El Quijotito

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Se

cuenta en la segunda parte de esta historia, y tercera salida de don Quijote, que el cura y el barbero estuvieron casi un mes sin ir a verle para no recordarle su pasado de caballero andante. Pero no por esto dejaron de visitar a su sobrina y a su ama para saber cómo estaba, encargándolas que le dieran de comer cosas apropiadas para el corazón y el cerebro, de donde provenían, según parece, todos sus males. Un día decidieron visitarle y le encontraron sentado en la cama. Vestía una camisa verde, con un gorro colorado y estaba tan flaco que parecía una momia. Don Quijote les recibió muy educadamente y contestó a las preguntas del barbero y del cura con mucha sabiduría. Hablaron durante bastante tiempo y se sorprendieron de su cordura. Estaban también en la habitación la sobrina y el ama, y no se hartaban de dar gracias al cielo al ver a su señor tan recuperado de su locura; pero el cura quiso comprobar si realmente estaba del todo bueno y en su entero juicio y le contó algunas nuevas noticias de la corte, como el miedo que había a la llegada de los enemigos con una poderosa armada, para lo que Su Majestad había preparado grandes ejércitos en las costas, por si había que combatirlos. A lo que replicó don Quijote: –Su Majestad ha actuado como guerrero prudente para que no lo encuentre desprevenido el enemigo, pero si siguiese mi consejo y en vez de ejércitos mandara caballeros andantes, aunque no viniesen sino media docena, solo ellos bastarían para destruir a todos sus enemigos. –¡Ay! –dijo la sobrina–. ¡Que me maten si no quiere mi señor volver a ser caballero andante!

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