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Sponsa Verbi Orden de las Vírgenes Consagradas Argentina Año XIV - 2016 - N° 40

Índice Presentación.................................................................3 La formación permanente..........................................7 Vida consagrada e identidad de la mujer..............54 Liturgia.......................................................................68 Epílogo........................................................................93

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Presentación Síntesis del Encuentro 2015 OCV En el Año de la Vida Consagrada, con la Gracia de Dios se concretó el XIII Encuentro Nacional Del Orden de Vírgenes Consagradas. Fecha: Del Viernes 9 al Lunes 12 de Octubre de 2015. Lugar: Casa de Retiro BETANIA, en Marquezado, Dpto. Rivadavia, en la Provincia de San Juan. Tema General: Formación Permanente. Nos Acompañaron en el Encuentro: - Monseñor Carlos María Franzini, Arzobispo de Mendoza y Presidente de la CEVICO. - Monseñor Gustavo Montini, obispo auxiliar de San Roque. - Monseñor Alfonso Delgado Evers, Arzobispo de San Juan de Cuyo. - Presbítero Ricardo Dottro, acompaña el OCV, de la Arquidiócesis de Buenos Aires. - Presbítero Alfredo Joaquín Quero, Delegado OCV, de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo. El Encuentro se inició el viernes 9 por la mañana con el arribo, recepción y acreditación de las participantes, quienes compartieron el rezo del Ángelus y Adoración, previo al Almuerzo. El Día Viernes 9, en la Tarde recibimos la Visita del Arzobispo de San Juan, Monseñor Alfonso Delgado Evers, quien 3


dio la Bienvenida a todos los presentes en el Encuentro y compartió la merienda. Luego la Charla sobre Liturgia, estuvo a Cargo de Presbítero Ricardo Dottro. A las 20 horas se celebró la Misa de Apertura del Encuentro Nacional del Orden de Vírgenes Consagradas, presidida por los Obispos Monseñor Carlos María Franzini y Monseñor Gustavo Montini. El Día Sábado 10 , Monseñor Gustavo Montini desarrolló, durante toda la jornada, el tema de Formación Permanente. A las 19.30 hs, participamos en la Adoración en Comunidad y luego en la santa Misa con Vísperas. Luego de la Cena, en los Jardines de la casa de retiro, se ofreció un Gesto de Saludo a Nuestra Madre María Santísima, con el rezo de Letanías Misioneras y cantos alusivos. El Día Domingo 11, durante la mañana, Monseñor Gustavo Montini culminó el desarrollo del Tema de Formación Permanente. Consideramos que para nuestra Diócesis de San Juan ha sido una Bendición que en el Año de la Vida Consagrada seamos sede del XIII Encuentro Nacional del Orden de Vírgenes Consagradas. Por tal motivo invitamos a compartir de esta Jornada Especial , con Eucaristía y almuerzo, a todos los Consagrados Sacerdotes, Religiosas-os, e Institutos Seculares de la Diócesis. La invitación fue aceptada y compartimos fraternalmente un hermoso y festivo almuerzo . Luego del merecido descanso y merienda, por la tarde, se desarrolló el Panel de Vírgenes Consagradas, integrado por: María Bertetich, Marta Finochietto y Rosa Aurelia Espejo. El Tema del Panel: Aspectos prácticos sobre el crecimiento de la Virgen Consagrada en su identidad Femenina. 4


Resultó interesante el Tema y se logró una activa participación e intercambio de ideas. Luego de la cena todas participamos del fogón. Muy creativo, divertido, y muy reflexivos los mensajes preparados. El día lunes 12, por la mañana se celebró la Misa de Cierre del Encuentro y se hizo el pase de la Lámpara a la Diócesis de Tucumán. Luego del desayuno, se realizó una visita turística con las asistentes, para conocer: Casa de Sarmiento, Auditorium Juan Victoria, en donde nos deleitaron con obras musicales para órgano, Microcentro sanjuanino y Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados. Al regreso compartimos el almuerzo de despedida. Asistieron al Encuentro las Siguientes Diócesis: Lomas de Zamora, Morón, Quilmes, San Isidro, San Justo, 9 de Julio, Zarate-Campana, La Plata, Lanús, Arquidiócesis de Buenos Aires, Tucumán, Gualeguaychú, Santa Fe, Córdoba, Cruz del Eje, Mendoza, San Rafael, San Juan y nos visitaron dos Vírgenes Consagradas de Chile. ¡¡¡Damos Gracias a Dios y María Santísima por acompañarnos en este compromiso asumido y realizado felizmente para Gloria de Nuestro Amado SEÑOR!!!

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La formación permanente La formación como camino de configuración “Nunca es suficiente una formación profesional sin formación del corazón” Siglas AP: Aparecida DOV: Directorio para el Orden de las Vírgenes FP: Formación Permanente NT: Nuevo Testamento PDV: Pastores DaboVobis VC: Vírgenes Consagradas ViCo: Vita Consecrata Introducción Quiero empezar compartiendo con ustedes dos citas textuales que me acompañaron y fueron de referencia cercana en la preparación y el armado de estas reflexiones que intentaré compartirles durante estos días. La primera de ellas, se trata de un texto magisterial –vale la palabra– del Papa emérito Benedicto XVI. Es una cita de DCE, donde en el contexto de la organización del trabajo caritativo dice: “Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren –podríamos pensarlo de todo servicio eclesial–, es preciso que sean competentes profesionalmente: Quienes prestan ayuda han de ser formados de manera que sepan 7


hacer lo más apropiado y de la manera más adecuada… Un requisito fundamental es la competencia profesional, pero por sí sola no basta… los seres humanos necesitan siempre algo más que una atención sólo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. Necesitan atención cordial. [El Papa Francisco habla de vivir nuestro servicio con “unción”]. Cuantos trabajan en instituciones caritativas deben distinguirse… por su dedicación al otro con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. Por eso… además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo “una formación del corazón”: Se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo… El programa del cristiano –el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús– es un “corazón que ve”. Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia”1. Una suerte de mirada contemplativa. Un corazón tomado por Dios, capaz de ver a Dios en todo”. La segunda cita que por circunstancias diversas llegó a mis manos, es la de un hombre –religioso– que con mucha experiencia –y ciencia– comenta, en un libro editado con ocasión del año de la Vida Consagrada, algunos desafíos respecto a la formación en los tiempos presentes. Dice: “La formación es un asunto sumamente complejo. Primeramente hay que decir que no se ha cambiado el chip que nos mueve a pensar que la formación es la formación inicial. Parecería que con los votos perpetuos –la profesión– se acaba el tiempo de formación, discernimiento, maduración, etc. Muchas congregaciones –podríamos decir diócesis– que tienen propuestas de FP tienen que remar muy duro para motivar, convencer, animar a sus religiosos-as a participar… Sin embargo… el

1 Benedicto XVI,Deus Caritas Est, Librería Editorial Vaticana, 2006 Roma, n°31. 8


que no está dispuesto a formarse toda la vida está condenado a una vida infeliz y a quedar al margen de la sociedad, del progreso, de la vida. La VC enfrenta el desafío de entrar por el camino de la FP que es el camino del Evangelio. El camino de la formación termina en la cruz, con la entrega de la vida”2. Esto textos, junto con otros que fueron apareciendo, han sido para mí una suerte de marco referencial. Es por ello que, ante el desafío de encontrarnos y compartirles estas sencillas reflexiones, me ha parecido, sin querer agotar el tema –no podría pretenderlo–, decir algunas cosas básicas que a modo de fundamentos, sostienen –o deberían– nuestro camino de formación –inicial y permanente–, ubicado bajo este horizonte: el camino formativo como “camino de configuración” con Aquel quién es nuestro único y gran modelo. Es por ello que he pensado a este encuentro sustentarlo sobre los pilares de lo que yo llamo “paradigmas” del camino formativo. Intentaré hacer una reflexión teológica espiritual, embebida por un lado, por el propio camino –la búsqueda personal– de configuración con Jesús el Buen Pastor, y por otro, por el camino compartido junto a otros hermanos y hermanas que desean vivir con fidelidad creciente su vocación cristiana y consagrada. A ello intentaré con sencillez proponer algunas indicaciones, que ojalá nos ayuden e ilusionen para transitar por este camino. Paradigma N°1: UNA IMAGEN PARA ENTENDERNOS Lc 19, 28-40. Según este relato del Evangelio de Lucas, Jesucristo entra a Jerusalén montado sobre un burro. No sobre un caballo. El caballo es signo del auténtico rey. El

2 Luis Casalá,¿qué estamos buscando?,Editorial Claretiana 2014, p. 11. 9


rey hubiese entrado en un caballo no en burro. El burro es símbolo –lo era ayer y lo es hoy– de lo simple, de lo común, en definitiva de lo ordinario. Esto que parece una novedad no lo es para el Dios del NT, profetizado y después manifestado en Jesucristo. Responde –diría– escrupulosamente a la lógica de la encarnación. A ese Dios que se encarnó “pasando por uno de tantos” (Filp 2, 5 ss). La encarnación del Logos se hizo en una familia común, no en una importante –tanto que en el tiempo de la vida pública de Jesús causó escándalo–, estuvo treinta años en el anonimato, dando sentido y entidad a lo ordinario. Jesús se nos muestra –se hace epifanía o mejor dicho Teofanía– bajo este concepto y esta lógica. Desea meterse en mi “Jerusalén” –lugar donde se encuentra el templo y “el Santo de los Santos– montando sobre esta cabalgadura. Su forma –la que nos forma– se hace visible en lo ordinario. En lo ordinario de una vida consagrada vivida –y también sufrida– en una Iglesia en particular, edificada con la Palabra y los Sacramentos, construida en los encuentros y circunstancias particulares de cada jornada. “Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir (…); o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca”, San Josemaría. Algo similar a lo que sucede cuando queremos ingresar a contemplar el misterio de la Encarnación en la Basílica de Belén, donde para entrar, debemos inclinarnos a modo de reverencia para así poder captar con mayor claridad lo que ahí ha sucedido. Esto nos ubica respecto a las expectativas de lo que podríamos denominar “el hecho formativo”. Incluso sobre este encuentro formativo en particular. No habrá casos espectaculares ni reflexiones originales. Será volver a lo de siempre, o mejor dicho, volver a lo primero. 10


El camino que les propongo es montarnos sobre el burro y desde ahí redimensionar la experiencia formativa, acaballada en lo común para darle un trato extraordinario. Esto nos hace repensar y reposicionarnos frente a lo formativo y frente a lo ordinario. (Ver Anexo I ) Paradigma N° 2: LA META DE LA FORMACIÓN Aquí hablaríamos del paradigma de los paradigmas. La pregunta que está de fondo es ¿cuál es la meta y la forma del camino formativo? El Apóstol Pablo lo dice de la siguiente manera: todos estamos llamados en Cristo a “reproducir la imagen del Hijo” Rom 8, 28-30. En esta misma perspectiva, encontramos el himno Cristológico de Pablo a los Efesios: “Él nos ha destinado en la persona de Cristo… a ser sus Hijos… Hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza” (1, 3-10). Por tanto, la forma que nos forma es la forma “del Hijo”. “Yo soy la puerta, quien entre por mí tiene vida” nos dice San Juan en su Evangelio (Jn 10, 9). Aquellos que llegaron a la meta han llegado al objetivo de toda formación. Los que han llegado a esa deseada meta, son los que incorporaron esa forma. Me refiero a los santos. El camino formativo es un camino de identificación. Es identificarse con el Hijo y con sus sentimientos. No se trata de una imitación exterior, a modo de retrato3. Estamos hablando de identificación del corazón, “formación del corazón” en pala-

3 san Beda el Venerable, Homilía 21: CCL 122, 149-151, “Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: Sígueme. «Sígueme», que quiere decir: «imítame.» Le dijo: «Sígueme», 11


bras de Benedicto XVI. Transitando este camino encontramos nuestra verdad, aquella que nos da identidad. Llegamos a ser los que somos. Es por ello que destacamos la importancia del camino formativo, como camino de identificación y de consolidación de nuestra identidad. Es aquí desde donde la formación es permanente (o deformación permanente). A continuación les leeré un hermoso texto de Santa Clara de Asís que nos ilumina en este sentido: ATIENDE A LA POBREZA, LA HUMILDAD Y LA CARIDAD DE CRISTO “Dichoso, en verdad, aquel a quien le es dado alimentarse en el sagrado banquete y unirse en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza admiran sin cesar las multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya contemplación da nueva fuerza, cuya benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo ilumina suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya visión gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial: él es el brillo de la gloria eterna, un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha, el espejo que debes mirar cada día, oh reina, esposa de Jesucristo, y observar en él reflejada tu faz, para que así te vistas y adornes por dentro y por fuera con toda la variedad de flores de las diversas virtudes, que son las que han de constituir tu vestido y tu adorno, como conviene a una hija y esposa castísima del Rey supremo. En este espejo brilla la dichosa pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como puedes observar si, con la gracia de Dios, vas recorriendo sus diversas partes. Atiende al principio de este espejo, quiero decir a la pobreza de aquel que fue puesto en un pesebre y envuelto más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él anduvo”. 12


en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh pasmosa pobreza! El Rey de los ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es reclinado en un pesebre. En el medio del espejo considera la humildad, al menos la dichosa pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que sufrió por la redención del género humano. Al final de este mismo espejo contempla la inefable caridad por la que quiso sufrir en la cruz y morir en ella con la clase de muerte más infamante. Este mismo espejo, clavado en la cruz, invitaba a los que pasaban a estas consideraciones, diciendo: ¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor! Respondamos nosotros, a sus clamores y gemidos, con una sola voz y un solo espíritu: Mi alma lo recuerda y se derrite de tristeza dentro de mí. De este modo, tu caridad arderá con una fuerza siempre renovada, oh reina del Rey celestial»4. Paradigma N° 3: LA FORMACIÓN ES GRACIA Si la formación es Gracia, por tanto no es sólo –únicamente– tarea humana. ¡Tengamos cuidado de no caer en la tentación de creer que todo depende de nosotros… una suerte de rebrote de ciertos pelagianismos que hacen depender todo de lo humano! Quizás, como contracara, puede ilustrarnos la anécdota del Beato Cura Brochero frente a su crisis previa de su ordenación sacerdotal “acuérdese, le decía el cura Bustamante, la gente no se convierte por las palabras del cura, sino por la Gracia de Dios”. En el mismo sentido hablamos de FE. Recordemos la conversión de “Lidia” (Hech 16, 14) “Dios tocó el corazón de Lidia para que creyera –abrazara– en las palabras de Pablo”.

4 Santa Clara de Asís, Carta a la santa Inés de Praga, Liturgia de las Horas del día 11 de agosto, oficio de Lectura. 13


El gran artífice formativo es el Espíritu Santo, Dios mismo, secundado por la disponibilidad humana. Estamos frente a una verdad de nuestra teología. Se trata de Don y tarea, llamada y respuesta. La imagen que les dejaría aquí es la de la “Encarnación”. La semilla depositada en el seno de la Virgen es el Espíritu Santo. El Espíritu es el que forma al Hijo. En lenguaje de Lucas, es este Espíritu quien forma a Jesús –perdón por el atrevimiento– llevándolo y trayéndolo de aquí para allá. Esto pone en el centro al Espíritu, y por tanto nuestra Espiritualidad. Nuestra formación no es un espiritualismo, nuestra formación es el fruto de nuestra espiritualidad que liga, une y construye –a modo de alfarero– al Hijo, en nosotros los hijos. Por ello mismo se habla de que la dimensión espiritual en el camino formativo, es aquella que tiene la prioridad sobre las demás dimensiones de la formación. La formación es un hecho teológico. Es teología. Es adentrarse en Dios para que Dios trabaje y entre –se adentre– en nosotros. Esto tiene consecuencias importantísimas: ¿Cómo ligo el estudio, las relaciones humanas, las tareas apostólicas con la espiritualidad? ¿Cómo dejo que el Espíritu tome de aquí y de allí para formar en mí, a Jesús? ¿Cuánto tiempo rezas? Durante el día ¿Adoras? ¿Cómo terminas tu día? ¿Con qué última imagen te dormís?5 Es en este sentido como se entiende el lugar –contexto– desde donde “Pastores Gregis” coloca el desafío de la FP en los obispos, no como último capítulo (Pastores Dabo Vobis). Es hablando de la espiritualidad como trae a colación el desafío de la formación continua de los señores obispos6.

5 Cfr. Francisco, homilía Misa Crismal, Jueves Santo, 2 de abril 2015, Roma. 6 Juan Pablo II, Exhortación Apostólica post-sinodal Pastores Gregis, San Pablo, octubre 2003, Roma, Nº 24. 14


Esta ubicación nos ayuda a entender que la FP es sobre todo un desafío espiritual. Es una muestra del talante espiritual de la persona y del consagrado. Siento que en este sentido contamos con un déficit. No siempre acertamos en los caminos para ligar una dimensión con la otra. Anécdota: Le pregunté a un cura si charlaba más personalmente con otro a modo de acompañamiento o dirección espiritual. Me respondió que estaba hablando con una psicóloga. “Eso por ahora le bastaba”. Esto manifiesta cuánto debemos trabajar en este sentido. Paradigma N° 4: LA FORMACIÓN ES PERMANENTE La formación se encarna en una persona que se sitúa en un tiempo y un espacio. Por tanto, se trata de una formación absolutamente necesaria, y a la vez, dinámica y progresiva7. “La FP es una necesidad para toda persona consagrada en cada etapa de su maduración vital, porque está llamada a un continuo crecimiento humano y espiritual en vistas al progreso en su vocación a la santidad”8. Por ello la formación es permanente. Ese carácter dinámico y progresivo de la formación lo podemos observar claramente en una afirmación del Evangelista San Juan: “les he dado a conocer Tu nombre, y se lo seguiré dando a conocer” (Jn 17, 26). Se desarrolla en el tiempo por ello es permanente y continua. Otro texto significativo en este 7 Juan Pablo II,Pastores Dabo Vobis, “El Espíritu, consagrando al sacerdote y configurándolo con Jesucristo Cabeza y Pastor, crea una relación que, en el mismo sacerdote, requiere ser asimilada y vivida de manera personal, esto es, consciente y libre,… mediante una participación cada vez más amplia y radical de los sentimientos y actitudes de Jesucristo” 72d. Hay una asimilación personal de nuestra identidad teologal. Paso progresivo de lo ontológico a lo existencial. 8 CEA, Directorio para el Orden de las Vírgenes, oficina del libro Buenos Aires 2001, n° 96. 15


sentido, del autor de la segunda carta de Pedro: “hermanos, pongan más empeño todavía en consolidar el llamado y la elección de la que han sido objeto. Si así lo hacen, nunca jamás tropezarán” (2Pe 1, 10-11). El documento de Aparecida tiene una afirmación esclarecedora en esta dirección: “La formación termina con la muerte” AP326. Esto orienta y condiciona nuestros programas formativos. Aparece con claridad una idea madre, la formación es permanente, donde se suceden (temporalmente) etapas; la inicial (aquella que nos lleva a la consagración), y la posterior –llamada permanente– se trata de aquella que se sigue a la consagración. “La FP (…) es una exigencia intrínseca de la consagración religiosa. El proceso formativo, como se ha dicho, no se reduce a la fase inicial, puesto que, por la limitación humana, la persona consagrada no podrá jamás suponer que ha completado –que está terminada– la gestación de aquel hombre nuevo que experimenta dentro de sí, ni de poseer en cada circunstancia de la vida los mismos sentimientos de Cristo. La formación inicial, por tanto, debe engarzarse –conectarse– con la formación permanente, creando en el sujeto la disponibilidad para dejarse formar cada uno de los días de su vida”9 (ViCo N° 69). Llamativo y orientador a su vez, es la insistencia de ViCo: Insiste en un camino pedagógico como principio orientador de la FP. Tener especial atención a las distintas fases de la vida (ViCo N° 70). El DOV toma esta idea de fondo “Esta formación (la FP) completa y fortalece la formación adquirida como preparación a la consagración, adaptándola a las circunstancias y necesidades de cada una”10. 9 Juan Pablo II,Vita Consecrata, EDB, marzo 1996, Roma. 10 Ibídem,CEA n° 96. 16


La aventura vocacional por tanto no acaba jamás. Siempre tenemos que volver a la pregunta original y originante: ¿a qué me llama Dios? Es decir, frente a este hecho, frente a esta circunstancia, frente a esta alegría o frustración, ¿a qué me llama Dios?11 Miremos el programa de formación Apostólico y observaremos cómo se fue desarrollando en el tiempo, de forma dinámica y progresiva, en el escenario de la vida cotidiana. Detengámonos en Pedro, intentando recomponer el camino con la ayuda de los Evangelios: • El encuentro con Jesús, gracias a las indicaciones de su hermano Andrés (Jn 1,40-42). •La transfiguración en el monte Tabor (Lc 9, 28). •La profesión de fe “Tu eres el Cristo” (Mt 16,13). •La crisis suscitada en la comunidad de discípulos a partir del extenso discurso del pan de vida donde Jesús le dice “¿ustedes también quieren irse? ¿Adónde iremos?, Tú tienes Palabras de Vida Eterna” (Jn 6,67). • Lo sucedido en la Pasión y las negaciones de Pedro con la consiguiente mirada de Jesús que lo hizo llorar amargamente (el llanto producido por el dolor como momento terapéutico que limpia la mirada y hace tomar consciencia de realidades hasta el momento inexistentes) (Lc22, 55-62). • Finalmente el encuentro silencioso con el resucitado –ni una palabra–, de Jn 21 y la historia continúa diciendo “sígueme”. Definición de FP: La disponibilidad constante a aprender que se expresa en una serie de actividades ordinarias, y luego también extraordinarias, 11 Monseñor Patron Wong, “La aventura vocacional no termina el día de la ordenación”, entrevista concedida a Zenit, 27 de febrero 2015. 17


de vigilancia y discernimiento, de ascesis y oración, de estudio y apostolado, de verificación personal y comunitaria, etc., que ayudan cotidianamente a madurar en la identidad creyente y en la fidelidad creativa a la propia vocación en las diversas circunstancias y fases de la vida. La FP “tiende hacer que el sacerdote –al consagrado– sea una persona profundamente creyente y lo sea cada vez más, pueda verse con los ojos de Cristo en su verdad completa”12. • Todo acontecimiento, aún el negativo, y toda la realidad pueden convertirse en instrumento providencial a través del cual el Padre forma en el discípulo los sentimientos del Hijo, y éste se deja formar por él y por sus mediaciones. • Adquieren un valor importante la comunidad y el apostolado (todo acontecimiento puede convertirse en elemento providencial) • Sin FP comienza un proceso contrario: la deformación progresiva, con todos los fenómenos consiguientes de cansancio, repetitividad, descuido general, inercia, achatamiento, jubilación precoz, pérdida de credibilidad, ineficacia apostólica…13 “Formación permanente quiere decir “no perder la forma”. Conservar e incrementar esa forma vital –Vida Plena– con la que el Espíritu configura el corazón sacerdotal a imagen del Corazón de Cristo, Buen Pastor. No dejar que se disuelva ni que se mezcle (sincretismo). No dejar que quede relativizada entre los paréntesis de la ciencia. Cincelarla a mano, sabiendo que formar es tarea personal, no fruto de ninguna estructura anónima y que funcione automáticamente. No perder la forma apacentadora por impaciencia. 12 Ibídem, PDV, n° 73e. 13 Amedeo Cencini, La Formación permanente, San Pablo, Madrid 2002, p.40. 18


No permitir que se endurezca farisaicamente. No perder la forma sólida de la doctrina que da vida ni por indiscreción ni por infidelidad. Que el Señor nos conceda permanecer en esta forma y comunicarla a los demás”14. Paradigma N° 5: LA RESPONSABILIDAD EN LA FORMACIÓN Habitualmente se habla de que la FP respira con dos pulmones o bien camina –con vida– con dos piernas. Siguiendo con esta última analogía –las dos piernas– le agregaremos un pequeño soporte, a modo de bastón, para lograr una mayor movilidad. Por ello hablaremos –respecto de la responsabilidad– de triunvirato formativo: • La institución. Hablamos de un marco institucional. En el caso del clero diocesano será la diócesis. La diócesis debe prever y proveer programas de formación inicial y permanente. Debe transmitir un auténtico concepto formativo y un auténtico camino formativo. La imagen de la Madre –tan utilizada por Francisco– que debe proveer alimento a sus hijos. Ternura de madre y claridad de maestra. Respecto al contenido –y modos– sería bueno determinar la etapa formativa. No es lo mismo la formación inicial que la posterior a la consagración. Respecto a los contenidos –hay mayor claridad– hablaría de momentos deductivos (doy lo que es importante que sepan) e inductivos (hablemos de lo que están necesitando hoy). No hay tanta claridad respecto a los modos. La creación del Servicio 14 Card. Jorge Bergoglio, La formación del presbítero hoy, Conferencia pronunciada con ocasión de los 25 años de la creación del seminario “La Encarnación” Resistencia, 25 de marzo 2010. 19


Nacional de VC va en esta dirección. Es una respuesta institucional al desafío de la FP de la VC en Argentina. • El propio sujeto. Por más que la institución haga y proponga, si la persona no está abierta y por tanto dispuesta a recibir –escuchar–, no se puede hacer nada. Quizás el prototipo de disponibilidad creyente es aquel relatado en el pasaje de la anunciación –aquel hágase– (Lc 1,26 ss) que abre una “gran inclussio” de disponibilidad hasta la escena de María al pie de la cruz (Jn 19, 25-27), donde presenta a María dispuesta a acoger la voluntad de Dios, manifestada en el cuerpo yaciente de Jesús –la Piedad– y en recibir en Juan a todos los discípulos como “hijos” en el “Hijo”. La contracara de lo que venimos diciendo es aquel fragmento bíblico donde se nos relata: “les tocamos la flauta y no quisieron bailar, entonamos cantos fúnebres y no quisieron lloran” (Mt 11, 17). Aquí preanunciamos una palabra con la que después nos detendremos más: “Disponibilidad” formativa. Una persona que tenga una sensibilidad trabajada capaz de dar una respuesta ante un estímulo formativo. A modo de ejemplo, les comento la experiencia que hicimos en Rafaela (VC) respecto a ese discernimiento, donde se encuentren y articulen de modo ordenado y orgánico estas dimensiones. Nos confirma en este camino aquello dicho en ViCo “… el sujeto de la formación es la persona en cada fase de la vida, el término de la formación es la totalidad del ser humano, llamado a buscar y amar a Dios «con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas» (Dt 6, 5) y al prójimo como a sí mismo (cf. Lv 19, 18; Mt 22, 37-39)” (ViCo 71)15. 15 Ibídem, CEA, habla del tema nº 87-95 (hablando de la preparación a la consagración). 20


• La comunidad. Vivido todo en su dimensión y según la propia identidad. La comunidad crea –o lamentablemente no– un ambiente formativo. No se puede ser cristiano sin comunidad (AP). La pertenencia es parte de mi identidad; en el caso de la vida religiosa, la comunidad religiosa. En el caso del presbítero, la comunidad presbiteral –el presbiterio–, en el caso de las Vírgenes Consagradas la comunidad cristiana –parroquial o diocesana– y la comunidad de VC que sería deseable que se encuentren y compartan, para así, enriquecerse mutuamente16. Paradigma N° 6: LAS DIMENSIONES DE LA FP Todas las dimensiones están entrelazadas, solamente las distinguimos –como dirían los antiguos– para alcanzar una mejor comprensión de la riqueza de cada una. “Puesto que el sujeto de la formación es la persona en cada fase de la vida, el término de la formación es la totalidad del ser humano, llamado a buscar y amar a Dios «con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas» (Dt 6, 5) y al prójimo como a sí mismo (cf. Lv 19, 18; Mt 22, 37-39)”. El amor a Dios y a los hermanos es un dinamismo vigoroso que puede inspirar constantemente el camino de crecimiento y de fidelidad. La vida en el Espíritu tiene obviamente la primacía: en ella la persona consagrada encuentra su identidad y experimenta una serenidad profunda, crece en la atención a las insinuaciones cotidianas de la Palabra de Dios, y se deja guiar por la inspiración originaria del propio Instituto. Bajo 16 Ibídem, CEA, “Todas las VC han de proseguir… el programa de formación aprobado por el Obispo diocesano, ya sea individual o en común con otras Vírgenes” n° 97. 21


la acción del Espíritu se defienden con denuedo los tiempos de oración, de silencio, de soledad, y se implora de lo Alto el don de la sabiduría en las fatigas diarias (cf. Sb 9, 10). La dimensión humana y fraterna exige el conocimiento de sí mismo y de los propios límites, para obtener el estímulo necesario y el apoyo en el camino hacia la plena liberación. En el contexto actual revisten una particular importancia la libertad interior de la persona consagrada, su integración afectiva, la capacidad de comunicarse con todos, especialmente en la propia comunidad, la serenidad de espíritu y la sensibilidad hacia aquellos que sufren, el amor por la verdad y la coherencia efectiva entre el decir y el hacer. La dimensión apostólica abre la mente y el corazón de la persona consagrada, disponiéndola para el esfuerzo continuo de la acción, como signo del amor de Cristo que la apremia (cf. 2 Co 5, 14). Esto significa, en la práctica, la actualización de los métodos y de los objetivos de las actividades apostólicas, en fidelidad al espíritu y al fin pretendido por el fundador o fundadora, y a las tradiciones maduradas sucesivamente, teniendo en cuenta las condiciones cambiantes de la historia y la cultura general o local, y del ambiente en que se actúa. La dimensión cultural y profesional (intelectual), fundada en una sólida formación teológica que capacite al discernimiento, implica una actualización continua y una particular atención a los diversos campos a los que se orienta cada uno de los carismas. Es necesario por tanto mantener una mentalidad lo más flexible y abierta posible, para que el servicio sea comprendido y desempeñado según las exigencias del propio tiempo, sirviéndose de los instrumentos ofrecidos por el progreso cultural. 22


En la dimensión del carisma convergen, finalmente, todos los demás aspectos, como en una síntesis que requiere una reflexión continua sobre la propia consagración en sus diversas vertientes, tanto la apostólica, como la ascética y mística. Esto exige de cada miembro el estudio asiduo del espíritu del Instituto al que pertenece, de su historia y su misión, con el fin de mejorar así la asimilación personal y comunitaria”17. Todas estas dimensiones deben articularse en forma armónica para así ayudarnos a llegar al “hombre perfecto” como dice Pablo a los Efesios18, a la formación del corazón, a poseer “los sentimientos del Hijo” (Filp. 2, 5 ss). Paradigma N° 7: ELEMENTOS QUE CONSTITUYEN EL “HECHO FORMATIVO” Vamos a dedicarle tiempo, sobre todo, a aquella etapa menos estructurada, es decir aquella posterior a la consagración (la FP propiamente dicha). Y de ella, no nos detendremos ni en los contenidos ni en las propuestas extraordinarias, sino –en la perspectiva de lo que venimos reflexionando desde el inicio– en lo ordinario. Es decir, cómo hacer que lo vivido todos los días se convierta en un “hecho formativo”. • Elemento Cronológico: el tiempo. Es el escenario donde Dios ha querido revelarse. Dios ha querido entrar en el tiempo, y desde el tiempo hablar. El tiempo ha sido llenado por Dios “se ha cumplido” desde la encarnación. El tiempo se ha vuelto para el creyente 17 Ibídem, Vita Consecrata, n° 71. 18 San Pablo, Carta a los Efesios, “lleguemos a ser el Hombre perfecto, con esa madurez que no es otra cosa que la plenitud de Cristo”4,13. 23


en un constante adviento. El tiempo creyente se hace “cumplido” cuando descubre a Dios y su querer. Es en el tiempo donde Dios trabaja y transforma. Entramos en el camino de progresividad. La oración de consagración de los presbíteros es hermosa en este sentido. Evidencia ese camino progresivo que va desde lo ontológico a lo existencial. El ser sacerdote –consagrado– no es un hecho mágico, ni es solamente una construcción humana –pelagiana–. Es un camino histórico, donde Dios y la colaboración del hombre hacen que se vaya formando y transformando el corazón. Partimos de la siguiente afirmación: cada momento tiene un capital formativo que se me ofrece para que lo devele. Cuando digo cada momento, digo cada encuentro, cada situación, cada alegría, cada frustración, cada enojo, cada satisfacción, etc. Todo tiempo para el creyente es un adviento. Lo trataremos un poco más detenidamente en el punto posterior. Se hace necesario detenerse en la gestión de nuestro tiempo para que no sea caótico, sino formativo. Aparecerá la dimensión de ritmos y ritos. • Elemento Teológico: Teología en el sentido más genuino de la palabra “conocedor de Dios”. Decíamos que la formación es teología. Introducir en la ciencia de Dios. La relación con Dios es el lugar natural de la formación. “La vida en el Espíritu tiene obviamente la primacía… la relación con Dios constituye la respiración secreta de la FP”. Introducirnos en Dios para que Él nos forme el corazón. El salmo 72 es elocuente en este sentido. Relata la historia del justo que sufre. No entendiendo su sufrimiento comienza a descreer, hasta que “entra en el Misterio de Dios”, advirtiendo así su presencia misteriosa y providencia amorosa. El encuentro con Dios como momento teo-fánico, donde Dios se manifiesta y 24


muestra su querer, y a la vez, momento ántropo-fánico, donde con la ayuda de Dios descubro lo que soy. Redescubrir la dimensión de revelación y mistagogía de la oración. Dios se nos revela en la oración. Se corre el velo y se hace más evidente cosa que en el caos no puedo percibir. Volvemos al burro. Jesús entra en burro a mi vida. El ejercicio sapiencial sugerido a Ignacio de Loyola para sus ejercitantes. Dicho en términos de los Ejercicios “Reflectir para sacar provecho”. José Ignacio Tellechea, relatando la conversión de San Ignacio, cuando lo pinta en la cama y haciendo su lectura sobre la “Vita Christi” o “Flos Sanctorum”, decía “se paraba a pensar…”. Esto es tan difícil en el contexto acelerado en el que vivimos hoy. Sobre este punto, remarcaría el valor de las Completas y del examen de conciencia sugerido. Dónde estuvo Dios durante el día para que pueda decirle “puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto”. Anécdota Brocheriana relatada por Felgueras, en ese libro bellísimo sobre el Cura “más nuestro que el pan casero” (nombre sugestivo a nuestra reflexión, casi como la Eucaristía). Ubicado en la parroquia de la Villa del Tránsito y después de un tiempo de andar pastoral, dice “se paró y se puso a fumar un cigarrillo de chala”. Pensemos en la magia que significa armar un cigarrillo, y ponerse a fumar. Remarcaría en esto la dimensión narrativa de la vida. Aprender a narrar el día frente a Dios, y en la narración encontrarme con las huellas de Dios presente en su transcurrir. Aprender a encontrar el capital formativo con el que Dios ha querido o quiere formar mi corazón. • Elemento personal: Hablaría de una disponibilidad formativa. Sobre este punto aparece un nuevo neologismo “docibilitas” contraponiéndola a la docilitas. Se trata de 25


una actitud de apertura, de escucha atenta y activa, para una respuesta responsable. Podríamos leer el libro de Jonás 3, 1-10 para ver cómo “los habitantes de Nínive escucharon –fueron docibilis– a la predicación de Jonás, y cambiaron de actitud”. Lectura de 1 Re 3, 4-12 “Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa obrar con justicia, para discernir entre el bien y el mal”. Para ello hay que hacer un camino personal de apertura frente incluso a lo que me cierra. La docibilitas representa el punto de encuentro entre la FI y la FP. La tarea de la FI debería ser exactamente la formación de la libertad de aprender de cualquier y de cada momento de la vida, de todo y en cualquier contexto. Persona “docibilis” es un individuo que ha “aprendido a aprender”, y que entonces por esto continuará la propia formación cada día de su existencia, en cualquier ambiente y hasta el último día de la vida y con cualquier persona. Se trata de una disponibilidad atenta e inteligente, motivada y audaz, típica de quien no reduce la propia FP a algunos momentos institucionales o a simples actualizaciones, ni programas, sino de quien siente y se hace primer responsable de ella y ha descubierto que cada situación (también las equivocaciones), cada momento existencial (también la mitad y la tardía edad), cada persona (no solo los santos) pueden ser instrumentos, momentos y mediaciones de crecimiento19. ¿QUÉ ES LA DOCIBILITAS? - Docibilitas es la libertad del sujeto para dejarse tocareducar por la vida, los otros y toda situación existencial, y aprender de la vida y la experiencia.

19 Cfr. Ibídem,(tre dimensione) p. 281. 26


- La docibilitas (obediencia inteligente a la vida) no es la docilitas (sumisión donde el sujeto hace pero no se involucra, no se entrega). - Sujeto en condición de “aprender a aprender” en un estado perenne de F a lo largo de toda la existencia. - Algunas características: I. Compromiso pleno, activo y responsable de la persona, primera protagonista del proceso educativo. II. Una actitud fundamentalmente positiva frente a la realidad: de reconciliación y agradecimiento hacia la propia historia y de confianza en los demás. III. La libertad interior y deseo inteligente de dejarse instruir por cualquier fragmento de verdad y belleza en torno a uno, gozando de lo que es verdadero y bello. IV. La capacidad de relación con la alteridad, de interacción fecunda, activa y pasiva, con la realidad objetiva, otra y distinta respecto del yo, hasta dejarse formar por ella20. “Efecto de un corazón dócil (la docibilitas) es ante todo una actitud orante, de continuo aprendizaje. El ánimo orante es sobre todo el corazón docible (no sólo dócil y observante) que se deja instruir por Dios, busca su Palabra y escruta su presencia, escucha su reproche y siente su consuelo, soporta sus pruebas y saborea su intimidad. La docibilitas es ante todo una actitud orante. La docibilitas es al mismo tiempo condición y fruto de esta actitud orante. La oración se convierte en una especie de red que envuelve la jornada y la mantiene unida en torno a ciertos nudos, que son las citas ordenadamente distribuidas a lo largo del día”21.

20 Ibídem, La Formación permanente, pp. 37-38. 21 Ibídem, La Formación permanente, pp. 124-126. 27


Vayamos a una imagen bíblica que nos permitirá sintetizar lo conversado. La curación del sordo mudo (Mc 7,31-37). Hablaba mal porque escuchaba mal. Aparece una gran verdad: uno habla de lo que escucha. Si escucha mal, lo posible es que hable mal. Se hacen presente la dimensión tiempo –Jesús con delicadeza le dedica tiempo–, la dimensión teológica –Jesús lo toca con su saliva (la Gracia de los Sacramentos)–, el don del Espíritu Santo –y finalmente grita “Efata”-, y por último, la dimensión de disponibilidad, la persona no opuso resistencia –se dejó “hacer” por Jesús–. Paradigma N° 8: EL TIEMPO Y SU GESTIÓN Se trata de encontrar, con la Gracia de Dios, una forma precisa y segura de articular estos elementos recién mencionados. Debemos encontrar un ritmo que me permita pasar del caos al orden. Hablamos aquí de recuperar la dimensión rítmica de la vida y los rituales que le corresponden. Lo primero es aceptar que hay un ritmo establecido, puesto por Dios “Dios pone el ritmo a las cosas”22. El día, la noche, la semana, el mes, el año. El tiempo tiene por tanto una dimensión rítmica que tenemos que reconocer, aceptar y en la que debemos entrar. “La tradición bíblica establece claramente… el redescubrimiento y el respeto de los ritmos inscritos en la naturaleza por la mano del Creador. Esto se muestra, por ejemplo, en la ley del Shabbath. El séptimo día, Dios descansó de todas sus obras. Dios ordenó a Israel que cada séptimo día debía celebrarse como un día de descanso, un Shabbath… Por otra parte, también se instauró un año sabático para Israel y su tierra, cada siete años…, durante el cual 22 Litugiadelle ore III, Himno de Nona, “Señor… Dios inmutable, eterno, tu marcas los ritmos del mundo, los días, los siglos, el tiempo”, p. 648. 28


se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y sólo se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad. Finalmente, pasadas siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años, se celebraba el Jubileo, año de perdón universal y «de liberación para todos los habitantes». El desarrollo de esta legislación trató de asegurar el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser humano con los demás y con la tierra donde vivía y trabajaba”23. Anécdota: La imagen del “viejo y sus ritos” de cada día cuando amanece.24 - Ritmo diario (ANEXO II) - Ritmo semanal (ANEXO II) - Ritmo mensual (ANEXO II) Paradigma N° 9: SIN FORMACIÓN PERMANENTE HAY DEFORMACIÓN PERMANENTE Dios puede hacer milagros, pero lo normal pasa por este paradigma. Decíamos que se trataba de un camino de identificación, de conquista –bien entendida– de la propia identidad. Si no hay formación permanente hay deformación, se va perdiendo la forma, por tanto una pérdida en ese camino de identificación, y en consecuencia una pérdida de identidad “si la sal pierde su sabor” (Mt 5, 13). La contracara del extravío en mi camino de identificación es lo que llamaría “jubilación precoz” (expresión de Amedeo Cencini), mal humor, rabia, bronca, búsqueda de chivos expiatorios. 23 Francisco, Laudato si, Oficina del Libro, 2015 Buenos Aires, n° 71. 24 Ibídem,CEA, “Quien aspire a corresponder a esta vocación habrá de consolidar un estilo de vida, sin dejar de ser flexible y abierto a los imprevistos,…, permita marcar ritmos (oración, trabajo, descanso) y armonizar las distintas realidades que habrá de afrontar para vivir como VC” 93. 29


Se va perdiendo la unción (el sabor) y degenera en activismo, funcionalismo, cansancios, etc. O lo que podríamos denominar, algunas “patologías de la fidelidad” mencionadas por Monseñor Juan María Uriarte: 1. La doble vida: En el límite, nos encontramos con la fidelidad de la «doble vida». Atrapados y escindidos entre una vida ofi­cial y aparente que simula fidelidad, y una vida es­condida, gravemente infiel en aspectos morales importan­tes (compensaciones sexuales, alcohol, dinero...). Un ta­bique entre «el personaje» que guarda celosamente una apariencia de honorabilidad y «la persona» que vive un naufragio espiritual. En un principio, la «doble vida» provoca un malestar saludable: el remordimiento. Es el timbre de alarma de una conciencia moral que no se resigna a ser acallada. Es el flanco de la llamada del Señor a la conversión. Pero, pasado el tiempo, el malestar se convierte en acostumbramiento, revestido de «nuevos criterios morales» y de jus­tificaciones por «lo dura que ha sido la vida con él». Merece el reproche del Señor: «Tienes apariencia de vivo, pero estás muerto» (Ap 3, 1). 2. El mecanisismo (1 Sam 16, 7): Una situación menos preocupante, pero más frecuente. La fidelidad no ha caído en la impostura, pero ha perdido «al­ma». Pervive la fidelidad exterior; desfallece la fidelidad interior. Al paso de los años, la costumbre puede defor­marse en insensibilidad y en automatismo. Al paso de los años podemos celebrar maquinalmente, predicar rutinaria­mente, rezar mecánicamente, acoger desganadamente y trabajar bajo mínimos. Estamos en un «paro encubierto», espiritual y apostólico, y en un escepticismo habitado por la comodidad. El mecanicismo desedifica y desmoraliza a los más allegados. La gente lo percibe. Quienes seamos víctimas de él debemos recor­dar las palabras de la Escritura: «La mirada de Dios 30


no es como la mirada del hombre. El hombre ve las apariencias, pero el Señor ve el corazón» (1 Sm 16,7). 3. La mediocridad (Ap 3, 14-22): «Conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. Ojalá fue­ras frío o caliente. Pero eres solo tibio, ni caliente ni frío» (Ap 3,15-16). Encontramos en estos sacerdotes –consagrados– una mezcla de ilusión (que espera un futuro personal más lindo) y de escepticismo (que se pregunta si vale la pena intentarlo). En realidad, están instalados en la ambigüedad. Sin arrestos para definirse. Quieren «nadar y guardar la ropa». Desean los bienes de la fidelidad, pero al mismo tiempo apetecen las ventajas o beneficios secundarios (de ­la infidelidad). Las consecuencias de este bloqueo interior no se hacen esperar. La oración es escasa y desalentada. El trabajo pastoral se realiza sin fuerza. Las concesiones en materia de celibato dejan el regusto de la infidelidad, al tiempo que encienden el deseo de nuevas transgresiones. No tenemos alegría interior. No osamos comunicar nuestra situación a alguien que puede ayudarnos. Quienes vegeta­mos en este estadio habríamos de escuchar a Jesús: «Mira que estoy a la puerta llamando una y otra vez» (Ap 3, 20). Toda la carta al ángel de Laodicea es un espléndido retra­to de esta situación penosa. 4. La fidelidad intermitente (2Co 1, 19-20): El problema es aquí la estabilidad. Vivimos la alternancia entre fases de aceptable fidelidad y de deplorable infidelidad. Sabemos lo que es el gozo de la fidelidad, pero experimentamos intensamente el tirón de la infidelidad. En el fondo hay un corazón sincero y sensible ante Jesús, pero inconstante en su adhesión a Él. Sabemos volver a empezar; pero tendemos a volver a caer. En el origen de esta situación encontramos con frecuencia una pasión dominante que compromete el equilibrio espiritual y bloquea su maduración evangélica. Es saludable en esta situación 31


escuchar a san Pablo «El Hijo de Dios al que os anunciamos no ha sido un sí y un no. En Él todo ha sido un sí» (1 Cor 1,19). 5. La fidelidad básica sin radicalidad evangélica: Son personas habitualmente estables en sus opciones y fundamentalmente coherentes con ellas. Son no sólo sa­cerdotes buenos, sino también buenos sacerdotes. Res­ponsables en su trabajo, serios en su vida afectiva, preo­cupados por la oración, atentos a las necesidades de la co­munidad cristiana, fíeles a sus compromisos con la socie­dad. Les falta el dinamismo de un impulso creciente. Es la suya una fidelidad razonable, mesurada, sensata. ¿De­masiado sensata para ser suficientemente evangélica? Pa­rece que sí. Tal vez hay, en el fondo, una renuncia implí­cita a la radicalidad evangélica. El motor de este vehículo está en marcha, pero el freno de mano está echado. Mu­chos nos reconocemos quizás en este retrato. Tal vez nos sintamos aludidos por las palabras del Apocalipsis: «Conozco tus obras, tu esfuerzo, tu entereza... Has sufri­do por mi nombre sin claudicar. Pero he de echarte en ca­ra que has dejado enfriar el amor primero. Recuerda, pues, de dónde has caído; cambia de actitud y vuelve a tu conducta primera» (Ap 2,2-5). ¿COMO ES LA FIDELIDAD EVANGÉLICA? Existe la fidelidad evangélica. Son numerosos los presbí­teros –consagrados– que la viven. El Espíritu Santo extrae del fondo evangélico de estas personas, nuevas y crecientes puestas de fidelidad. No son impecables, tienen sus de­fectos y debilidades. Pero es gente que quiere empezar cada día. En pastoral, quieren aprender y actualizarse. En teología, quieren renovarse. Oran intensa y largamente. Buscan días de retiro. Tratan a los feligreses con respeto, con cariño, conscientes de que es el Señor quien, a través de ellos, se encuentra con la gente. Son pobres y austeros. No han perdido su «juventud apostólica». Su fidelidad muestra, entre otros, estos cuatro caracteres: 32


1. Es humilde y modesta: No es la suya la trayectoria orgullosa del reactor en el fir­mamento. Es más bien la del ave herida que intenta una y otra vez remontar su vuelo. Conocen la debilidad; pero no se instalan en ella. Lo habitual en su vida es la fidelidad generosa; lo eventual es la infidelidad sentida dolorosamente y combatida diligentemente. Se sienten identifica­dos con las palabras de Pablo: «Gustosamente seguiré presumiendo de mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo. Porque cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte» (2 Cor 12,9-10). 2. Es progresiva: Asume y realiza la «ley del crecimiento continuo» propia del dinamismo del Espíritu. La oración va ganando en calidad. La sensibilidad para con los pobres va afinándose con el tiempo. El amor a una Iglesia cada vez mejor conocida, incluso en sus temores y mediocridades, va aquilatándose: se hace tal vez más doliente y a la vez, más comprensiva. La deriva del mundo y sus problemas le preocupan, pero la paz de su mirada al contemplarla es mayor. Se siente reflejado en estas palabras bíblicas: «No desfallecemos; al contrario, aunque nuestra condición fí­sica se vaya deteriorando, nuestro ser interior se renueva de día en día» (2 Cor 4,16). A imagen del Señor y por la acción de su Espíritu (cf. 2 Cor 3,18). 3. Es concreta y realista: Se construye en las pequeñas fidelidades de cada día. Ellas mantienen el corazón fresco y dócil. Ellas compo­nen la cadena interminable de pequeños «síes» que cons­tituyen la textura de una existencia fiel al Señor y prepa­ran los cuatro o cinco grandes «síes» que tenemos que pronunciar –a veces sangrando– en nuestra vida. El Señor nos confía «lo mucho» de la fidelidad definitiva en «lo poco» de nuestra fidelidad cotidiana (cf. Le 19, 17). Las grandes fidelidades se van minando o banalizando poco a poco cuando, por falta de lucidez o de coraje, se han ido deteriorando las fidelidades de cada día: la oración 33


pau­sada, la vigilancia despierta de nuestra afectividad, la pre­paración cuidada de nuestras intervenciones pastorales, el vigor de la confianza en las personas, la sencillez para co­municar nuestros pecados. Las «neumonías espirituales» de la década de los 50 a los 60 son «gripes mal curadas» de la década de los 30 a los 40. 4. Es agradecida: “Dios es fiel… él los mantendrá firmes hasta el fin” (1 Cor 1, 4-9). Porque es consciente de que la fidelidad (llamada perse­verancia por el Concilio de Trento) no puede obtenerse «sin especial auxilio de Dios» (sesión VI, canon 22, H. Denzinger - P. Hünermann 1572). No es cuestión de tem­peramentos más apacibles, generosos, audaces. No es fru­to de voluntades tenaces. Es obra de la gracia y de la misericordia de Dios. Se siente retratada en las palabras de Bernardo de Claraval: «Mi único mérito es la misericor­dia del Señor. No seré pobre en méritos mientras Él no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia de Dios es mucha, muchos son también mis méritos». Pediremos el don de la fidelidad en la oración. Repetiremos con Ignacio de Loyola: «No permitas que me separe de ti». María, «la Virgen fiel», nos acompaña­rá en esta plegaria”25. Paradigma N° 10: EL IDEAL FORMATIVO ES LA COMTEMPLACIÓN Respecto a la FP entiendo que la propuesta esencial de la Iglesia en este sentido es plantearnos un tipo –estilo– de vida marcado por lo contemplativo. Dicho de otro modo: un modo contemplativo de vivir. Recordemos aquello que

25 cfr., Uriarte Juan María, Encuentro de espiritualidad sacerdotal en la región Litoral, Victoria -Entre Ríos-,2010. 34


el CV II, donde dice que “la vocación suprema del hombre es la comunión con Dios”. El Papa San Gregorio Magno, hablando en aquel famoso libro llamado “la regla pastoral”, hablando sobre el buen sacerdote, el buen pastor, dice “debe estar anclado en la contemplación. En efecto, sólo de este modo le será posible captar las necesidades de los demás en lo más profundo de su ser, para hacerlas suyas y así ayudar”26. Es en esta misma dirección cómo encuentro aquello propuesto por Francisco en Laudato Si: “Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad..., amado también por muchos que no son cristianos… Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo”27. Se trata de aprender a mirar o ver de otro modo. No por nada en los Evangelios aparece con tanta frecuencia la curación de un ciego28. Dos testimonios en este sentido: - San Pablo en Hech 22, 30; 23, 6-11. La discusión entre saduceos y fariseos. Termina en una guerra. Ahora Pablo, en medio de la guerra no deja de escuchar la voz de Dios “ánimo, así como diste testimonio en Jerusalén, lo darás en Roma” (v11). - El cura Brochero y la carta a Yaniz: además del dato actual de saberlo feliz –Beato– se lo puede observar así. Bien, lleno de gratitud incluso en un momento tan dramático como su lepra y su ceguera “doy gracias a Dios”. Tránsito 28 octubre de 1913

26 Ibídem, Benedicto XVI, Nº 7. 27 Ibídem Francisco, LS, N°10. 28 Ibídem, Casalá, págs. 15ss “formar místicos y profetas”. 35


Al Señor Obispo de Santiago del Estero, Dr. Yañiz Martin, Mi querido: Recordarás que yo sabía decir de mí mismo, que iba a ser tan enérgico siempre, como el caballo “chesche” que se murió galopando; pero jamás tuve presente que Dios Nuestro Señor es y era quién vivifica y mortifica, y quién da las energías físicas y morales y quién las quita; pues bien, yo estoy ciego casi al remate, apenas distingo la luz del día, y no puedo verme ni mis manos, a más estoy casi sin tacto desde los codos hasta la punta de los dedos y de las rodillas hasta los pies, y así otra persona me tiene que vestir o prenderme la ropa; la misa la digo de memoria, y es aquella de la Virgen …; para partir la hostia consagrada, y para poner en medio del corporal la hijuela cuadrada, llamo al ayudante para que me indique que la forma la he tomado bien, para que se parta por donde la he señalado, y que la hijuela cuadrada está en el centro del corporal para poderlo doblar; me cuesta mucho hincarme y muchísimo más levantarme, a pesar de tomarme de la mesa del altar. Ya ves el estado a que ha quedado reducido el “chesche”, el enérgico, el brioso. Pero es un grandísimo favor que me ha hecho Dios Nuestro Señor en desocuparme con la vida pasiva, quiero decir que Dios me da la ocupación de buscar mi último fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo. No ha hecho así contigo Dios Nuestro Señor, que te ha cargado con el enorme peso de la Mitra hasta que te saque de este mundo, porque te ha considerado más hombre que yo, por no decirte en tu cara que has sido y sos más virtuoso que yo. Me ha movido escribirte tal cual está porque tres veces he soñado que he estado en funciones religiosas contigo, y también porque el 4 del entrante entramos 47 años a quienes eligió Dios para príncipes de su corte, de lo cual le doy siempre gracias a Dios y no dejo ni dejaré aquellas cortitas 36


oraciones que he hecho a Dios, a fin de que nos veamos juntos en el grupo de apóstoles en la metrópoli celestial.

ANEXO I “La dimensión extraordinaria de lo ordinario” La curación de Naaman el sirio (2 Re 5, 1-15 ss): A. La presencia de nuestras enfermedades que nos marginan, la lepra en el mundo judío no solamente era un enfermedad física, sino espiritual (hacía impuro) rompía el vínculo con Dios y con los hermanos. Nuestros pecados… aquellos más cercanos y leves, y aquellos que nos acompañan desde niños… Reconocerlas, aceptarlas, trabajarlas… B. La presencia de la sirvienta judía: la mujer que aparece misteriosamente en el relato, hace de puente a Dios. La mediación y el dejarnos conducir por ella. La mediación no es siempre lo que imaginamos, es menos (es sirviente y judía en el contexto del relato). La lucha con la auto-referencia y la autodeterminación (que me van hacer en Israel… que es Israel). C. La Ilusión: Otra lucha que tiene que librar el protagonista del relato es el constatar que las cosas no son como las había imaginado. No por nada se habla del pecado de la ilusión o fantasía. La realidad es diversa a mi ilusión… no le dieron el trato que según él merecía, ni el remedio que según él correspondía. “El obrar del mal espíritu bajo apariencia de bien”. D. El valor de lo ordinario: - La curación de Naaman no se da por vías extraordinarias, como es el común de las curaciones corporales y espirituales de los cristianos. Nosotros sabemos por nuestra formación teológica y espiritual que las curaciones son escasamente extraordinarias… el camino de la fe es un 37


camino marcado por lo ordinario. Por cosas que nos son familiares y conocidos. Es por esos caminos cómo Dios me va acompañando con su Gracia y sanando. - De lo ordinario, lo menos vistoso y lo menos visto: “acaso los ríos de Damasco no son más lindo que éste”. Seguramente era así. La confesión y la dirección espiritual son las realidades sacerdotales menos reconocidas… se reconoce si uno es un personaje, si hace obras de caridad, si habla bien, si tiene buena presencia… pero no si es un buen penitente o un buen dirigido. A muy pocos les interesa en realidad esto. - El hacer muchas veces lo de siempre, nos cura: Naaman debió “sumergirse 7 veces al Jordán”. Para ello es importante la paciencia y la perseverancia frente lo ordinario, aún sin ver logros o resultados inmediatos.

ANEXO II

EL DESAFÍO DEL TIEMPO29

“Ritmo cotidiano” Toda vocación es matinal Un ritmo, como unidad de medida, que marca el proceso de FP, ritmo humilde y frecuentemente ignorado, cargado de Gracia y posibilidad de crecimiento. Es el ritmo de cada día. Dicho ritmo articula las distintas actividades del día. Es el ritmo que da a la jornada una estructura precisa, reflejo de lo que es más importante en la vida del presbítero. Ritmo que distribuye tiempos, energía y actividades de acuerdo con un cierto orden, a fin de que este orden se haga interno al individuo, como una regla de vida que da unidad y salva del frenesí, como un horario no escrito, dando a cada cosa 29 Amadeo Cencini, La Formación Permanente, San Pablo, 2002 Madrid. 38


su “ordo” que expresa su diverso valor. Pues lo que es central no puede dejar de celebrarse cada día. Debe convertirse en estilo de vida, que es menester repetir cada día. Reflejo de lo que es más importante en la vida del presbítero -del Consagrado-. 1. Los rituales cotidianos El ritmo se expresa en los rituales cotidianos, no sólo la organización del horario, sino también los gestos, modos, actitudes, palabras repetidos habitualmente que articulan el vivir cotidiano. Los rituales expresan no sólo el ritmo, sino también lo que la persona ama y cree y el empeño que pone en seguir amándolo y creyéndolo, “sus atenciones”, pequeñas y grandes. La ausencia de todo ritual conduce a la improvisación salvaje, a la pérdida de atención y vigilancia, como dejándose llevar y dejándose morir. Rituales personales e individuales Es evidente la relación entre los rituales de cada día y la FP, que se nutre de las grandes oportunidades y provocaciones de la vida diaria. Podría considerarse ritual cotidiano la Eucaristía diaria, la lectura de la Palabra de Dios al comienzo de la jornada, “tiempo de primera calidad”, es ritual un cierto tipo de preparación a la celebración eucarística. Ritual es en definitiva, lo que predispone a recibir el don con la sorpresa de la primera vez, a vivir delante de Dios la propia consagración en los diversos momentos del día. Es ritual el modo de disponerse al trabajo cotidiano, etc. La FP no es una pequeña cosa, pero se juega muy a menudo en las pequeñas decisiones y se hace efectiva cuando crea un estilo de vida que remite al valor de la propia opción de vida. Se 39


va convirtiendo en deformación progresiva cuando otras decisiones, quizá nunca declaradas y aparentemente poco importantes, acaban creando hábitos poco coherentes con el propio planteamiento vital, o que favorecen los aspectos menos maduros del yo. Es necesario que los rituales personales sean elegidos y estructurados con inteligencia, de modo que lo inste a abandonar comportamientos inmaduros y a adquirir hábitos buenos. Por todo ello el ritual debe ser siempre personalizado y elegido por un corazón vigilante y lúcido que piensa y quiere conseguir un determinado objetivo. Rituales colectivos-comunitarios También en la comunidad presbiteral –de los Consagrdos– los rituales son indispensables: crean claridad en los fines y modos de cómo conseguirlos, así como el estilo existencial coherente con ellos. Una comunidad se revela como familia cuando adopta ciertos rituales. 2. La acción cotidiana. Hacer muchas veces lo ordinario (Nahman), no hacer cosas extraordinarias. Lo que cambia de verdad es la vida cotidiana, esa vida se convierte en lugar sagrado de la presencia transformadora del Señor. La FP es Gracia, envuelta en la vida en su transcurrir normal, Gracia “oculta en lo cotidiano”. Como una semilla puesta en el corazón del hombre, semilla dotada de una fuerza irresistible, en virtud de la cual germina y crece, más que por la acción del hombre (Mc 4, 26). La vida en el Espíritu tiene obviamente la primacía… la relación con Dios constituye la respiración secreta de la FP, la oración nos 40


educa en cuanto excava y saca a la luz la verdad de nosotros mismos; nos forma porque plasma y modela en lo profundo de nuestra intimidad los “sentimientos del Hijo” y en fin, nos acompaña, porque nos hace partícipes de la paternidad y providencia del Padre. La oración “Educa”. La oración educa porque orar significa estar delante de la verdad de Dios en la verdad de uno mismo. La oración puede hacer aflorar a la superficie lo que somos en las profundidades a menudo oscuras de nosotros mismos… el contacto con la verdad divina evoca necesariamente la verdad humana. Toda oración tiene este valor evocadorveritativo. El problema de FP no es cuánto se reza sino la calidad veritativa de su estar delante de Dios, “en espíritu y en verdad”. Esta dimensión veritativa tiene dos vertientes: una que indaga en el “yo actual”, sobre todo para captar el componente negativo (vertiente penitencial de la oración), y otro que trata en cambio de escrutar las posibilidades del “yo ideal” lo que estoy llamado a ser (vertiente contemplativo-mistérico). Juntos develan la verdad del orante. Verdad del yo actual: quien se acerca a Dios, debería experimentar cuán lejos está de él. Debería emerger el mal que hay en nosotros, las raíces con frecuencias inconfesadas de ciertas atracciones no muy evangélicas. Toda oración debería ser una peregrinación hacia las fuentes del yo y dar lugar a un mayor conocimiento del propio corazón. Verdad del yo ideal: Permite al creyente descubrir su vocación. El maná cotidiano viene a desvelar al creyente el don preparado para él ese día por la providencia del Padre. Toda vocación es matinal, es la respuesta de cada mañana a una llamada nueva cada día. Esto significa una 41


interpretación de la lectio como lectio continua, es decir, como meditación que se prolonga a lo largo de todo el día. Palabra acogida y esperada (como el centinela) luego gustada y saboreada, custodiada en el corazón, adoptada como criterio de discernimiento para las decisiones que hay que tomar. Se convierte en raíz y motivación de fondo en todo acto, es la “vid” la que hay que permanecer unido, pero sobre todo, es don de salvación que se cumple en los acontecimientos cotidianos. La jornada se convierte en un “día que ha hecho el Señor”. Pan partido y sangre derramada: La oración diaria “Forma”. Da estructura y una configuración precisa a la persona y a la existencia del presbítero sobre todo a través de la vida sacramental. La oración alma del apostolado. En la Eucaristía, cuerpo partido y sangre derramada, el presbítero encuentra su identidad, su forma y norma de vida y también la fuerza para hacerla realidad. La fracción del pan es el desvelamiento del misterio del Hijo y la escuela continua en la que se aprende la lógica elemental de la vida, bien recibido que tiende por naturaleza a convertirse en bien dado. La Eucaristía Educa y Forma. Por eso la Eucaristía es naturalmente diaria donde se concentran los significados fundamentales del vivir y morir de cada día. Sin este tiempo el resto del día quedará abandonado a la insignificancia y a la improvisación; es la estructura donde se apoya el ritmo cotidiano. El apostolado alma de la oración: no sólo la oración es el alma del apostolado, sino que el apostolado se convierte en alma de la oración. Hay una experiencia de Dios que se hace sobre todo en la misión. La FP es hacer la experiencia de la circularidad y reciprocidad entre oración y acción, por la que también el apostolado tiene un valor educativo-formativo. Educa para buscar y encontrar 42


a Dios en la historia y en el prójimo, afinando la sensibilidad del apóstol, y forma lentamente en él los sentimientos del Hijo. La oración “Acompaña” La oración debe convertirse en el clima habitual y en la actitud de fondo del presbítero, como compañera fiel que orienta el camino en la dirección justa. El espíritu de oración permite encontrar el rimo justo, un equilibrio natural entre acción y contemplación, entre silencio y diálogo, entre escucha y palabra, convirtiendo todo en oración. Efecto de un corazón dócil –la docibilitas– es ante todo una actitud orante, de continuo aprendizaje. El ánimo orante es sobre todo el corazón “docible” (no sólo dócil y observante) que se deja instruir por Dios, busca su Palabra y escruta su presencia, escucha su reproche y siente su consuelo, soporta sus pruebas y saborea su intimidad. La docibilitas es ante todo una actitud orante. La docibilitas es al mismo tiempo condición y fruto de esta actitud orante. La oración se convierte en una especie de red que envuelve la jornada y la mantiene unida en torno a ciertos nudos, que son las citas ordenadamente distribuidas a lo largo del día. La oración es así cada vez menos un mero deber limitado a ciertos momentos, para convertirse en “espíritu de oración” que abarque todo el tiempo e impregne la persona toda, en una actitud de oración constante que da sentido y unidad a todo. Cuando un creyente descubre y vive el poder unitivo de la oración, puede decir que ha encontrado el centro de su vida “ha elegido la mejor parte que nadie podrá quitar” (Lc 10, 42) estará siempre con Él de modo permanente, como su formación. La Liturgia de las Horas: le marca el ritmo y estructura al tiempo, haciendo de él una experiencia cargada de sentido, desvela el misterio del tiempo en la vida cristiana y desvela que en el centro de él está el Misterio Pascual. 43


No es simple oración, sino plegaria ritual que el presbítero realiza en nombre de la Iglesia, no por intereses privados, súplica que se une a la alabanza eterna del Hijo al Padre, pero que expresa al mismo tiempo, con las palabras del salmista las palabras y dramas de todos los hombres y mujeres, en todo momento de la historia. El que ora se deja acompañar por el Espíritu y acompaña. La Palabra (los salmos) se convierten en un compañero de camino. La Palabra así acompaña la vida y se convierte en horizonte de todo acto humano. El miedo a la intimidad en oportunidades, es la razón por la cual muchos se han alejado de la oración. 3. La disciplina del sueño El día, símbolo real de la existencia-parábola de la vida humana. La parábola de la existencia humana se dibuja entre los dos polos clásicos de la vida y de la muerte. Este itinerario es el que representa el día, cada día, marcado como está por el ritmo alternante del día y la noche, la vigilia y el sueño, la luz y las tinieblas, el reposo y el trabajo. Este ritmo ha de ser observado y respetado: no puede de ningún modo alterarse. También para el presbítero el día debe seguir siendo día y la noche, noche. Porque ligado a este ritmo hay una serie de valores y significados esenciales para descubrir el sentido pleno de nuestro ser criaturas, en particular de nuestra insuficiencia. Noche y la precariedad El sueño es como una muerte en pequeño. La puesta del sol señala la precariedad de la creación y de la vida y de cuanto se hace. La noche ha de ser acogida y aceptada en su valor evocador y en su mensaje de verdad; no se la puede forzar a convertirse en una artificiosa prolongación del día; hay un momento que debe marcar el cese de actividades, porque no son éstas las más importante (Sal 126,2). Lo sabio y realista es aceptar que el 44


día se acaba, dejar para el día siguiente lo que no se ha podido acabar, así como los problemas y preocupaciones; es signo de identidad positiva, en el reconocimiento de los propios límites no exigir demasiado la resistencia física, así como confiar en Dios el día transcurrido y sus obras, que será siempre parciales e imparciales, para que Dios las purifique y dé plenitud. El día y el renacimiento Así como la noche remite a la idea de precariedad de la vida, el despertar de la mañana es como un renacer cada día a la vida, como volverse a encontrar con un don nuevo y una llamada inédita, una vocación repensada cada día por Dios y una gracia sorprendente. El día es renacer cada día a la vida. El creyente se abre al nuevo día con serenidad y optimismo, con la prontitud y vitalidad de quien se siente llamado a una cita importante. Se trata de acoger un don siempre sorprendente e imprevisible. Es necesario envolver en la oración el comienzo de la jornada. “Ritmo semanal” el día séptimo, el primero después del sábado Para la FP: es de gran importancia el ritmo semanal. No tanto como el cotidiano, pero importante al fin. 1. El día del Señor La semana se constituye entre días laborables y día no laborable. Forma parte de un cierto modelo de hombre, que no es sólo el homo faber, que se afana y produce, sino un ser orientado a otra dimensión, no identificable con el fruto del trabajo humano, pero que da sentido al trabajo. Es el homo sapiens-religiosus, otra dimensión simbolizada en la fiesta, por el descanso, por el ingreso del reino de lo gratuito. La relación con nuestro tema está en el sentido de que el ritmo semanal de FP viene dado por la capacidad de 45


encontrar el justo equilibrio entre aspectos relevantes de la vida: entre trabajo y descanso, entre deber y distensión, entre Marta y María. El día del Señor no tiene por qué ser necesaria y exclusivamente el domingo, sino cada día, en la medida en que cada día sepa garantizar esta síntesis, y sobre todo la semana como conjunto de días, algo así como compaginar estos opuestos. Si el tiempo es de Dios, la vida del creyente debe manifestar este señorío con decisiones adecuadas y con un estilo de vida que testimonie este primado a lo largo de los días. La organización de la semana debe manifestar y testimoniar que en el centro de la vida del apóstol está el Reino de Dios. Del mismo modo que la jornada tiene un horario así también debe haber un horario de la semana, en el que encuentren sitio atenciones fundamentales para el crecimiento interior y equilibrio general (físico, psíquico y espiritual). Se podrán evitar de este modo fenómenos de vagabundeo cultural, descuido espiritual, involución mental, regresión afectiva, desinformación general, exceso de trabajo, que hacen insípida la figura del hombre de Dios. 2. La distensión como momento formativo. Evitar la cultura del cura que no puede dejar de trabajar. Es importante no sólo garantizar que haya durante la semana tiempo para el descanso psicofísico, sino entrar en la cultura de la distensión. Esta cultura es fundamental para la calidad de vida y para un proyecto de FP. El problema es QUÉ distensión. Es indispensable que a lo largo de siete días se tenga el coraje de desconectar aunque sea medio día, concediéndose un saludable descanso. No hablamos de un descanso cualquiera. Ojo, no todo paréntesis en el trabajo tiene efica46


cia distensiva. Toda vocación tiene su estilo de vida, también su distensión o su tipo de distensiones. ¿Cuál? El que logra combinar el deber con el placer, el trabajo duro con la creatividad, la fidelidad con la búsqueda de algo nuevo. La rutina cansa y hastía, agota y empobrece. Lo que distiende no es el no hacer nada, sino el elegir una diversión que mantenga inalterado el grado de compromiso con el ideal a alcanzar, pero de modo original; dicha diversión distiende porque expresa una nueva forma de tender a los mismos fines. No sólo distiende, sino que es formativa y recreativa. Ejemplo: Un presbítero que siente el riesgo de sentirse indispensable será bueno hacer un día de monje… el que busca ser visto le vendrá bien pasar un poco desapercibido en silencio, etc. “Ritmo mensual” 1. El retiro espiritual, “ejercicio de recogimiento”, adquiere un importante significado en la economía de la FP. El retiro mensual tiene sentido y es importante para la FP en la medida en que supone y conlleva un verdadero retiro (psicológico más que físico) de la persona respecto al ambiente habitual, de las ocupaciones ordinarias y respecto del estilo de vida normal, entre medio día o del día completo. El retiro es un ejercicio de recogimiento, el medio por el cual el hombre se acerca a sí mismo, a Dios y a su prójimo. Recoger la vida: significa volver sobre nosotros mismos, llevar nuestras fuerzas de la dispersión a la unidad, simplificar nuestros deseos, estar tranquilos y serenos. Aprender a ser dueños de nosotros mismos. Por medio del recogimiento, se vence la distracción y la inquietud. El recogimiento 47


no es sólo una operación reflexiva, sino que implica recoger la vida con toda su complejidad, recogerla en particular delante de Dios. Observarla con realismo, percibiendo en ella el misterio, reconocerla como don que viene de lo alto, aceptarla en sus aspectos luminosos y oscuros. Es bueno recoger la vida, bello y necesario, para captar además en ella los pasos de Dios, reconocer en ella su proyecto, confrontarla con Su Palabra y abrirla cada vez más a su intervención. “Contar los propios días”. ¿Cómo se realiza? Tomar distancia, ante todo tomando distancias, incluso en su sentido físico, respecto de un cierto tipo de instancias e inquietudes que afanan y dispersan. El retiro ofrece la posibilidad de retirarse de… El hombre tiene necesidad de un espacio ecológico, de escapar del caos, del ambiente dominado por la exterioridad, los resultados y el éxito, a figurar a cualquier precio, que lo aleja de sí mismo. El retiro mensual es ante todo una invitación a caer en la cuenta de este engaño, a tomar distancia del falso yo para no ser esclavo de él. Nostalgia del claustro: El retiro es en cierto modo esta celda en la que el alma se encuentra con su Dios, para que sea cada vez más morada habitual, donde Dios custodia el misterio del yo, es decir, de su verdad. Y donde el yo se siente de verdad en su casa. Contradicción en el hombre, siente cierta nostalgia del claustro, pero vive atrapado por el mundo. Dos instintos “nostalgia del claustro” (cierta atracción por el recogimiento silencioso) e “instinto de manada” (necesidad de oír ruido alrededor, miedo a la soledad, incapacidad de estar en silencio). La degradación cualitativa y la trivialización del retiro mensual son todas consecuencias de esta pérdida del gusto y la capacidad de vivir en el recogimiento. Un organismo espiritual en buenas condiciones de salud siente la cita del 48


retiro como una exigencia personal algo agradable. Si se salta esta cita mensual, se corre el riesgo de bajar la guardia y perder sensibilidad espiritual. 2. Los frutos del recogimiento (consecuencias) 2.1 Responsabilidad y sensibilidad: El primer fruto del recogimiento es la restitución del hombre a sí mismo, el descubrimiento de la propia identidad y responsabilidad, con la consiguiente vigilancia y sensibilidad respecto de la vida. “Sólo el hombre recogido es alguien”. Esta combinación de responsabilidad y sensibilidad como fruto de la actitud para el recogimiento es singular. La responsabilidad significa fundamentalmente capacidad de respuesta, es el silencio y sólo en el silencio donde el individuo se siente interpelado, buscado hasta tal punto de no poder eludir la respuesta, y el coraje de asumir su responsabilidad. 2.2 Orden interno y externo: La otra consecuencia es el orden. Orden de la vida y del trabajo cotidiano, de los objetos en la habitación y en la casa, de las ocupaciones a lo largo de la jornada, de la lectura y de los pensamientos, etc. Orden es cuestión de buen gusto y del estilo particular, el estilo es la persona, es expresión de un orden interno. Es un orden que viene de la educación de los sentidos y de la atención. 2.3 Educación de los sentidos y de la educación: Ejercitar el recogimiento significa no dejar entrar todo lo que llama a la puerta de los sentidos y de la atención, saber distinguir entre el bien y el mal, entre lo que tiene valor y lo que no vale. La identidad es fuerte y positiva sólo cuando se da una coherencia fundamental y muy concreta de vida 49


y comportamiento. Por ello la identidad se forma de modo continuo y progresivo. Si se aceptan y satisfacen atracciones diversas hacia otras cosas, el riesgo está en ir perdiendo el amor a lo que se es, y se está llamado a ser. Para administrar inteligentemente todo esto, resulta hoy más indispensable la capacidad de recogimiento, como garantía de libertad interior y discernimiento de lo que es conforme a la propia identidad, útil y saludable de cara a la FP. Cada uno se forma con aquello que se nutre, aún cuando aquello de lo que se nutre no se adecue a su verdad. ¿Cuál es la meta de la educación permanente de los sentidos para un creyente? El objetivo natural de los sentidos humanos son los sentidos de Dios, mirar como Dios, oír como Dios, gustar las cosas de Dios… La FP consiste en introducirnos cada vez más con los sentidos, en el mundo de Dios, en definitiva, en tener los sentimientos del Hijo. 2.4 Estabilidad y creatividad: Quien se recoge habitualmente en Dios permanece siempre estable. Con esa estabilidad interior procedente de haber constatado los fundamentos en los que se apoya su propia vida. De esa estabilidad brota una serenidad de fondo, que permite una cierta calma en todas las circunstancias, incluso de crecer por medio de ellas, madurar la confianza y en la búsqueda de lo esencial. El que se recoge habitualmente en Dios logra conjugar “estabilidad con creatividad”, porque está bien asentado en sus raíces y se siente seguro de lo que lo sostiene, puede moverse con desenvoltura y libertad. El contacto con Dios y la escucha del propio corazón hace saltar la chispa de la creatividad, del gusto por lo bello. La creati50


vidad es sobre todo capacidad de relación, capacidad de relación profunda, de un amor intenso. La creatividad es la resultante de la contemplación y del enamoramiento. La FP debe hacer (lograr hacer) a las personas más recogidas y creativas 2.5 Humor y serenidad: Último y más apreciado fruto. Punta extrema del proceso interior iniciado en el recogimiento silencioso. El humor es un ejemplo de la distensión inteligente propio de quien ha aprendido a encontrar su centro y cada día lo redescubre. Supone un notable equilibrio entre la mirada que penetra en profundidad, y la benevolencia cordial. Un individuo posee sentido del humor sólo cuando sabe dedicarse a la contemplación, gracias a lo cual aprende a mirar con benevolencia y tolerancia las limitaciones e incongruencias de su vida y su persona. El verdadero humorista es el contemplativo. Sabe captar la dimensión relativa de la realidad, no concede tanta importancia a los acontecimientos ni se deja abrumar por ellos. Sabe tomar distancia de sí mismo y de la realidad. Sabe que detrás de todo está la providencia del Eterno y todas las cosas están en sus manos. Ha aprendido a decir la verdad sonriendo. La libertad interior para sonreírse de uno mismo y dejar que los otros se rían de nosotros. El drama surge cuando somos demasiados rígidos. Captar los dinamismos relativos de la realidad. 3. El sanador herido En el retiro mensual de FP debe haber también espacio y atención al pecador, para que el creyente experimente el perdón y la misericordia de lo alto, y en virtud de esta dolorosa conciencia se convierta en instrumento de la gracia que perdona, en ministro suyo. 51


Queremos reafirmar el valor educativo-formativo de la dimensión penitencial en la conciencia subjetiva del sacerdote y de la lucidez interior con que descubre su pecado hasta la celebración sacramental de la reconciliación. 3.1 Absuélveme de las culpas que no veo: Hay una profunda sabiduría en esta acongojada súplica del que, sabiendo que todo no lo sabe, sabe cuánta oscuridad hay en él. Sabe que en esa oscuridad habitan también tinieblas, las tinieblas ligadas a demonios. Se refiere a ese complejo y misterioso mundo personal en el que el individuo se siente débil e inseguro, menos libre y vulnerable, preocupado por sí mismo y sus necesidades, y por consiguiente nervioso y ansioso, en definitiva, triste y agitado. Sabe que es difícil para el ser humano percibir en toda su globalidad y radicalidad su propio mal, ese egoísmo de mil caras que lo tienta ponerse en el centro y usurpar el puesto de Dios e impidiéndole concentrar su tiempo y sus energías en la única cosa necesaria. El que quiere ser verdadero consigo mismo le pide al Altísimo que le enseñe la sabiduría para no engañarse y presumir de sí mismo. Esta libertad interior, hace a la persona atenta, vigilante. Le quita presunción y suficiencia. Toda pretensión o ilusión de conocerse ya, de saberlo ya todo acerca de sí mismo y sus problemas. El principal enemigo de la FP es la presunción de conocerse, de no tener mucho para cambiar y convertirse; es ese aire de suficiencia. Esta atención y vigilancia, capacita para aceptar a los otros y sus límites, porque hace que no nos sintamos mejores que nadie que no nos asombremos ante las debilidades ajenas. 52


El camino de FP es un camino de curación progresiva de la ceguera, iluminada cada vez más por la certeza de la Gracia y la misericordia del Eterno. 3.2 El cordero que carga con el pecado: El que reconoce su pecado, entra de lleno en la lógica redentora; ante todo como beneficiario del perdón, y así de la redención, pero también como instrumento activo y responsable de ella. Sería incompleta una experiencia de la redención que excluyera uno de estos dos itinerarios. Nadie puede perdonar en nombre de Dios sino en cuanto que él mismo que es pecador, ha sido perdonado. La FP del ministro de la gracia que perdona es la FP del pecador, del que crece en la conciencia de su pecado. No son dos caminos de formación distintos.

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Vida consagrada e identidad de la mujer En nuestro encuentro anual de este año intentamos tratar en forma de panel algunos desafíos formativos actuales propios de la mujer consagrada. Rosa Espejo, de la Arquidiócesis de San Juan, Marta Finochietto, de la Diócesis de San Justo y María Bertetich, de la Arqudiócesis de Córdoba presentaron un par de textos e ideas para el debate. I. Sobre la identidad y formación de la mujer, por María Bertetich Las mujeres consagradas a Cristo en el Orden de las Vírgenes participamos de las alegrías y dolores de las mujeres de este tiempo. Necesitamos comprender y asumir la propia identidad para vivir y obrar de manera más fecunda y feliz, en el seno de la Iglesia y de la sociedad civil. El Directorio para el orden de las vírgenes lo manifiesta: “...el equilibrio personal requiere asumir la sexualidad y la feminidad” (88). El Catecismo de la Iglesia Católica sostiene también que la identidad del hombre y de la mujer son un don del Creador y una tarea: “…El hombre y la mujer, son con la misma dignidad, “imagen de Dios”, en su “ser–hombre” y en su “ser–mujer” reflejan la sabiduría y la bondad del Creador” (369). “Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios…” (2335). “Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. …” (2333). 54


Desde hace unos decenios los Pastores de nuestra Iglesia están iluminando esta problemática, especialmente en lo que atañe a la identidad femenina1. Puede ayudar también a las mujeres de nuestros días recordar la visión que tuvo de la mujer de Santa Edith Stein2. Ella expuso sus ideas acerca de la mujer en diversos momentos y ambientes. Describió las características de la mujer señalando que en comparación con el hombre: es distinto el cuerpo femenino, las funciones fisiológicas, y toda la vida corporal; y también es distinta la relación de cuerpo y alma; la relación de espíritu y sensualidad; y la relación de las fuerzas espirituales entre sí. En la mujer existe mayor unidad y armonía entre cuerpo y alma. En el varón se da el crecimiento de algunas energías en orden a rendimientos más intensos. Ambos sexos tienen la misión de gobernar el mundo y generar y cuidar la vida humana, en colaboración: el gobierno del mundo le es confiado al varón en alianza con la mujer; la misión del cuidado de los hijos a la mujer en colaboración con el varón. También señala la autora la diferencia en el orientar de modo equivocado la propia existencia. El varón se desordena principalmente en ejercer el dominio brutal sobre los demás y en hacerse esclavo del 1 San Juan Pablo II, Mulieris dignitatem, 15. 08. 1988 Congregación para la Doctrina de la Fe, 31.05.2004, Carta a los Obispos sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo nn. 2 - 4. Documento Aparecida, año 2007, 43, 453: advierte sobre la ideología de género. Papa Francisco: “… pensemos también en la reciente epidemia de desconfianza, de escepticismo, e incluso de hostilidad que se difunde en nuestra cultura… en relación a una alianza entre el hombre y la mujer, que sea capaz, al mismo tiempo, de afinar la intimidad de la comunión y de custodiar la dignidad de la diferencia” Audiencia 22.04.2015. 2 Edith Stein, La mujer. Su naturaleza y misión, Monte Carmelo, Burgos, 1998, 140-144. 55


trabajo. La mujer falla más fácilmente en el modo de vivir su vinculación con el hombre y en permitir que la vida del espíritu se hunda en la vida corpóreo sensual. Estas tendencias se dan en diversos grados e intensidad: existe la especie femenina y masculina; el tipo, dado por el conjunto de características que constituyen diversos grupos de mujeres y hombres –los temperamentos–; el individuo, modo de ser peculiar, personal de tal mujer, hombre, único. Por ello se comprende que haya mujeres con características cercanas a las varoniles y viceversa. Edith Stein valora muy seriamente la formación cultural y profesional de la mujer, de ello es testimonio también su propia trayectoria vital. En todo y sobre todo, concede la primacía a la formación del corazón, del alma femenina; es decir a la religión, a la espiritualidad. Siguen unos párrafos de una de sus conferencias acerca de ello3. ”La naturaleza de la mujer está dada con su misión originaria: ser esposa y madre. Ambas se encuentran del todo entrelazadas. El cuerpo de la mujer está plasmado para “ser una sola carne” con otro y para desarrollar en sí una nueva vida humana. A esto corresponde que el alma de la mujer esté dispuesta a estar sujeta a una cabeza en obediencia, presta al servicio, y a la vez a ser su apoyo sólido, al modo en que un cuerpo bien disciplinado es un instrumento adecuado para el espíritu que lo anima, pero también es para él una fuente de energía y a él le da su sólida posición en el mundo exterior. Y ella está puesta para servir a otras almas de protección y morada en que puedan desarrollarse. Esta doble función de compañera y de madre para la vida anímica no está limitada a los confines de la relación esponsal 3 Edith Stein, Obras completas, Monte Carmelo, Burgos, 2002, IV, 200-204. 56


y materna, sino que se extiende a todos los seres humanos que entran en el entorno de la mujer. El alma de la mujer debe por consiguiente ser amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llamita pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que tan tiernas semillas no se congelen; debe ser luminosa para que en las esquinas y pliegues oscuros no hagan su nido los parásitos; recogida dentro de sí, de forma que las irrupciones del exterior no amenacen la vida en el interior; vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente señora de sí misma y de su propio cuerpo, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada. Esta es una imagen ideal del alma femenina. Para eso estaba plasmada el alma de la primera mujer, y así podemos nosotros imaginar el alma de la Madre de Dios. En todas las demás mujeres hay ciertamente desde la caída un germen de tal desarrollo, pero necesita un especial cuidado y un mimo particular para no quedar sofocado entre la mala hierba crecida abundantemente. Generosa debe ser el alma de la mujer, nada humano quedar para ella ajeno, y claramente posee la capacidad al respecto: su interés principal se dirige por término medio a seres humanos y a humanas. Esto ocurre sólo cuando se deja llevar por el instinto natural, y con frecuencia de una forma poco adecuada al objetivo. Así, el interés deviene a menudo, primero como simple curiosidad: el simple querer conocer seres humanos y sus relaciones, a veces realmente una codicia formal para irrumpir en el terreno ajeno. Si se atiende a este impulso no se gana nada bueno para el alma propia ni para las ajenas. En cierto modo ella sale de sí y permanece fuera, quieta ante los hechos. Ella se pierde sin 57


dar nada a los otros. Eso es estéril, e incluso perjudicial. Sólo servirá si sale fuera para buscar y llevar a casa: es el tesoro escondido que reposa en toda alma humana y que puede enriquecer no sólo a la propia sino a otras que le abren sus almas; y la carga que, manifiesta u oculta está puesta en cada alma humana. Pero sólo buscará de este modo quien se sitúe ante el alma humana con santo respeto, sabiendo que las almas humanas son reino de Dios, y que sólo cabe acercarse a ellas si se es enviado a ellas. Mas quien es enviado encontrará lo que busca; quien así es buscado se dejará encontrar y poner a salvo. Entonces el alma no queda quieta, sino que lleva a casa su conquista, y sus espacios deben dilatarse para poder abarcar lo que ella lleva a casa. Silenciosa debe ser el alma, pues la vida que ha de proteger es tímida y sólo habla suavemente; si ella misma hace ruido no podrá escucharla y pronto estaría totalmente enmudecida y se le retiraría. ¿Puede decirse que el alma femenina por su naturaleza está preparada también esto? En principio parece todo lo contrario. Muchas almas femeninas son ricas y vivas en movimiento; el movimiento conlleva ya mucho ruido y además le induce a comunicarlo. Y sin embargo tiene que haber capacidad para ello, sino no se hubiera podido aprender tan profundamente como lo muestran bastantes mujeres: aquellas mujeres a las que se recurre para encontrar paz, y que tienen oídos para las vocecitas más tenues. Esto se logra si se cumplen las otras exigencias: si el alma está vacía y recogida en sí. Ciertamente, cuando el propio ego vocinglero está muy distante, entonces hay naturalmente espacio y silencio, de forma que los otros pueden encontrar lugar y hacerse perceptibles. Pero eso no le ocurre a nadie por naturaleza, ni a hombre ni a mujer. ‘Oh, Señor, toma también de mí a mí y entrégame enteramente a ti”. Se trata de una ora58


ción atribuida a san Nicolás de Lile. Así dice en una antigua plegaria alemana. Por nosotros mismos no podemos, es Dios quien debe hacerlo. Pero pedirlo de este modo resulta por naturaleza más fácil para la mujer que para el hombre, porque ella vive el deseo natural de darse a sí misma completamente. Si ella llega a comprender correctamente que nadie distinto a Dios es digno de tomarla toda como propia, y que es un robo pecaminoso hecho a Dios darse toda a otro que no sea Él, entonces este don de sí, ya no parecerá difícil, y ella se liberará de sí misma. También entonces resultará claro el encerrarse en su castillo interior, mientras antes estaba merced de las tempestades que continuamente azotaban desde el exterior, y que también salía de sí para buscar fuera algo que pudiese acallar su hambre. Ahora tiene ella todo lo que necesita; ahora sólo sale fuera si es enviada, y se abre únicamente a aquello que se le puede exigir. En esta ciudadela es ella soberana en cuanto que servidora de su Señor, y con ello está al servicio cualquiera a quien el Señor desea preste su servicio; en primera línea, sin embargo, para aquel que a ella le ha dado como cabeza visible: el esposo, o cualquier otra “autoridad” dada a ella. Cálida es el alma de la mujer ya por naturaleza, pero su calidez natural es demasiado poco equilibrada. Ella se consume o fracasa, donde fuera más necesaria; por una pequeña llama es elevada a incandescencia, que abrasa allí donde sólo debía calentar suavemente. También aquí sólo puede ayudarse si, en lugar del fuego terrenal, viene el celeste. Cuando el fuego divino, el amor divino, ha quemado todo lo impuro, entonces prende en el alma como una llama silenciosa, que no sólo calienta, sino también ilumina: entonces es todo luz, pura y clara. Desde luego, tampoco la claridad es visible en primer lugar como natural. El alma de la mujer aparece mucho más como sorda y oscura, impenetrable para sí misma y para los otros. Sólo la luz divina la hace luminosa y clara. 59


Todo esto apunta a lo siguiente: lo que la mujer debe ser según su misión originaria sólo puede llegarlo a ser, si a la configuración natural que actúa desde el interior se añade la configuración mediante la gracia. Por eso el núcleo de toda formación femenina deberá ser la for­mación religiosa”. Otro valioso estudio acerca de la naturaleza de la mujer es el de Héctor Delfor MANDRIONI, Para una antropología de la femineidad, ponencia en el II Encuentro Mariano Nacional, 1988, en Teología 53 (1989) 74-110. II. Propuestas de formación de los padres de la Iglesia a las primeras mujeres consagradas, por Rosa Espejo En primer término se presentó el texto María, modelo perfecto de vírgenes, de San Ambrosio4. Puede verse completo en la obra citada. A continuación ofrecemos el contexto y un resumen de estas páginas del santo Obispo de Milán que tanto ha ensalzado la virginidad cristiana. El pasaje forma parte del tratado acerca de la virginidad, redactado el año 377 a pedido de las vírgenes consagradas, especialmente de su hermana Marcelina, consagrada el 25 de diciembre en Roma, por el Papa Liberio. Es recopilación de sus homilías pronunciadas en la Iglesia de Milán. Consta de tres libros: I Grandeza de la virginidad; II Modelos ejemplares para las que profesan en el orden de las vírgenes; III Virtudes propias de una esposa de Cristo. El libro II comienza presentando a María, modelo de nuestro modo de proceder. Luego presenta a Tecla, a una virgen antioquena, y ejemplos del mundo pagano.

4 Francisco de B. Vizmanos, 667, Las vírgenes consagradas de la Iglesia primitiva, BAC, Madrid, 2009, 2ª, 667. 60


Acaba exponiendo sobre la unión mística de la virgen con su esposo Cristo. San Ambrosio propone a la Virgen como modelo de las más diversas actitudes o virtudes: modelo por su modo de estar ante Dios, la vida, el mundo. A continuación la imagina amante, sabia, justa en el trato con las personas allegadas y con los más débiles; moderada, equilibrada en todo lo referente a las necesidades e inclinaciones del cuerpo . Sea en su hogar o fuera de su casa, “era ella misma la mejor custodia para sí. Reflexiva en sus palabras y acciones, no dio un solo paso sobre el suelo que no fuera un nuevo paso en la virtud. Puede tener la virgen a otros por custodios de su cuerpo, pero es ella misma quien debe ser custodia de sus costumbres”. En un segundo momento afirma San Ambrosio que ésa es la figura que nos transmiten los Evangelios de María, y recuerda la anunciación, la visitación, el nacimiento del Señor y su infancia y las peregrinaciones anuales al templo. María es imagen de la verdadera virginidad. “¡Qué de virtudes brillan en una sola virgen! Modestia en el recogimiento, ardor en la fe, presteza en la devoción; virgen en casa, compañera humilde para servir a las demás, madre en el templo”. Finalizando su presentación de María, modelo de las vírgenes, San Ambrosio eleva la mirada hacia la eternidad, dice: “¡Oh, y a cuántas saldrá a recibir María, a cuántas estrechará en sus brazos y presentará al Señor diciendo: Ésta ha sido fiel a mi Hijo, ésta ha guardado sin mancilla sus divinos desposorios! … ¡Qué festejos aquellos! ¡Qué alegría tan resonante la de los ángeles, proclamando que merece habitar en el cielo la que llevó una vida celeste en este siglo! Entonces María, pulsando el tímpano, dirigirá los coros virginales para entonar sus alabanzas al Señor por haber atravesado el mar de este mundo sin zozobrar entre las olas 61


mundanales. Todos ellos saltarán de gozo diciendo: Entraré al altar de mi Dios, el Dios que alegra mi juventud”. En un segundo momento Rosa ha recordado algunos Consejos de los Santos Padres a las vírgenes a partir de un escrito de Gloria Irene 5. Los santos pastores de los primeros siglos, junto a verdaderos tratados de espiritualidad ofrecieron a las mujeres consagradas consejos y enseñanzas prácticas sobre cómo conducirse en los ámbitos de la vida eclesial, personal, y social. Algunas de estas normas pueden no ser aplicables literalmente hoy, sin embargo, el espíritu y la finalidad con que fueron impartidas pueden iluminar también nuestro caminar. III. Femineidad y Consagración, del consejo Pontificio para los laicos6, por Marta Finochietto Parece que el corazón del Papa Francisco fuera particularmente sensible a algunos temas. Entre muchos otros, dos son recurrentes: la mujer y la vida consagrada. De la mujer, el Papa ha hablado en diversas ocasiones, suscitando cada vez interés y preguntas. Ha pedido una renovada teología de la mujer y abrir a su contribución específica espacios de toma de decisiones en la Iglesia, espacios que necesitan de su mirada y de su perspectiva. Ha pedido un testimonio renovado de la vida consagrada y la alegría de pertenecer a Cristo y ha dedicado este año 2015 a celebrar el don de la vida consagrada en la Iglesia. 5 Gloria Irene ALVARO SANZ, Amar y servir. El Orden de las Vírgenes según el Canon 604, Secretariado trinitario, Salamanca. 6 Publicado en la página del Pontificio Consejo para los Laicos http://www.laici.va/content/laici/es/sezioni/donna/tema-del-mese/consacrazione.HTML. Lic. Marta Rodríguez, española, consagrada del Regnum Christi, directora del Instituto Superior de Estudios sobre la mujer en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. 62


Creo que entre estos dos temas, vida consagrada y mujer, hay una íntima conexión. Encuentro esta conexión en el hecho de que ambos temas son hoy fuertemente cuestionados. Si hablamos de la mujer, nuestra cultura no tiene claro qué le pertenece de modo específico: cómo se define la feminidad, cuáles son sus rasgos distintivos. Incluso se pone en duda el concepto mismo de mujer, proponiendo un modelo de ser humano que se pueda definir a sí mismo con una libertad absoluta, por encima de cualquier identidad sexual determinada. Por otra parte, también la vida consagrada ha sufrido fuertes cuestionamientos. Como señala el documento Nuevas vocaciones para una nueva Europa (Documento finale del Congresso sulle Vocazioni al Sacerdozio e alla Vita Consacrata in Europa, 1997), estos cuestionamientos nacen ante todo como manifestación de una crisis antropológica más profunda: «Este juego de contrastes se refleja inevitablemente en el plano de proyectar el futuro, que es visto —por parte de los jóvenes— en una óptica consecuente, limitada a las propias ideas, en función de intereses estrictamente personales (la autorrealización). (…) Es, en otras palabras, una sensibilidad y mentalidad que corren el peligro de diseñar una especie de cultura anti-vocacional. Que es tanto como decir que, en la Europa culturalmente compleja y privada de precisos puntos de referencia, semejante a un gran panteón, el modelo antropológico prevalente fuese el del “hombre sin vocación”». Entonces, tanto la mujer como la vida consagrada son blanco de fuertes ataques. Pero creo que hay otro vínculo entre la mujer y la vida consagrada. Este vínculo se expresa en dos tesis: la primera es que para las mujeres consagradas, la feminidad debe enriquecer la consagración y la consagración enriquecer la feminidad. 63


La segunda tesis es que el testimonio de las mujeres consagradas puede iluminar la identidad y la misión de la mujer para el mundo de hoy. La feminidad vivida plenamente enriquece la consagración, porque la vida consagrada no puede ser una represión ni una negación de la propia identidad sexual. Esto no siempre ha sido enseñado del modo adecuado: como si la sexualidad fuera algo que ahogar, esconder o dar por descontado. Creo que toda represión no puede sino provocar amargura. En cambio, una mujer que acepta y vive integralmente su cuerpo, está lista para expresar en el silencio de su sexualidad la propia opción y pertenencia. Es consciente de que el lenguaje del cuerpo es un lenguaje de amor y que cada gesto suyo, cada silencio habla de este amor. Vive los cambios del propio cuerpo de mujer y los ritmos de su fecundidad física como una alegre oblación, segura de que este ofrecimiento silencioso la hace fecunda a otro nivel. Se siente de algún modo “encinta del mundo”, dando a luz hijos con su sí virginal, permanentemente fecundada por el Espíritu en su corazón y por ello en todo lo que hace, incluso en las cosas más escondidas. Una mujer que vive a fondo la propia feminidad sabe que no puede renunciar al deseo de vivir para la mirada de alguien, al deseo de ser bella, y orienta este deseo natural suyo para atraer la mirada de Dios, única mirada que le revela quien es y al mismo tiempo la hace hermosa. Esta mujer reconoce, acoge y eleva sus instintos y tendencias renovando, ante la belleza y atracción natural hacia las creaturas, su opción radical por la Belleza misma, descubriendo en ella íconos que le hablan del Amor por el que vive. Y aún más: abraza al mismo tiempo toda la belleza y el sufrimiento del mundo y, acogiéndolos, los eleva y consagra a Dios en su corazón, en un íntimo y continuo gesto sacerdotal. 64


Una mujer que sabe que está hecha para ser esposa y madre, descubre en la castidad consagrada un modo misterioso pero real de desarrollar cada potencialidad afectiva suya, cada recurso de su ser mujer. Sabe que la mujer es el corazón de la familia y por eso busca ante todo hacer de su corazón mismo una casa donde el Señor encuentre consuelo y alivio, y hace familia en todo ambiente en que se mueve. Así, mientras más vive su identidad de mujer, más rica se vuelve su consagración. Y mientras más a fondo vive su consagración, más desarrolla su feminidad. Este tipo de mujer tiene mucho que decir a las mujeres de hoy. La mujer consagrada recuerda el significado del cuerpo y de la sexualidad. En una cultura que considera el cuerpo como un objeto que utilizar como le parezca, la mujer consagrada recuerda la preciosa dignidad del cuerpo, y que no se trata de ser libres “del” cuerpo, sino libres “en el” propio cuerpo, aceptado y acogido así como es. En un mundo que huye del dolor y del sacrificio, su oblación es un recuerdo viviente de que amor y dolor, especialmente en la mujer, van siempre de la mano. En una mentalidad que ha hecho del hijo un objeto de satisfacción de los propios deseos, la maternidad espiritual recuerda que el fundamento de toda fecundidad es el don de sí y la oblación total y que cada hijo es dado a la luz con el propio dolor y las propias lágrimas. Así la virginidad ilumina la maternidad y sólo la maternidad explica el misterio profundo de la virginidad. En una cultura obsesionada por las “cuotas rosadas” y por el poder alcanzar los vértices de la carrera, la mujer consagrada recuerda que no nos define lo que hacemos ni cuánto ganamos sino quiénes somos. Le recuerda que la mujer, si lo es plenamente, humaniza lo que toca, desde los 65


vértices de mayor responsabilidad (que seguramente necesitan su perspectiva) hasta las posiciones más discretas. ¡Que este sea un año en que las mujeres consagradas redescubran la belleza de su feminidad y de su consagración! Resumen del debate Luego de la presentación inicial del tema se suscitó un interesante diálogo acerca de la integración e influencia que tienen diversos factores en la conformación de la propia identidad sexual: la naturaleza, la cultura y la libertad. Se señaló que es necesario entender la co-presencia en diversa forma y grado de los tres componentes, y que por otra parte, tanto lo dado por creación, como lo cultivado, como la libertad con que se asumen se encuentran tocados por el pecado y sanado por la gracia. Con lo presentado por Rosa hubo ocasión para resaltar la necesidad de trabajar para que haya armonía entre la vida interior y su expresión en la vida personal y social de las mujeres consagradas. Que la vida digna, bella, ordenada se manifieste en la conducta diaria; que lo que se es se vea, se viva. Se recordó también que la belleza está supeditada a lo verdadero y bueno. Así, con ocasión de recomendaciones prácticas tan detalladas de los Padres, aunque alguna puede hacer sonreír como la de “Huir del vino como del veneno”, se reconoce la necesidad del equilibrio, de la moderación, de la virtud en todos los órdenes de la vida. Además, hemos recordado que la razón y finalidad última de estas enseñanzas ha sido propiciar una vida de estudio y oración de las páginas de la Palabra de Dios, como acostumbraban las consagradas dirigidas por San Jerónimo. 66


Marta recordó en primer lugar un reciente diálogo del Papa Francisco con algunos consagrados y su especial interés por la problemática de la mujer y de la vida consagrada. En la cultura actual de luces y sombras también sobre la comprensión de la identidad de la mujer es necesario descubrir el genio femenino y favorecer su desarrollo con elecciones y conductas concretas. Cada individuo y la comunidad hemos de incorporar este objetivo en el trabajo de la formación permanente. El artículo elegido para compartir es una invitación a ello. AMAR Y SERVIR- El Orden de las Vírgenes según el Canon 604-. Gloria Irene Alvaro Sanz. O.C.V., Secretariado Trinitario. Salamanca. España.

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Liturgia Vamos a las cosas fundamentales y después vamos a bajar al escalón que nos toque bajar a nosotros. Encontré esto en el Catecismo de la Iglesia… En la Liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado como la Fuente de todas las bendiciones, de la creación y de la salvación, con la que nos ha bendecido en su Hijo para darnos el espíritu de adopción filial. Este es el marco central de la Liturgia de la Iglesia. En la Liturgia la obra de Cristo, es sacramental, ¿qué queremos decir con sacramental?: que el misterio salvador de Jesús, la obra salvadora de Cristo en la Liturgia se hace presente, pero a través de los signos. Hoy no vamos a encontrarnos con el mismo Señor en persona, como la gente se lo encontraba por las calles de Galilea, de Nazaret o de cualquier pueblo, no, pero el Señor va a estar presente, va a estar actuando y va a ejercer su misma obra salvadora en el hoy y aquí de nuestra historia. Estará presente junto a este grupo reunido en San Juan, durante tres días. Una pregunta que suelo hacer a los alumnos: ¿tiene que ver la liturgia con la obra de la salvación?, sí, tiene que ver y ¿qué lugar ocupa?, el último. Lo último que Dios hace en su plan de salvación por nosotros hoy, es lo que sucede en Misa. Es la misma obra de salvación que va actualizándose en aquella comunidad celebrante. El misterio de Jesús, el misterio de salvación se hace presente en la Liturgia, por el poder del Espíritu Santo, al que siempre vamos a invocar; recuerden la epíclesi, en la Eucaristía, su Cuerpo que es la Iglesia es el Sacramento, signo, instrumento,por medio del cual el Espíritu Santo dispensa 68


los misterios de la salvación. A través de sus acciones litúrgicas la Iglesia peregrina participa ya como las primicias de la Liturgia celestial. El Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, es Sacramento. Él lo hace visible, y el Espíritu Santo actúa en él en las acciones litúrgicas, subrayar, acciones litúrgicas. Toda la liturgia son acciones de Cristo y de la Iglesia, por medio de ellas, nosotros que somos la Iglesia peregrina, participamos de la liturgia del cielo, algo que lo hacemos conscientes con unas palabritas que repetimos en la Misa ¿Cuándo en la Misa vinculamos la liturgia del cielo con la de la tierra? Al finalizar el prefacio, antes del Santo,“permítenos asociarnos a sus voces…”, o sea que la liturgia del cielo ya está, se inauguró cuando Cristo resucitó, y sigue la fiesta. Nosotros que estamos todavía en la tierra, cuando entramos en la liturgia, nos conectamos, somos partícipes durante el tiempo que estamos celebrando, cualquiera fuere el Sacramento, de la liturgia celestial, que es la alabanza al Padre. Al concluir, el Diácono si lo hay, o el Presbítero nos dice: “vayan en paz,” se acabó la Misa, vuelvan a su casa; pero no se acabó la fiesta del cielo. Yo entonces veo que la liturgia es algo similar a lo que les sucedió a los Apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, cuando Jesús se los llevó a la montaña y se transfiguró: entraron en la Gloria, y Pedro dijo: “qué bien estamos acá, hagamos tres carpas… “ pero el Señor le dijo no, por ahora no. En la liturgia estamos muy bien, San Agustín decía que no cuenta el tiempo que pasamos en la liturgia, somos más jóvenes que lo que parece, porque en la liturgia estamos en el cielo y en el cielo no cuenta el tiempo. Llega un momento que, es muy linda la oración, la adoración, la contemplación, la Misa, pero es la hora que tengo que ir a trabajar, me tocan el timbre, nos pasa a todos. Cerramos la liturgia y nos vamos 69


y si nos quedamos con ganas, vamos a volver otra vez a la Liturgia. Con la Liturgia vamos al cielo y salimos del cielo y el Espíritu Santo va actuando cuando nosotros entramos en la liturgia, el Espíritu Santo es el actor. Para hablar como lo chicos en términos modernos, es la señal, yo puedo tener una computadora muy buena, un teléfono super moderno, pero si no hay señal, no me comunico. Si hay señal, entro en contacto y la señal es el Espíritu Santo, quien hace que yo dialogue con el Padre. La función que tiene el Espíritu en la Iglesia, es preparar la asamblea para el encuentro con Cristo, recordar y manifestar a Cristo a la fe de la asamblea creyente. Hacer presente y actualizar la obra salvífica de Cristo por su poder transformador y hacer fructificar en el don de la comunión de la Iglesia, esto lo dice el Catecismo. La Liturgia es obra del Cristo total, este Señor ¿quién es?, el Cristo total es el Señor resucitado y todos los que por el Bautismo, nos asociamos a Él, ése es el Cristo total y cuando el Catecismo dice quién celebra, nos dice celebra el Cristo Total. La Iglesia triunfante en el cielo y nosotros la Iglesia militante, en la tierra. La liturgia es obra de la Iglesia, el Señor resucitado y nosotros su cuerpo. Se celebra la liturgia con la Santa Madre Iglesia, los Apóstoles, los Santos y la muchedumbre… nosotros nos asociamos, nos hacemos presente…De ahí que pueda decirnos el mismo Catecismo de la Iglesia, que toda la asamblea es liturgo. Mucha gente cuando me ve dice: “éste es un Padre liturgo” y yo contesto, no, yo soy un Padre liturgista, porque enseño liturgia, porque liturgo somos todos, todos los Padres que cada uno conoce es liturgo, porque celebra la Liturgia y toda la asamblea cristiana, los bautizados que celebran la Liturgia, son liturgos, ustedes son liturgas, no sé si existe el femenino, pero supongamos que sí. 70


Liturgo, quiere decir actores de la Liturgia, no meros espectadores, cosa que el Concilio Vaticano II dice: ”la Santa Madre Iglesia no quiere que el pueblo se contente con ser un mero espectador”, hay que ser parte activa, en la cual en esta asamblea litúrgica, en la cual todos cumplimos una función, cada uno tiene que cumplir la propia y ahí hay después ministerios que se actúa en bien de la asamblea celebrante, de este Cristo total, de este Cuerpo, de este conjunto de bautizados reunidos aquí celebrando. Entonces, ¿cuáles son las funciones?: la del Obispo, de presidir, la del Presbítero, presidir cuando el Obispo lo delega, porque él no está, nosotros somos siempre delegados del Obispo cada uno en su Parroquia, nos va delegando, el que preside es el Obispo, por sí o por delegados, los Párrocos. Pero ¿los laicos?: hay algunos que ejercen ministerios de lector, cantor, todos los servicios ministeriales en bien de una celebración conjunta. El sacerdocio bautismal, es el sacerdocio de todo el Cuerpo de Cristo, algunos son ordenados para representar a Cristo. Este año se celebran cincuenta años de la finalización del Concilio Vaticano II, y cincuenta y dos años, en Diciembre, de la aprobación del Documento sobre Liturgia: Sacrosanctum Concilium. Nosotros movimos los altares de atrás hacia adelante, cambiamos la cantidad de velas, sacamos las puntillas a las albas, hablamos castellano y no latín, pero de la liturgia reformamos poco, seguimos todavía con muchos criterios y costumbres de antes. Nos cuesta mucho entrar en otra mentalidad. No hace a la esencia en la liturgia que yo ponga alba con puntilla o sin puntilla, pero si otras cosas. Puedo decir por ejemplo: si el Sacerdote que empieza la homilía en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que ya lo dijo en el inicio de la Misa, indica que está comenzando algo 71


distinto . La homilía dice el Concilio, “es parte integrante de la celebración litúrgica” y antes no era así; el celebrante se sacaba la casulla, iba al púlpito, hablaba del tema que se le ocurría hablar, entonces sí hacía la señal de la cruz y decía Ave María Purísima o Alabado sea Jesucristo, terminado eso cerraba, bajaba, se ponía otra vez la casulla y seguía la Misa, era un paréntesis, ahora no. La idea es que sea parte integrante de la Eucaristía pero en muchos casos se sigue haciendo los gestos de cuando no era parte de la Misa. El gran momento litúrgico del pueblo de Dios, es el Domingo. La Iglesia vive de Domingo en Domingo, lo dice el prefacio dominical X, alaba al Señor Resucitado hasta que llegue el Domingo sin ocaso, en que la humanidad entrará en su descanso. El primer día de la semana es el día de la Creación, el día de Resurrección y el día de la venida del Espíritu Santo. Decía el Padre Aldazabal: hoy es viernes quédense tranquilos, porque la segunda venida va a ser un Domingo, porque todo fue el primer día. El día principal de la Celebración Eucarística porque es el día de la Resurrección. Es el día de la asamblea litúrgica por excelencia. La Iglesia que está diseminada, cada uno en su casa, haciendo su vida, se reúne y ahí se hace Iglesia, Iglesia es comunidad reunida, es el día de la asamblea litúrgica, el día de la familia, el día del gozo y del descanso y es el fundamento de todo el año cristiano, Domingo, tras Domingo. El apoyo son los Domingos y nosotros con la liturgia semanal, por decir de alguna manera, ferial o la liturgia de las horas, vamos prolongando ese Domingo y preparándonos al Domingo que viene. El Domingo fue la primer fiesta, desde el primer día de la resurrección se reunieron los apóstoles, primero no sabían para qué se reunían, se 72


reunieron para escaparse de los judíos muertos de miedo. Y el Señor resucitado apareció y dijo “acá estoy Yo, ¿ven que soy Yo?” Y así, ocho días más tarde todavía tenían miedo y de aquella vez hasta el día de hoy y hasta que el Señor vuelva, la Iglesia en algún lugar del mundo, el Domingo, el primer día de la semana, va a estar reunida. Y si está reunida la comunidad, Él está presente. Tomás, el primer día (Domingo) no estaba con todos, llegó después el Domingo siguiente. A lo largo del año, de Domingo en Domingo vamos a hacer memoria, una de las cosas que siempre está en la Liturgia, vamos a recordar, pero a la vez que recordamos, actualizamos, hacemos memoria, lo hacemos presente, nos hacemos contemporáneos del acontecimiento que rememoramos. Se acuerdan ustedes, cuando rezan el Oficio, las antífonas de Navidad por ejemplo, que dice: “Hoy nos ha nacido un Salvador”, no dice la una vez, sino hoy; hoy la Virgen María, hoy el Espíritu Santo descendió, hoy. Este misterio de Cristo, de la Encarnación, Navidad, se hace presente en esta celebración que nosotros vamos actualizando, celebrando todo el misterio salvador y actualizándolo cada Domingo. También, además de hacer presente el misterio del Señor, recordamos a los que ya recorrieron el camino y ya están en la gloria del cielo. Primero la Madre de Dios, los Apóstoles, los Mártires y todos los Santos, algunos de ellos en días fijos. No recordamos a todos los mártires, a todos los santos, recordamos a algunos. La Iglesia en la tierra, manifiesta que está unida a la liturgia del cielo. Glorifica a Cristo por haber realizado su salvación, y en aquellos miembros (los santos), su ejemplo nos estimula a nosotros, para seguir el mismo camino. 73


Si uno toma un prefacio de la Misa de los Santos, va a ver que no estamos celebrando a San Antonio por decir, estamos celebrando a Dios, que en este señor Antonio nos muestra su obra salvadora y el modelo perfecto, por eso a este señor Antonio lo llamamos santo, pero a Dios alabamos y celebramos por lo que hizo, su obra y porque Antonio dejó que suceda en él. Eso que hacemos en la Liturgia Eucarística, también lo hacemos en la Liturgia de las Horas. Y ése es el tema, dónde yo quiero poner hoy el acento, porque es ahí un punto clave en la vida de ustedes, las esposas de Cristo. Los fieles que celebran la Liturgia de las Horas, se unen a Cristo Sumo Sacerdote y a la oración de los santos, por la meditación de la Palabra y los cantos, a fin de ser asociados a su oración incesante que da gloria al Padre, que implora el don del Espíritu Santo sobre el mundo entero. La Iglesia hace presente el misterio salvador, recuerda la Pascua cada Domingo, se une a aquellos que ya están en el cielo y esto lo hace en la asamblea Eucarística dominical, como comunidad reunida, y también durante la semana y en distintos horarios de cada uno de los días. El número siete de la Sacrosanctum Concilium, trae esta linda afirmación: ”Cristo está siempre presente”. “Me voy, pero me quedo”, “si Yo no me voy no puedo estar” nos ha dicho. Nosotros tenemos esa experiencia de que Él está. El Señor está siempre presente, sobre todo está presente en la acción litúrgica, acá no hay duda que está. Tal vez en el avión en que venía puedo dudar, o en el colectivo, o en el mercado; pero en la acción litúrgica ya hay presencia comprometida de Él. Su Palabra dice, “Yo voy a estar ahí dónde se reúnan en mí Nombre” y está. Está presente Cristo en la persona del celebrante, por eso se viste de una manera distinta, no solamente de la Misa, sino también de los demás Sacramentos y 74


actúa por medio de él. El sacerdote no dice: “este pan es el Cuerpo de Cristo”, dice: “es mi Cuerpo”, pero no es el cuerpo de la persona que vemos , sino que es el Cuerpo de Cristo. Además Cristo está presente en la comunidad reunida. Cuando estábamos esta mañana reunidos en la capilla, Él estaba presente sobre el altar en el pan consagrado, y también en todos los bautizados que somos nosotros, porque Él dijo donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, Yo estoy en medio de ellos. No podemos pensar que cuando dijo: “esto es mi Cuerpo”, tiene más valor que cuando dijo: ”estoy cuando hay dos o tres se reúnen en mi nombre”, es lo mismo, el Señor está presente, donde haya dos o tres reunidos en mi Nombre Yo estoy allí en medio de ellos, ahí nos reunimos en su Nombre, ahí está. Qué más cercanía del Señor que la liturgia que celebramos, está presente en el celebrante y en el pueblo reunido, que es comunidad celebrante, comunidad litúrgica. Antiguamente la Misa era celebrada mirando el altar y no solo mirando el altar sino mirando el Sagrario que lo tenía en el medio y el pueblo decía que se celebraba “cara a Dios”. Ahora que se dio vuelta, el celebrante mira a la gente, entonces ¿le está dando la espalda a Dios?, no. Él está mirando al pueblo de Dios, está mirando al Señor que está presente en la asamblea. Ustedes ven al Celebrante, pero saben que es Jesús y él los mira a ustedes y sabe que está Jesús; no es que nos miramos mutuamente nosotros que somos amigos, nos conocemos, nos sonreímos, y queda cerrado el círculo. El Señor está presente en el celebrante y en la asamblea y ambos debemos llegar a ver al Señor en medio de este grupo de creyentes. Vieron que los monjes rezan en dos coros uno frente al otro, no es porque están enfrentados, sino porque al mirarse unos a otros, miran al Señor. El Señor está presente en la Palabra proclamada, ahí tenemos menos dudas, aunque encontramos a algunos 75


que luego de leer dicen: ¿Palabra de Dios?, con entonación casi interrogativa. Tiene que ser dicha de forma que afirme: “Palabra de Dios”, diciendo de algún modo: “yo creo”. También está presente en las especies consagradas, pero éstas son presencias reales, es permanente y es substancial. La presencia en el pueblo reunido, se da mientras el pueblo está reunido en su Nombre, cuando se acaba la acción litúrgica acaba esa presencia. En el celebrante cuando dejó de celebrar, se cambió la ropa, y dejó de actuar “in persona Christi”. En el pan consagrado está siempre, está porque hay una transformación del pan. En la Palabra mientras ésta se proclama, es el mismo Cristo quien habla a su pueblo. Del libro cerrado ya no podemos decir lo mismo. Y cuando la Iglesia canta los Salmos, cuando celebramos la Liturgia de las Horas, ahí el Señor está presente. El Señor está presente en la Liturgia de las Horas. Entremos un poco en la Liturgia de las Horas. Me encontré con este librito que es viejo del año 1971, esta edición, claro está, es la introducción del Libro de las Horas, que todas lo tendrán, si tienen el Libro de las Horas, venía junto al primer tomo. Cuántas veces lo leyeron, ¿más de tres? no, ¿por lo menos una?, creo que hay que leerlo más de tres veces. En ese recurrir, por ahí pescamos algo nuevo, porque nos olvidamos de las cosas. Entonces, este documentito (IGLH) hay que volver a leerlo, está lleno de cosas lindas, de ayuda a la vida espiritual. ¿Qué les pasa a ustedes?, lo mismo que me pasa a mí. Tenemos treinta, cuarenta, cincuenta años, hasta la muerte y seguimos todos los días con los mismos Salmos, con los mismos Himnos, entonces si no los recreamos un poco terminamos aburriéndonos y cuando nos aburrimos o lo sacamos de encima rapidito o directamente lo guardamos. 76


La liturgia no es la única actividad de la Iglesia, por eso hay ejercicios piadosos, por eso hay caridad, por eso hay misión, por eso hay catequesis, no es lo único, pero es lo más importante, es la Cumbre y la Fuente de la vida eclesial. El último escalón que puedo subir en la tierra antes de llegar al cielo es la liturgia, no me quedan más escalones, el que sigue a la liturgia para encontrarme con Dios será la liturgia celestial, y para eso debo morir. En la tierra, más no puedo. Toda la acción de la Iglesia tiene que tender a que celebren la Eucaristía el Domingo. La caridad, el servicio a los pobres, la catequesis, tiene que tender a que éste hombre, ésta mujer que bauticé, que eduqué, que hice crecer en la fe, se encuentre con Jesús en la Misa y celebre ahí su Pascua. Si no tengo claro que todo tiende a esto, y... puedo equivocarme, haciendo de la vida de la Iglesia otras actividades muy buenas, pero entonces sí pasaría a ser lo que el Papa siempre dice, que la Iglesia no es una ONG, porque lo que nos mueve a nosotros no es simplemente, los pobres estos, los inundados aquellos, no, nos mueve el llevar a todos al encuentro con Jesús, que es Salvador y que en ese encuentro con Jesús ellos reciban la vida nueva y se hagan también anunciadores de la Buena Noticia. Por eso es Fuente, primero Cumbre, llegué ahí y ahí salgo lleno y entonces empiezo a volcar la vida de Dios en las actividades de todos los días. Culmen y Fuente, Fuente y Culmen. Vamos a la Liturgia, todo nos tiene que llevar a ella y de allí salir renovado, todo tiene que tener el color que yo recibí en ese encuentro con el Señor. Ese encuentro con el Señor, que puede ser Laudes en mi habitación, al lado de la estufa porque hace frío, o puede ser en la Misa solemnísima de la Catedral con siete velas y un kilo de incienso, los dos son encuentros con el Señor. Para que todo esto funcione hace falta disposiciones personales y la primera ayuda es querer encontrarse con 77


Jesús, la primera de todas y también, los ejercicios piadosos, están bien porque no es solo la liturgia la actividad de la Iglesia, pero estos ejercicios piadosos no pueden ir en contra o en paralelo de la Liturgia. Ejemplo: Porque yo soy muy devoto del vía crucis, en la semana de Pascua, hago el vía crucis todos los días, seré devoto pero eso no va, porque estamos en Pascua; entonces si la Iglesia está en Pascua y si el Domingo celebré Pascua, mi vida personal tiene que ser de Pascua. Quien marca el ritmo de la vida espiritual del creyente y claro está, de nosotros los Curas Seculares y de ustedes las Vírgenes Consagradas, es el calendario litúrgico, si no lo marca el calendario litúrgico y lo marca otro calendario, hay algún punto que todavía no está sintonizado. Nuestra vida espiritual está acompasada por el calendario litúrgico, cuando es Cuaresma, Cuaresma, cuando es Pascua, Pascua. Los ejercicios piadosos están bien, pero tienen que tener el mismo color litúrgico, porque ellos en el fondo no hacen otra cosa que mantenerme ejercitado en la vida espiritual que voy recibiendo el Domingo, que voy celebrando la Liturgia de las Horas, como que hay que tener un entrenamiento para seguir. Por las obras de penitencia y de misericordia, por la actividad apostólica en la oración, deben cumplir su misión según su propio estado y sus propios carismas. Para que desempeñen su función de oración, exhórtese con vehemencia a las Vírgenes Consagradas a recitar diariamente el Oficio Divino, en especial Laudes y Vísperas. De esta manera asociando su voz a la de Cristo Sumo Sacerdote y a la de la Santa Iglesia, hagan la intercesión al Padre del Cielo e intercederán por la salvación de todo el mundo. Dice el documento. Acá está la identidad, para qué están éstas Vírgenes Consagradas, cómo viven su consagración: obras de penitencia, misericordia, fidelidad apostólica y oración. Es 78


una actividad propia y yo diría centrales de la consagración, la oración y de qué manera, de esta manera, la oración pública de la Iglesia y acá dice en especial, no dice en exclusividad, en especial, poquito a poco tendrán que ir sumando, a Laudes y Vísperas a algo más. Cuando a uno le dan a probar una cosa rica quiere un poco más. Yo diría, “no me maten”, dejen de rezar el Rosario y recen el Oficio de Lectura, si el Rosario lo inventaron para rezar como los monjes celebran la Liturgia de las Horas, cuando la gente no podía rezarlo. No está prohibido rezar el Rosario, pero si tienen que optar, opten por el Oficio de Lectura, una oración litúrgica. Aprovechen a meterse en la oración litúrgica, cuanto más uno va entrando, mucho más le gusta. Unirse a Cristo indica configurarse a Él. Una consagrada que diga: yo trabajo en una escuela y soy catequista en la escuela y cobro un sueldo por ser catequista, como podría ser profesora de música o de geometría, uno se pregunta ¿es ese el apostolado de la persona consagrada? no es un trabajo. También diría: yo voy a Misa como cualquier cristiano, voy todos los Domingos no falto nunca, sí bueno, pero tu vida es para rezar un poco más que cualquier vecina de la cuadra, si vas a rezar como un cristiano más , ¿en qué cambia tu ser consagrada? “Asociando su voz a la de Cristo, ora, alaba, intercede”, alabanza de intercesión, alabanza al Padre, intercesión por el mundo. Ahí vuelvo a la identidad de la oración del consagrado, no rezo solamente porque soy piadoso, estaría bien para cualquier cristiano, ser piadoso y rezar todos los días un rato. Mi mamá reza Laudes también, pero no es lo mismo, es otra cosa. “Recibe el libro de la oración de la Iglesia, para que en tus labios resuene sin cesar, la alabanza del Padre del Cielo e intercedas por la salvación del mundo” oyeron de boca del Obispo cuando las consagró y les entregó el libro. 79


El libro termina siendo un instrumento. Cuando yo me ordené el Obispo me dio el cáliz y la patena y me dijo recibe la ofrenda del pueblo de Dios y ofrece el Sacrificio. A ustedes les dijo, recibe este libro de oración para alabar al Padre y para interceder por el mundo, cada día cuando agarran el libro de la mesa de luz o de la biblioteca o el teléfono, –porque yo ahora ya tenemos otros soportes y es lo mismo–, no te olvides que vas a entrar en alabanza al Padre y tenés que orar por la salvación eterna, si se pierde esta dimensión eclesial, se pierde mucho, porque ustedes son consagradas en un Orden, son consagradas públicas, no son señoras piadosas que les gusta rezar. Son consagradas en la Iglesia públicamente y asumen la consagración públicamente. El mismo Sacrosanctum Concilium, cuando habla de la obra de Cristo, habla del Oficio divino, del número 83 al 101 dice: (estos que vemos en pantalla son los títulos, los subtítulos que va poniendo) Las obras de Cristo y de la Iglesia, es una obligación, es un altísimo honor poder participar, hay un valor pastoral, esto que hablábamos antes, de la alabanza y de la intercesión. Seguir el curso tradicional de las Horas, esto es un tema… creo que ahora está más o menos hablado pero, en la historia de la Iglesia, ustedes saben, primera cosa, hasta el Concilio Vaticano II, solamente hacían oración oficial –por llamar de algún modo la Iglesia con el Oficio–, los Ordenados y los Monjes y nadie más. Hoy todos hacemos la misma oración de la Iglesia, no porque la Iglesia me la encomienda, aunque a algunos la encomendó, a los sacerdotes, a ustedes se la encomendó, pero todo el que reza ese esquema de oración, celebra la misma Liturgia con el mismo valor, es oración pública de la Iglesia, por el hecho de ser Bautizado. 80


La importancia de la Liturgia de las Horas u Oficio Divino, en la vida de la Iglesia eso es lo que dice el segundo capítulo, la santificación del día mediante las distintas horas, los distintos elementos, cómo está armado, las diversas celebraciones a lo largo del año, las celebraciones litúrgicas, los ritos que se han de observar concelebrados en común, esto que nos toca ahora. Cristo intercesor ante el Padre, comienza diciendo acá, “cuando Cristo vino al mundo, introdujo en la tierra el canto que se canta en el cielo” y ahora que lo aprendimos tenemos que cantarlo nosotros, no dice así el documento pero más o menos es eso. La alabanza del cielo, la trajo Cristo a la tierra y nos la enseñó a nosotros, los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad y este es un sacrificio de alabanza, que cuesta entender la idea, el sacrificio de alabanza, acá no matamos ningún Cordero, no quemamos incienso. Cristo intercesor, ¿qué hizo?, ¿nos mandó a orar, cuándo? siempre y nos mandó a orar insistentemente y San Pablo lo dice: en toda ocasión, himnos, salmos, cánticos inspirados; y hay que hacerlo. La oración de la Iglesia continúa la acción de Cristo y a eso nos fue llamando el Señor a nosotros y nos metió en esta rueda que está andando y tenemos que seguir andando para que otros se sumen, y sigan incesantemente de la salida del sol hasta el ocaso, se ofrece un sacrificio agradable a tu Nombre. Ustedes se dieron cuenta, nosotros somos parte de ese ofrecimiento, de ese sacrificio, no es algo que sucede allá y uno está ajeno , yo soy actor, somos actores de primera línea. El Espíritu Santo va a hacer que esa palabra que diga, sea realmente unida a la de Cristo y llegue al Padre, porque es el Espíritu del Señor resucitado que recibimos en el Bautismo. Y ese mismo Espíritu, la ora81


ción litúrgica es, por Cristo al Padre en el Espíritu, siempre, por Cristo, al Padre, en el Espíritu. Recordar acá que el actor, va a ser el Espíritu Santo, está siendo el Espíritu Santo y es siempre el Espíritu Santo que actúa y hace presente al Padre. Y otra cosa importantísima es que la oración litúrgica es siempre en comunidad. Yo digo esto, pero cuando vos estás solo en tu casa, nos pasa a la mayoría, celebrando, no cambiemos el término, no estamos rezando el Oficio, ni el Breviario, estamos celebrando, estamos solos, siempre tenemos que tener presente que me está faltando la comunidad. No es que hoy tengo un agregado, hoy está completo lo que todos los demás días me está faltando, que es esa comunidad de hermanas que formamos ese Cristo total. Porque la oración litúrgica no es Dios conmigo y yo con Dios, el Padre, el Espíritu y yo con Cristo. Es en la Iglesia, es en nosotros. Siempre es una oración comunitaria y siempre es un nosotros el que reza, tener presente esto, aunque la comunidad no esté visible. Les cuento un ejemplo, estábamos organizando un encuentro de Curas, entonces decíamos ponemos Laudes a las ocho, ocho y media, en fin… bueno, vamos a dejarlo libre, que venga el que quiera. Sí, todo es libre, el comedor también es libre, está bien, que venga el que quiera y vino la mitad de los curas, entonces yo pensaba y la otra mitad ¿no reza Laudes?, algunos no, a lo mejor estarían durmiendo, otros salían a caminar y los encontrabas sentado bajo un árbol con el libro y el mate y rezaba muy bien, más piadoso que yo sin duda, pero teniendo la comunidad y los libros para celebrar, celebraba como cada día en su pieza, esta vez tomando mate bajo un árbol. La comunidad cuando no la tengo, no la tengo, pero cuando la puedo tener hay que aprovecharla; tengo que tener nostalgia de la comunidad, me falta la comunidad. Ustedes van a decir, pero nosotras 82


estamos consagradas sin comunidad, sin lugar a dudas, pero la comunidad es la Iglesia. Consagración del tiempo, (esto lo insinuamos), el nombre, tuvo muchos nombres, el último que todavía sigue usándose Oficio Divino, pero el nuevo nombre que se le dio y que lo dice en la tapa del libro, es Liturgia de las Horas y las dos palabras nos dicen mucho, primero dice que esta oración, es oración litúrgica, con todo lo que significa, presencia de Dios y de las horas, no es de cualquier momento, no es un libro de oraciones para el cristiano, es las Horas, a la mañana, al mediodía, a la tarde, cuando me levanto y cuando cierro mi día o vuelvo del trabajo, por eso a las ocho de la noche está bien, si vuelvo a las nueve, será a las nueve, es cuando me voy a trabajar y cuando vuelvo de trabajar y si paro para comer, al medio día y si me voy a dormir, antes de apagar la luz, esos momentos que todos tenemos, no importa qué hora marca el reloj. Todos tenemos una hora donde nos levantamos, una hora donde nos acostamos o cuando volvemos a casa y decimos, ya no salgo más, ahí está, esa es las Vísperas. Yo a veces digo: a la mañana, miro la agenda, veo qué tengo que hacer, y a la tarde cuando vuelvo hago memoria de todo lo que hice, fui aquí, allá, cumplí con todos, no me olvidé de nada. De esta manera abrimos el día, cerramos el día en la presencia del Señor, consagrándole a Dios el tiempo, el mío y el de mis hermanos y eso lo vamos a encontrar muchas veces en las súplicas, en las preces de Laudes y de las Vísperas. Ahí está clarito que hacemos intercesión, ustedes se ponen a hacer un análisis de todas las preces a lo largo de las semanas de las Vísperas, uno reza por todos, ahí de vez en cuando aparecen las consagradas, no sé qué día es, y aparecen también los artistas, aparecen tantos. 83


¿Qué relación hay entre Liturgia de las Horas y Eucaristía? la Liturgia de las Horas está en el escalón anterior y la Eucaristía es lo más alto que yo puedo subir de esa escalera. La Liturgia de las Horas está vinculándome con esa eucaristía celebrada. Cristo sacerdote, es el que celebra, aquí también se está haciendo presente su obrar, que entregó su vida por la salvación del mundo. Cuando rezo le estoy diciendo al Padre “acordate que por éste, por éste y por aquél, tu Hijo también derramó su sangre”; es la oración de intercesión y la aplicación del misterio pascual de Cristo, a todo los que nos rodean. Sirve para la santificación nuestra, alabanza de Dios, súplica e intercesión, culmen y fuente de la actividad pastoral. No podemos tener la Liturgia de las Horas como un algo propio de mi espiritualidad, ajeno a mi vida laboral o pastoral. Ah, bueno, pero esto está más pensado para los Presbíteros que para las consagradas, pero lo mismo vale todo lo que yo hago, tiene que estar todo teñido con el mismo color, que es mi propia vida y mi encuentro con el Señor, que hace que las otras cosas se iluminen de otra manera, entonces mi acción pastoral, y yo diría, mi acción laboral también, tienen que recibir de algún modo el eco de haber celebrado el encuentro con el Señor, sino algo falla, falla porque somos fallados, del pecado ya venimos fallados, pero podemos ir arreglándolo un poquito, después otro poquito, no se asusten porque algunos pueden decir, bueno a mí no me sale, yo digo, Messi tampoco mete todos los goles que quisiera meter, entonces no pensemos nosotros que todas las veces vamos a hacer el gol, a veces no nos sale y no pasa nada, seguimos, total mañana tendremos otra vez otra oportunidad. La gente en eso se desalienta mucho, yo lo veo en el confesionario, porque yo diga ahora quiero ser bueno, voy a ser siempre bueno: no, la lucha es cotidiana y ¿hasta cuándo?, hasta el último día, dos minutos antes de morir. 84


Que la mente concuerde con la voz Esto es importantísimo que la mente concuerde con la voz, ¿qué quiere decir eso?, ¿cómo lo entiendo? te alabamos, Señor y ¿lo estoy alabando? o estoy diciendo la palabra“alabamos”. Misericordia Señor, misericordia, hemos pecado contra Ti, ¿quién?, ¿los judíos o yo?, lo estoy diciendo hoy, los judíos en su origen, pero hoy soy yo quien estoy diciendo: “misericordia, Señor, misericordia”, que lo que diga porque está escrito ahí y yo lo leo, o pase de ser una lectura o una palabra dicha, a una expresión o un sentimiento interior; esto tampoco se logra de entrada, pero con el tiempo se va a lograr. Entonces la oración se va embelleciendo cada vez más, no es la misma, es la misma, pero no es la misma, hay algo que cambia. Los que celebran la Liturgia de las Horas La celebración en común, el mandato de celebrar la Liturgia de las Horas, estructura de la celebración. La introducción a todo el Oficio, es el famoso Salmo 94 el Invitatorio, esto que voy a decirles, me lo dijo un cura que me antecedió a la Parroquia, el día en que se iba a su casa. No es bueno el ejemplo que dejó, pero esto sirvió. Sí, el Invitatorio es bueno saberlo de memoria, rezarlo cuando te estás levantando, mientras te vas a bañar, sí porque es lo que me introduce, si no somos una comunidad que tenemos que esperar que toque la campanita y reunirnos todos y a lo mejor en mi esquema Laudes, me viene bien en el viaje, mientras voy al trabajo, después de haber desayunado y en mi caso abierto la Iglesia, si ahí recién pasaron ya una hora y media que me levanté, no está tan mal que me levante diciendo el Salmo de memoria, ay pero no sé el Invitatorio, la antífona propia del día, no importa, pero ponerte en presencia del Señor con esto que te introduce … “Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos 85


salva, entremos en su presencia dándole gracias”, sabemos de memoria todo, después de tantos años. Aunque uno no haya querido, después de casi cuarenta años que te toca todos los días, alguna vez lo tiene que haber aprendido. Me pone en situación de alabanza, las antífonas me bajan a la fiesta concreta, al día de hoy, es una celebración de la Virgen, es la Cuaresma, a Cristo el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, vengan adorarlo o verdaderamente ha resucitado el Señor, Aleluya, eso te dispara, te pone en órbita de una manera tan especial, parece una sonsera esa antífona pero te pone en órbita. Si vos empezaste el día diciendo, verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya, ya está, aunque después choque el colectivo voy a estar alegre, porque verdaderamente ha resucitado el Señor y vas a mirar situaciones a veces demasiadas difíciles, de otra manera. Laudes y Vísperas, las dos oraciones centrales, el pueblo de Israel, la oración tenía que ver con la apertura y con el cierre del templo, la mañana y la tarde, abrimos el negocio y cerramos el negocio, abrimos la vida y cerramos la vida, la vida laboral, lo cotidiano, me levanto, trabajo, culmino. La lectura es un Oficio que no tiene horario, que bueno que no tenga horario, es bueno porque entonces uno cuando tiene un rato para poder rezar lo puede hacer. Ustedes habrán oído, porque los Padres espirituales, siempre decían hay que leer la Biblia, hay que hacer lectura espiritual, yo les digo no hace falta ni leer la Biblia ni hacer lectura espiritual, porque acá cada día te ponen un página de la Biblia y una página espiritual, ya te la está dando, si querés leer más podés, pero con hacer el Oficio ya tenés tu cuota de lectura bíblica y lectura espiritual. Ahora va a salir el segundo tomo, vieron que para la lectura bíblica hay dos años alternados, para abarcar mayor cantidad de textos y 86


lectura espiritual o patrística tiene una sola, pero ya está el segundo dando vuelta, hace muchos años que está parado, pero ahora en poco tiempo más se imprimirá también en la Argentina. Y si no tenés tiempo de rezar todos los Salmos que deben ser sólo cinco minutos o diez, leé la lectura. Las Vigilias La tarde anterior a una fiesta es la vigilia, una espera. La Vigilia pascual, se celebra en toda la Iglesia, la Vigilia pascual… es tan grande la Vigilia de esta noche dice San Agustín, que merecería por ella sola tener el nombre de Vigilia, así como sucede con la Vigilia Pascual ha sido costumbre en muchas Iglesias, dar comienzo a las solemnidades con una vigilia, sobre todo la Navidad y Pentecostés. Es necesario conservar y favorecer esta costumbre según el uso propio de cada Iglesia, así donde convenga acaso enriquecer también otras solemnidades, peregrinaciones, con una vigilia, puede hacerse. Está el rito romano, teniendo en cuenta especialmente aquellos que están dedicados a una tarea apostólica, el Oficio de lectura es siempre breve. Los que desean adelantar la celebración de la Vigilia del Domingo o de otras fiestas, lo pueden hacer de este modo: Se agrega, hay un suplemento al final de todo para las Vigilias con cantos. Ahora tenemos vigilias litúrgicas en la Misa también en la fiesta de Epifanía, como en las grandes fiestas. Entonces, si un día es más importante puedo hacer algo más. Es bueno, pero poco se da. El Oficio monástico no es el Oficio nuestro, son dos Oficios distintos, se asemejan, pero son distintos. La Hora intermedia Es el cafecito de la media mañana, no es el almuerzo, con una de ellas que celebre es suficiente. Sí, hagan Laudes y Vísperas, yo diría, si hacen Laudes y Vísperas, si quieren sumarle algo, súmenle la lectura. 87


Completas Las Completas pueden ser breves o extensas. Las Completas breves: “buenas noches Dios”. Las Completas comienzan con un examen de conciencia. Esta sí que es la última Hora, se reza antes de apagar el velador y luego dormir. No puedo quedarme viendo la tele, corrigiendo cosas, leyendo un libro, porque si me voy a quedar corrigiendo papeles, leyendo un libro o cosiendo o no sé qué: Completas la rezo después. En esto están en pérdida los monjes porque lo tienen que rezar en comunidad, pero nosotros que vivimos solos lo podemos rezar desde la cama prácticamente, después apago la luz y ya está. Cuando termino todo, buenas noches Dios, si se me hizo muy tarde. Modo de unir la Horas entre sí o el Oficio con la Misa o la Adoración con la Misa Primero voy a hacer presente al Señor en la Eucaristía y cuando lo tengo presente me quedo un rato charlando con Él. El Señor se hace presente cuando celebramos la Eucaristía, entonces cuando vino, le decimos ya que estás nos quedamos un rato más charlando. En el fondo lo que va a decir es esto, de dos Oficios, tomo uno y otro, todo lo que está paralelo lo tacho de un lado o lo tacho del otro, el Padrenuestro ¿está en los dos? bueno, queda uno. Las preces ¿están las dos? bueno elijo una. El Himno y el canto de entrada ¿cumplen la misma finalidad? sí, bueno una u otra. Esa es la idea y si son dos Horas entre sí o esto mismo que está previsto hoy , no se cómo lo haremos pero bueno…Si hay adoración y Misa, Misa y adoración, la primera no termina, entiéndanme bien, la segunda no empieza, porque los ritos finales que despiden y la otra los ritos iniciales que abren, no tienen sentido, porque si es la misma asamblea, entonces paso del uno al otro oficio. Termina el primero sin concluir, sin despedir y comienza el otro sin decir 88


bienvenido, porque ya estamos reunidos. Por eso ritos iniciales y finales en la Misa como en el Oficio pueden no existir en tanto y en cuanto que uno venga o vaya a otra acción litúrgica. Cuando se hace adoración Eucarística dice el ritual, conviene que se celebre algunas de las Horas. Con respecto a las Laudes Abrir los labios, si abren los labios, quiere decir que anoche, cuando dije “buenas noches Dios”, no abrí más la boca, entonces mi primera palabra la voy a decir ahora por eso le pido que me abra los labios porque yo voy a proclamar su alabanza. “Foméntese la oración pública y comunitaria, sobre todo en aquellos que hacen vida común”. Yo acá me animo a decir algo, si alguien en su casa cuando va a rezar Vísperas que es más cómodo, tiene una vecina con quien tiene buen diálogo y dice vamos a rezar Vísperas, querés venir o voy a tu casa y rezamos juntas, no estaría mal. ¿Para qué sirven las Laudes?, las Laudes, en femenino, por las alabanzas. ¿Para qué sirven? para santificar la mañana, este día lo consagramos a Dios, esto es lo que decía San Basilio “al comenzar el día oramos para que los primeros impulsos de la mente y el corazón, sean para Dios y no nos preocupemos de cosa alguna antes de habernos llenados de gozo con el pensamiento en Dios, como está escrito en el Salmo: “por la mañana escucharás mi vos, por la mañana te expongo mi causa”. Recuerdo de la resurrección, ¿que recordamos en Laudes? la resurrección y aunque sea Cuaresma, todo el año, cada Laudes, cada mañana es la creación, la resurrección, la vida nueva. En las Vísperas Las Vísperas, a la tarde le damos gracias por todo lo que ha otorgado en la jornada y por cuánto hemos logrado realizar con acierto, lo que nos salió mal después vamos a pedir perdón en las Completas. Hacemos memoria 89


de la redención por medio de la oración que elevamos como incienso en presencia del Señor y en la cual alzar las manos a la tarde es ocasión de sacrifico, lo cual puede aplicarse también con mayor sentido sagrado, aquel verdadero sacrificio vespertino, que el Divino Redentor, instituyó precisamente en la tarde en que cenaba con los Apóstoles, inaugurando así los Sacros Santos Misterios que ofreció al Padre en la tarde del Bien Supremo alzando sus manos por la salvación del mundo. Nos orientamos a Cristo, hay un himno hermosísimo de Vísperas que creo que la otra vez que nos encontramos, tratamos de cantarlo pero no nos salió tan bien. “Oh luz gozosa de la santa gloria del Padre celeste, inmortal, santo y feliz, Jesucristo” El desarrollo de Laudes y Vísperas El Himno siempre nos va a dar igual que el canto de entrada de la Misa, el color de la fiesta me ubica en el tiempo litúrgico, en la memoria, si hay una memoria de algún santo, de algún Misterio del Señor, y en la Hora en que estoy celebrando, lo mismo de Laudes nos sirve para Vísperas, lo de Vísperas nos sirve para Laudes, porque uno nos pone en órbita de la alabanza del todo que renace, va tomando vida con el sol, el agua. Salmodia A la mañana Laudes y a la tarde Vísperas tienen a su vez un Salmo matutino y uno de alabanza; en el medio el Cántico del Antiguo Testamento se incorporó junto con los Salmos, que son ciento cincuenta. Y a la tarde tenemos primero dos Salmos o dos partes del mismo Salmo si es largo, por ejemplo “Eres el más bello de los hombres...“; decía, se incorporaron ciento cincuenta Salmos Cánticos, que tienen el modo de Salmos, pero está tomado de otros libros y tienen ese nombre pero son Cánticos, el Antiguo Testamento a la mañana, lo mismo que la lectura y a la tarde el Nuevo Testamento. Entonces acá puede 90


estar entre los Salmos y en Vísperas no, están los Salmos primero y después está el Cántico; como en el Nuevo Testamento no hay tantos cantos se repite el mismo todos los lunes, todos los martes, solamente cambia en Cuaresma, porque el Aleluya del Apocalipsis, se suprime por uno de Pedro, que no es tan Aleluya. Para rezar los Salmos no hay apuro. Cuando uno reza solo tiene alguna ventaja, me gustó esta frase: me quedé, puedo quedarme un rato, si estoy en comunidad no puedo quedarme con el más bello de los hombres, tengo que seguir, porque los demás vienen y me empujan a mí. Pero si estás solo podés detenerte y gustar de una manera especial. La lectura Lo mismo pasa con la Palabra, es poquita la Palabra, la lectura breve es como una pildorita, uno se puede extender más, uno puede releer y lo toma más como un enriquecimiento espiritual. Responsorio Puede dejar de lado el responsorio, yo diría, mejor que lo dejen y si no lo dejan, simplifíquenlo, hacer el responsorio en tres renglones no tiene sentido, porque hablo a lo loco, nadie habla y se contesta a sí mismo todo el tiempo; pero no hay un libro para los que rezan solos y otro para los que rezan en comunidad. En todo caso tomo la primera parte y la segunda y nada más. Pero si me detuve en la oración, en la lectura e hice un rato de oración con esa lectura y todo, ya la respuesta está, porque el responsorio es para dar respuesta a la lectura. Siempre que hay lectura hay respuesta, porque siempre que hay lectura Dios habla y nosotros le respondemos, pero si le respondí de otra manera, ya está, no hace falta dos respuestas. Cántico evangélico El Benedictus lo rezamos de pie y cuándo estoy solo ¿me tengo que parar? y no sé, pero si no te parás por lo menos hacé la señal de la cruz. Proclama mi alma la grandeza del Señor, ¿por 91


qué hacemos la señal de la cruz? por lo mismo que hacemos cuando van a leer el Evangelio en la Misa. Empieza el evangelio y yo me signo, porque los tres Cánticos del Oficio, lo mismo que la lectura de la Misa, me signo cuando viene el Evangelio. Preces Acá como el canto de la mañana es para consagrar el día, éstas son para consagrar el día al Señor. Las de vísperas son para interceder y los difuntos están al final de todo ahí y si hay intenciones libres vienen antes, de los difuntos, lo último son los difuntos. Hay dos formas de rezar las preces, una es con una súplica común, otra es con una súplica propia para cada intención, por las Vírgenes Consagradas, para que sean fieles al Señor, eso lo dicen todas juntas, si todos vamos a decir eso, no decimos te rogamos Señor y si yo rezo solo, ese renglón ni lo miro, ni la introducción, no la leo, no tiene sentido porque la introducción es una invitación a rezar cuando hay uno que dice a la comunidad, ahora vamos a presentar al Señor… es como el Cura que celebra solo la Misa y dice el Señor esté con ustedes, o da la bendición, o dice vayan en paz. Fíjense que la liturgia no tiene muchas leyes, pero tiene una, que es el sentido común. Nadie inventó nada, las cosas van por el sentido común. Padrenuestro lo puedo cantar o rezar. Oración conclusiva Muy lindas y muy ricas. Existen varias. Tenemos en el salterio las propias de los días de feria; las propias de las ferias extraordinarias y las propias de los tiempos; la de los Santos, es la oración Colecta de la Misa; los Domingos sucede lo mismo. ¿Ven cómo la Misa y el Oficio van de la mano?

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Epílogo “Mi alma canta la grandeza del Señor... Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas” (Lc. 1, 46.49) Cada año, terminado el encuentro nacional, nos vamos con la misma experiencia que tuvo Nuestra Querida Madre Santísima; por eso cantamos y alabamos al Señor, por todo lo que nos brinda y por eso también, nuestro corazón late al ritmo de la espera del próximo. En el 2016 lo tendremos en el Jardín de la República, San Miguel de Tucumán, en torno al Congreso Eucarístico Nacional. En uno de los subsidios que envían desde Tucumán para la preparación pastoral del mismo, nos dicen: “Celebramos este Congreso Eucarístico porque creemos que, si recibimos a Jesús, podemos recuperar el sentido más profundo de nuestras vidas. De este modo seremos capaces de ofrecerla por los demás!”. Ésta es nuestra vida, nuestro objetivo: encontrarnos día a día con el Señor, con el Esposo que nos amó hasta el extremo entregando su vida para que nosotras podamos darla a todos por medio del propio carisma: Virgen (por la incesante vigilancia del corazón), Madre (por la acogida activa de la Palabra, contribuyendo a la formación de la nueva humanidad mediante la entrega incondicional y su testimonio) y Esposa (por la entrega radical del corazón a Jesucristo) Cfr. Directorio para el Orden de las Vírgenes ptos. 67, 68 y 71. Por ello decidimos encontrarnos y celebrar el Encuentro Nacional del Orden en el Congreso Eucarístico Nacional, porque la Eucaristía nos da vida, nos alienta y nos fortalece en el caminar hacia la Casa del Padre, hacia la única Casa donde el Esposo, cuando nos llame, nos dirá: “Venid Bendita de mi Padre....” 93


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