EN
Música
BRUNO MARS
E
ste otoño se ha coronado como la estación estrella en cuanto a conciertos en la capital. Multitud de artistas nacionales e internacionales han elegido esta temporada para promocionar sus últimos trabajos. No han faltado en esta lista el carismático Bruno Mars y la banda revelación del año, Imagine Dragons. Con el cartel de entradas agotadas desde el primer día, Bruno Mars sabía que encontraría aquí a una legión de fieles seguidores. El lugar, el Palacio de Vistalegre; el día, el pasado 15 de Noviembre. Colas, infinitas colas alrededor del recinto daban cuenta de la expectación general. Una vez
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dentro y con las luces a punto de apagarse, se respiraba la histeria. Cada detalle importaba, y el primero de ellos: un telón decorado con palmeras doradas, impregnado de la característica estética retro que el cantante ha recogido en su última era musical. Mars sabe distinguirse del resto, de eso no hay duda. Con la caída del telón, el show solo comenzaba. En el escenario, un grupo de amigos dispuestos a contagiar energía positiva. Mars –fiel a su sombrero y chaleco- abrió boca con la canción que ha dado nombre a su tour y recuerda al pop que hacía Jackson en los ochenta: Moonshine. Después
de calentar motores, el artista desarrolló un auténtico recital: un repaso a la casi totalidad de Unorthodox Jukebox (su último trabajo, con algo más de cinco millones de ventas mundiales a día de hoy), los temas más consagrados de Doo-Wops and the Hooligans, sus colaboraciones más sonadas y una versión de Candy Rain. La producción del espectáculo fue prácticamente impecable, con un sonido claro y potente y una escenografía divertida y digna de arenas de mayor aforo. Los cien minutos del show estuvieron cargados de “buenrollismo”. La banda demostró que ama lo que hace y Mars firmó una afinación de sobresaliente. Las canciones
en directo ganaron frescura y energía, con arreglos instrumentales superiores a las versiones de estudio en muchos casos. Además, el setlist estaba estructurado de forma que el espectador no consiguiera distraerse ni un segundo. No faltaron los habituales coqueteos con el español (“bésame, te quiero mucho”, decían en tono de broma), momentos emotivos (las gradas encendidas mientras Mars cantaba When I was your man) y momentos de auténtica complicidad con la audiencia (las risas “entre amigos” cuando Phil –miembro estrella de la banda y productor de altura – hizo su conocida intervención en The lazy Song).