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varias para poder mostrar sus capacidades y, por supuesto, privados de voz y voto en cualquier órgano de gobierno. Después se podrá ser profesor honorifico por otros tres años, prorrogables anualmente, uno a uno. Pero la desvinculación de estos profesores, con respecto a la universidad y su capacidad para poder seguir aportando sus conocimientos, se irá extinguiendo progresivamente, a pesar de no tener ningún vínculo contractual ni retribución dineraria que pudiese constituir una carga onerosa para la universidad. C
Esto podría parecer un llanto por los casos personales que conocemos, pero la realidad es que desde la administracion universitaria hay un desprecio por la experiencia y los aportes acumulados por el personal docente.
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Se dirá “es que ahora debemos ser más exigentes” pero ocurre que las facilidades para
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El problema se agrava como hemos dicho con las dificultades, cada vez mayores, para que las nuevas generaciones alcancen un nivel cada vez superior de conocimientos y habilidades pedagógicas e investigadores. Con lo cual se produce inevitablemente un retroceso.
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Todo esto lo sufre la Escuela (y, en términos generales, la universidad) que va encuadernando en una carpeta que se pierde con el tiempo, el paso y la influencia proporcionada por los recursos humanos.
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Este es el final de un profesor que, en cualquier caso, debe haber demostrado excelentes méritos tales como tener cinco sexenios de investigación.