Algunos estudios indican que lo que motiva a los usuarios de estos servicios es principalmente el ahorro económico y/o de tiempo que generan. Y una vez que éstos ya han participado en el servicio varias veces los atrae el componente social y el formar parte de una comunidad de usuarios. Los beneficios ambientales figuran muy abajo, o ni siquiera aparecen, en estos estudios con respecto a las motivaciones de los usuarios y es por eso que podemos decir que el consumo colaborativo ofrece una sostenibilidad invisible. Hay que alertar que esta optimización del consumo muchas veces es radical y muy cruel con los modelos de negocio actuales. Las empresas tradicionales intentan resistir a estos cambios y ya han aparecido escritos poniendo en duda ciertos aspectos legales de compartir, el impacto sobre el PBI, la pérdida de puestos de trabajo al reducir la manufactura, etc. De la misma manera que las discográficas o los distribuidores de películas se han tenido que adaptar al mundo digital con el streaming y la distribución directa entre personas (P2P), muchos otros sectores verán cómo parte de los ciudadanos dejan de consumir y comprar los productos de la manera tradicional. Aquellas industrias basadas en la venta masiva de productos tendrán que entender que el producto ya no se vende, sino que se alquila/redistribuye/comparte y el modelo de negocio tendrá que adaptarse y pasar a ofrecer servicios alrededor del producto. La movilidad y los fabricantes de coches ofrecen los ejemplos más interesantes. Al mismo tiempo que en España –y sin ninguna visión de futuro– se promueve el “Plan 3 millones” para reindustrializar el país, BMW puso en marcha el carsharing DriveNow (en Alemania y EE.UU.), Daimler invirtió 10 millones de dólares en Carpooling.com y Citroën abrió Multicity en Francia y Alemania facilitando el alquiler de sus coches entre particulares. Este cambio de paradigma, de un modelo de sociedad “de arriba abajo” a un modelo de sociedad “peer-to-peer” afecta no sólo al consumo (con reducción de residuos y generación de nuevos productos), sino también a la producción, la educación, las finanzas y la política. De la actual situación de crisis (del sistema y de valores) sólo saldremos cambiando las reglas del juego, sin pedir permiso a nadie.
¡SEGUÍ LEYENDO EN ECOMANIA.ORG.AR! ecomanía / 57