amor vacuo
Fotografía . Elvia Escorcia
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Créditos
Fotografías: ©Elvia Escorcia.
Texto: ©Enrique Franco Calvo.
Todas las fotografías que se reproducen en este libro son de la autoría de Elvia Escorcia. (Derechos reservados)
Las imágenes están protegidas por las leyes nacionales e internacionales de fotografía. Queda prohibida su reproducción por cualquier medio electrónico o impreso.
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Contacto: rosadeldesierto365@gmail.com
Dedico este libro a mi madre Cruz María, a mi maestro Víctor Monrroy de la Rosa y a mi amiga Leticia Becerril por su ayuda inconmensurable para la realización de mi trabajo fotográfico.
Las fotografías que se presentan en este libro se expusieron en las Galerías 2 y 3 de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, actualmente Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autóma de México del 5 al 23 de noviembre de 1992. Se presentaron 30 fotografías sin título que fueron realizadas en plata sobre gelatina con una medida de 11 x 7 pulgadas.
Hay un infierno aquí, en nosotros mismos. Elvia Escorcia ha accedido a él y a través de sus fotografías nos lo descubre, lo pone a nuestro alcance. Distinto de los infiernos de Dante y Beckford –esencialmente narrativos–, en los que deambulan almas o seres humanos por espacios poblados de alimañas y demonios, el infierno “captado” por la lente de Elvia Escorcia está en nuestro cuerpo, en nuestra piel: llanuras infinitas de la dermis que parafrasean el estado vacuo del amor; recovecos inimaginables e inextinguibles; presencias ocultas e inexistentes tras los pliegues de un microcosmos apenas explorado. etcétera. El olvido y el vacio podrían ser dos conceptos que definirían el trabajo que hoy nos presenta esta ardua fotógrafa.
Como todo buen artista, Elvia Escorcia, por medio de sus instrumentos de trabajo, logra descubrirnos imágenes y sensaciones nuevas. Quizá sea conveniente decir: imágenes no del todo reconocidas, pese a su inmediates, y sensaciones novedosas en tanto que, de un microcosmos que poco le ha interesado a Occidente, ha extraido cosmogonías terroríficas. Si bien es cierto que utiliza la herramienta más fiel –aunque dependiendo del dominio del usuario, en demasía independiente– que un artista tiene a su alacance para copiar la realidad, lo es también que sin su artisticidad particular ella no hubiese podido ofrecernos el mundo insólito que su exposición pone a nuestro alcance.
La obra que nos presenta en esta ocasión dista mucho de las convenciones reporteriles, testimoniales, “oportunas” y, en el último de los extremos, de los ensayos rebuscados con base en modelo y collage. Es una obra abstracta (es mejor calificarla como no figurativa) obtenida del punto tangencial más importante para Occidente a partir del Renacimiento: el cuerpo. Tal vez por el manejo del espacio y del instante el espectador encuentre en estas fotografías un acercamiento con la mentalidad oriental más que con la occidental: Occidente explota, Oriente implota. Cabe señalar que este acercamiento, consciente o no en ella, de ninguna manera es un defecto sino una virtud que, como señalaría Borges, es necesaria y enriquecedora cuando la poseen nuestros artistas.
No me sometería a escribir que la juventud de Elvia le haya permitido lanzar una “propuesta nueva”. No. Por el contrario, es una gran ventaja que siendo tan joven sea ya dueña de una disciplina, un lenguaje y un objetivo, porque eso nos dá esperanza de que con el transcurrir del tiempo y sus dedicación nos enseñe que la fotografía puede ahondar aún más en sí misma: como un regodeo hacia su interior, una explicación de sí y no de los otros. La búsqueda, quizás del metalenguaje fotográfico. De todo esto nos habla su quehacer.
Quien observe la obra de Elvia Escorcia podrá pensar en muchos referentes de comparación y, sin temor a equivocarme, éstos no serán fotográficos en la mayoría de los casos, sino de otro tipo de obras que tienen en común ser dueñas del “instante” (tan citado hoy día por los pensadores de la postmodernidad). Por citar algunos ejemplos señalaré: en la pintura, las composiciones del infinito de Gunther Gerzso; en la poesía, los haikús aprehensivos de José Juan Tablada; en la música, los paisajes sonoros de Jean Sibelius; en la filosofía, la duda existencial de Kierkegaard, en fin...
El arte puede ser considerado como la memoria sensorial y pasional de la historia de la Humanidad. Con él, a manera de amanuences, los artistas han creado registros de sus sensaciones y de sus modos de ver el mundo. Pero ¿quién puede dudar que el mundo no es tal y como ellos nos lo presentan, tal y como nos corresponde? En ese sentido, las fotografías de Elvia Escorcia son el producto de una búsqueda de la maestría técnica y, lo más importante, el logro de haber descubierto un mundo que ya desde el pensamiento griego se había planteado como existente.
Noviembre de 1992
Elvia Escorcia estudió Sociología y es licenciada en Diseño Gráfico por la UNAM. Es fotógrafa, diseña libros de arte y realiza dibujo y pintura digital.
Enrique Franco Calvo es licenciado en Lenguas y Literaturas hispánicas por la UNAM, escritor, crítico de arte y especialista en arte del siglo XX mexicano.
Fotografía . Elvia Escorcia
Se terminó de editar en marzo de 2023. Libro digital
Diseño: Ático