «medio borracha»?

36

18. No existen falsas alarmas

37

19. Bizarro: significado «torcido» en otros idiomas

38

20. Denuestos, mejor que «denostaciones»

40

21. «Mas» y «más»

41

22. ¿«Mas sin embargo»? ¿«Pero sin embargo»?

42

23. «El día de hoy», «el día de ayer»

43

24. «Rehúsa» y «reúsa»

44

25. No existe el «han habido»

46

26. «Hubieron»… sólo como verbo auxiliar

48


27. ¿«Hay» hablamos mañana? ¿«Hay» viene la plaga? 50 28. ¿«Gracias a» o «Debido a»?

51

29. Gerundio: para lo simultáneo, no lo posterior

52

30. «Lo que es», «lo que viene a ser», «lo que fue»

54

31. El odioso «Haz de cuenta que»

56

32. «Sobre todo» con espacio

58

33. Prometer no es jurar

60

34. «Se parte» de la tilde diacrítica

62

35. No es lo mismo «aplicación» que «solicitud»

63

36. «Últimamente» y «recientemente»

65

37. Aprendemos aun el aún…

66

38. ¿Existe un peligro que no sea latente?

67

39. Un lívido sin libido

68

40. «Beneficiencia» o «beneficencia»

69

41. «Revelarse» y «rebelarse»

70

42. Ni «en base a», ni «con base en»

71

43. «Vario tiempo», expresión arcaica

72

44. «Tanto es así que…»

73

45. La diferencia entre «tanto» y «mucho»

74

46. No se dice «la primer», sino «la primera»

75

47. «Bien» y «muy»

76

48. Por antonomasia

77

49. ¿Se «rumorea» o se rumora?

78

50. «¿Que se metió el loco? ¿Qué se metió el loco?»

79

51. Visualizar no es sinónimo de ver

81

52. El médico, la médica, el modista y el policía

82

53. Sustantivos epicenos y heterónimos

84

54. «Desidia» con «s», igual que «deseo»

86

55. ¿Los «menos insospechados»?

88

56. Llevar «a cabo», no llevar «acabo»

89

57. Virtual: con virtud para ser

90

58. Regular: ¿no fino, común, normal?

91


59. De veras va separado «de veras»

93

60. Celebración versus conmemoración

95

61. Transa, con «s»

96

62. Atención al texto «por ahí»

97

63. «Coherencia», sin más palabras

98

64. «También no» es «Tampoco»

99

65. «Concejo» y «Consejo»

100

66. «Antiedad»: contra la edad

102

67. Distinga «desecho» y «deshecho»

103

68. Que «no lo dio» todo feo

104

69. De más está «demás» cuando debe ser «de más» 105 70. La reina que odia a las «reynas»

107

71. ¿La «16» asamblea? ¿«dieciseisava»?

108

72. Debes recordar que el botiquín debe de estar aquí

110

73. «Has», «haz» y «as»

112

74. La autopluralización como vicio del lenguaje

113

75. Desapercibido versus inadvertido

115

76. «Previo aviso», «previa cita»

116

77. Te voy a echar por escribir «hechar»

117

78. «Aliviar» es más que «sanar»

118

79. Sinónimos consecutivos

119

80. «Cruel» y «cruento»

120

81. «Encauzar» y «encausar»

122

82. Pronombres enclíticos

124

83. Sobre la prensa «escrita»

126

84. ¿«Hizo entrega» de despensas?

127

85. Propios: mayúscula; comunes: minúscula

128

86. Dios, dios, Dioses y dioses

130

87. Inválido, minusválido, «válgame la redundancia» 132 88. «Cuestionar» y «preguntar»

133

89. «Arranca» lo intempestivo, «inicia» lo normal

134

90. Tautologías

136


91. Si «nieva» como «nevó», sí está «nevando»

137

92. ¡Halla bien el «haya»!

138

93. Ni «público asistente», ni «público en general» 139 94. «Desborrar», «desnegar» y «menos sin»

140

95. «Sendos»

141

96. Sin duda alguna… sin el «alguna»

143

97. ¿Cuerdas «bucales» o «vocales»?

144

98. «Ojea a quien está hojeando»

145

99. ¿«Camuflajear»? ¿«camuflajeado»?

146

100. ¿«Se posesiona» o «Se posiciona»?

147

101. ¿Adecue o adecúe? ¿Evacue o evacúe?

148

102. ¿Femineidad o feminidad?

149

103. Sobre acentuación y tildes: Ni «jóven» ni «felíz» 150 104. «A quien pido un aplauso»: ¿dativo o acusativo? 151 105. ¿Filiación o afiliación?

152

106. «Falsificar» y «falsear»

153

107. Adiós al «quedrá» y «quedrán»

155

108. Sin «distingo»

156

109. Que aumenten «mínimamente» el «mínimo»

157

110. «Imponente» versus «impotente»

158

111. ¿El «ayuntamiento municipal»?

159

112. Redundante, «así como también»

160

113. Migración, inmigración, emigración

161

114. Equidad no es lo mismo que igualdad

162

115. ¿«Priista» o «priísta»?

164

116. «Cada vez» no: «Cada vez más»

165

117. Desde la sima hasta la cima

166

118. Sustantivos colectivos

167

119. Debes escucharlo ¿«más seguido»?

169

120. «Abocar» y «avocar»

171

121. El agua, el hacha y otros sustantivos femeninos 173 122. «En correspondencia»

175


123. ¿Soldo o sueldo?/Ojalá podemos y podamos cobrar 176 124. «Coser» y «cocer»

178

125. «Nadie», con el número de «Alguien»

179

126. ¡Ebúllele: no te dilates!

181

127. «Espabílate» y «despabílate»

182

128. Nuestra campaña es audaz, no «agresiva»

183

129. «Aperturar», «recepcionar» y «accesar»

185

130. Asequible y accesible: lo alcanzable y lo cómodo 187 131. «Intangible» e «intocable»

189

132. ¿«Icono» (grave) o «ícono» (esdrújula)?

190

133. «Susceptible» y «capaz»

191

134. No «lo que resultó en», sino «dio como resultado» 193 135. Gente, gentes, gentío, engentar y gentillal

194

136. ¿Hartos del «harto»?

196

137. El «panorama general»

197

138. La «cuestión» de los baches

198

139. ¿Coma entre sujeto y verbo?

199

140. En torno a «en torno» y «entorno»

201

141. Itinerario, no «intinerario»

203

142. Ni «señalización» ni «señalamiento»

204

143. El soñoliento y el somnoliento

205

144. ¿«Me recuerdo de»?

206

145. «Al interior», «en el interior»

207

146. «Equis» persona, «equis» crimen

208

147. ¿«Iniciación» o «inicio»?

209

148. Putativo, puta, imputar, reputación y diputado 210 149. Quintaesencia, no «quintesencia»

212

150. El cliché «el vital líquido»

213

151. Tráfico: entre el tránsito, el trasiego y la transa 214 152. «Vuelo aéreo» y «lancha acuática»

217

153. Se extingue el «siquiera»

218

154. La muletilla «esteeeee»

219


155. «Atender de manera preventiva»

220

156. No siempre manipular es malo

221

157. No «confronta», sino confrontación

223

158. Sede, sedante, sosegado y sesgado

224

159. No resulta vergonzoso que seas tan vergonzante 225 160. Un muerto que resucita para despedirse

226

161. «Decirles», «agradecerles», «invitarlos»

227

162. Sobre el equívoco en el «hasta» temporal

228

163. ¿Los años «setentas» o «setenta»?

230

164. Laico: ¿indiferente, feligrés o ateo?

231

165. Puntos suspensivos…

232

166. Indígenas, los nativos de cualquier territorio

233

167. La redundancia del «ejemplo a seguir»

234

168. Ni «antidiluviano», ni «antisonante»

235

169. Replicar: ¿hacer una copia o responder?

236

170. Nos honra en el… ¿«presidio»?

237

171. Ningún problema con el «vaso de agua»

238

172. Complemento circunstancial, al inicio y/o al final 240 173. No «detrás mío», «delante mío», «encima mío» 243 174. «Ti», jamás con tilde

244

175. Antirrobo, georriesgo y otras con doble «r»

245

176. «Alusivo», con «s»

246

177. «Limitante», adjetivo; «limitación», sustantivo 247 178. «Quien» y «quienes», personas; «que», lo demás 248 179. «Regulación» y «regularización»

249

180. No incurramos en el «mismismo»

250

181. «Supuestamente», no «según»

252

182. «Erario público», ¿redundancia?

253

183. ¿«Dio inicio»?

254

184. «Ha» lleva «h» cuando es verbo

255

185. Palabras ¿antisonantes?

256

186. La diferencia entre «creé» y «cree»

257


187. Exento, exentar y exenciones, sin «c»

258

188. ¿«Liderear» o liderar?

259

189. Se destensa pero no se «distensa»

260

190. Frente a lo desabrido, recuperemos el sabor

261

191. Un bisabuelo, dos herederos: bisnieto y biznieto 263




Editado en Zacatecas, México, por Editorial Didáctica www.didacticaconsultores.com


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