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Los conflictos no se arreglan invocando leyes, sino escogiendo las leyes correctas, a veces ni siquiera son necesarias éstas cuando el juez pulsa la raíz humana y entiende el asunto litigioso. ¿Cómo es esto? A veces el conflicto parece seguir un propósito, pero su naturaleza es distinta. Así, muere una mujer joven por suicidio, ¿a quién culpa el vulgo?, a la rival de amores. El tiempo y solo el tiempo cura muchos males, la premura, el afán de arreglar todo con leyes estúpidas nada lo consigue. Lo ideal es buscar la sabiduría y no la erudición, como decía el Maestro: “¿Hay diferencia entre malo y bueno? ¿Hay diferencia entre el MAL gobernante y el jefe de la banda de ladrones?”. Las tinterrilladas y el estudio de normas creadas por pícaros no hacen a los juristas, alimentan el arsenal de pícaros y genera delincuentes de cuello blanco. Decía mi Maestro que cuando los gobernantes obedecen al Tao, los caballos arrastran el arado en el campo; cuando el Tao es olvidado los caballos son ensillados para la guerra. Igualmente cuando hay armonía en la sociedad, los jueces juegan damas chinas; cuando la sociedad está enferma, los jueces no se abastecen para los casos propuestos. Los litigios son muchas veces producto de almas en conflicto. Al litigante más de una vez no le importa la resolución del juez sino una palabra amable. Yo he visto gente muy humilde que litiga por un pedazo de tierra en sitios distantes. Para ella no importa el desenlace del juicio, le interesa hacer saber que una comitiva importante ha llegado a su lejano terruño para conocer el caso. El juez no ha de pretender solucionarlo todo, a veces su sola presencia puede ser un signo positivo. El mal y el pillaje no han de acabar con facilidad, la verdad es que siempre han estado con la humanidad. Atemperar los males, sosegar los dolores, he ahí el propósito de la justicia. Son lamentables los afanes de mejorar y ascender en la escala de los jueces. En lo que a mí respecta solo he conseguido molestias y que otros se incomoden. Desde cualquier posición se puede servir al pueblo. Los jueces superiores al pesar los fallos no han de interesarse en hacer el mal al inferior, sino en la suerte de los litigantes. No ha de resultar perjudicado el inocente por el celo de los cargos. Desconfiar de los avances del derecho, la verdad que todo obedece a leyes primarias. Nada se saca con condenar a toda la población. Eso únicamente volverá rebelde al pueblo. ¿Qué no se castigan todos los delitos? La sociedad como ente colectivo es sabia, si no se castigan todos los delitos es porque muchos de ellos están justificados. ¿Cómo podemos hablar de delitos justificados? Porque algunos hechos en sí punibles, son acogidos como justos por las masas. Si el pueblo ha perdonado, ¿por qué los jueces habrían de hacer más de la cuenta?. Entre el que se apropia un bien con mentiras y el prestamista que se aprovecha de la necesidad del cliente, no hay mucha diferencia. La justicia siempre es limitada y no es posible conseguir el Estado ideal. La justicia es un medio racional de alcanzar la convivencia civilizada y armónica en la sociedad.

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TRIBUNA DEMOCRÁTICA


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