Revista Redes No 6

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119 Asimismo, ver los desempeños como la manifestación de las competencias implica, de alguna manera, que el énfasis en el proceso educativo ha sido puesto en el saber hacer. ¿Quiere esto decir que deben ser excluidos de los currículos los contenidos que no constituyen un estricto hacer? El énfasis puesto en la dimensión aplicada no excluye las otras dimensiones de las competencias. “La competencia incluye una dimensión operacional, pero no se limita a ella, sino que también se refiere al punto de vista de la comprensión de las situaciones que los sujetos deben afrontar y de los escenarios problemáticos en los que actúa” (Bernal, 2003, 141). Tanto la apropiación de los conocimientos, como la predisposición afectiva y motivacional, así como la adecuación al contexto, resultan insustituibles en el proceso de adquisición de competencias. Lo que quiere decir, en realidad, es que para hablar de una educación basada en competencias o del aprendizaje de competencias se requiere de un objetivo lo suficientemente complejo que reúna todas las dimensiones de la competencia: saber, hacer, estar, actuar. Por tanto, cualquier aprendizaje no puede ser considerado una competencia.

2.3.4 Las competencias son evaluables Por otra parte, en tanto objetivos las competencias son dominios evaluables. La psicología del trabajo ha demostrado la posibilidad de evaluar competencias a través de la observación directa y el uso de test y cuestionarios. ¿Cómo evaluar competencias en la educación? En el capítulo final de este trabajo realizaremos una propuesta de indicadores y pautas de observación para evaluar las competencias de tolerancia. Por ahora y dada la poca experiencia acumulada por los sistemas educativos en cuanto a la evaluación de competencias, me limitaré a hacer una serie de reflexiones que espero sean útiles a nivel práctico. En primer lugar si las competencias son observables a través de los desempeños, pero los desempeños no reproducen totalmente la competencia, resultaría interesante evaluar las competencias más allá del desempeño. Es decir, tener en cuenta además los conocimientos empleados, el acierto en la selección de procedimientos, los comportamientos asumidos, los valores puestos en acción, las actitudes, el control de emociones manifestado y el aprovechamiento de los recursos que ofrece el medio. Además, de contar con la provisionalidad de nuestras mediciones que, en educación, es muy importante. En segundo lugar, en la medida en que las competencias representan las representaciones pertinentes, las situaciones profesionalizadoras y las trayectorias profesionales. 2. El querer actuar que será alentado por situaciones como la existencia de un sentido dado a la construcción de competencias, una imagen propia realista y positiva, un contexto estimulante, de reconocimiento y confianza. 3. El poder actuar que se hará posible por medio de una organización del trabajo, un contexto favorecedor que reúna los medios necesarios, unas atribuciones que den legitimidad a la construcción de competencias (Le Boterf, 2001, 118).

Editorial USC


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