Las rondas de mujeres consistieron en encuentros en el territorio hortícola de la ciudad de La Plata. Allí participábamos nosotras y ellas: las compañeras productoras de hortalizas. En cada tarde compartida de mate, torta y charla, ellas ponían el lugar, su casa, la quinta; nosotras aportábamos la dinámica del taller y todas, las ganas de estar ahí. Los temas que desandamos fueron muchos: la propia historia, los estereotipos, la maternidad, la niñez, la sexualidad. Nos conocimos, aprendimos a cuidarnos, a acuerparnos, liberamos la palabra, la cuerpa, la mirada, el deseo.
Quisimos contar propuestas de trabajo que creamos y algunas impresiones que nos dejó esta experiencia; impresiones sesgadas por nuestra propia historia, clase y color. Y aunque no sabemos con certeza lo que a ellas les pasó, lo intuimos, porque compartir tres años en ronda dejaron huellas profundas y una sensación de que somos distintas y, al mismo tiempo, iguales.