NEUROLOGIA

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Cerebelo

Cerebelo

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l cerebelo es el gran coordinador de las actividades musculares. Sincroniza las contracciones de los músculos dentro de un grupo y entre grupos de músculos, con lo cual suaviza sus respuestas mediante una delicada regulación y graduación de las tensiones musculares. De esta manera, también cumple un importante papel en el equilibrio y en el tono muscular. Con el entrenamiento, las distintas partes del sistema nervioso que intervienen en los movimientos adquieren un grado creciente de coordinación. El cerebelo desempeña una función decisiva, en la ejecución de los movimientos delicados. Recientemente, se han descubierto funciones muy complejas en las que podría participar el cerebelo, desde ciertas actividades psíquicas hasta la percepción y la competencia en el lenguaje. Su diseño anatómico es peculiar en varios aspectos: primero, porque representa sólo un 10% del peso total del encéfalo, pero tiene la mitad del número total de neuronas de éste; segundo, porque, a diferencia de otros componentes del sistema nervioso, el cerebelo tiene una estructura de regularidad extraordinaria, y las conexiones entre neuronas siguen un patrón estrictamente geométrico, propio, diríase, de un circuito electrónico; además, la estructura cerebelar se mantiene independiente de las actividades que se le suponen desde el punto de vista funcional, lo que sugiere que es un órgano especializado en el análisis de la información neuronal, independiente del uso o función de ésta. Se asume que en esta estructura radica la clave de la función cerebelosa en el sistema nervioso. Como lo comprueban diferentes estudios, gracias a esa constante estructura, el cerebelo reconoce señales que le llegan con sucesión muy rápida. Permite con ello que el cuerpo no sólo realice movimientos rápidos y perfectamente coordinados, 108

sino también que capte determinados estímulos (reconocimiento del habla, por ejemplo). El cerebelo en su versión más primitiva consta de un único folio, como en la mayoría de peces, anfibios y reptiles. Al principio de la evolución biológica, el cerebelo (del latín cerebellum: cerebro pequeño) desempeñaba probablemente otras funciones. Representa un área muy antigua del encéfalo y se encontraba ya en los primeros vertebrados, como las lampreas (Petromyzon marinus), por ejemplo, que son peces primitivos, agnatos (sin mandíbula), semejantes externamente a las anguilas, aunque muy lejanamente emparentados con ellas, y con cuerpo gelatinoso y muy resbaladizo, sin escamas y con forma cilíndrica. Este pez presenta un cerebelo primitivo que se manifiesta como una especie de prominencia del cerebro. En esta estructura, es llamativa la presencia de fibras paralelas que unen las dos mitades del encéfalo, hebras características de nuestro cerebelo. No se sabe a ciencia cierta la función de este cerebelo primitivo, aunque su íntima relación con los centros del equilibrio situados en el tronco cerebral, sugiere una participación en el mantenimiento del equilibrio. Con el tiempo, la evolución ha ido formando cerebelos de formas y tamaños diversos. Sin embargo, resulta sorprendente que, salvo algunas excepciones, el patrón en que se hallan ordenadas las neuronas y sus conexiones, sigue siendo esencialmente la misma. El crecimiento en tamaño del cerebelo en aves y mamíferos ocurre por sucesiva formación de nuevos folios con la misma disposición transversal. Los folios se agrupan en lóbulos de los que se han diferenciado hasta un total de diez, numerados del 1 al 10 en dirección rostro caudal. Estos lóbulos tienen un origen filogenético diferente.


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