El saber hacer! Una educaciòn para todos y sin exclusión.

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despavorido hacia un frasco de cápsulas y toma varias seguidas antes de escapar. Así, Groening no sólo criticó la práctica sino que buscó concientizar a la audiencia sobre los riesgos de un diagnóstico errado y cómo se transforma a un chico travieso en un enfermo. Esa realidad retratada por Los Simpson es la que se vive ahora en Chile. El aumento en la medicación se puede analizar a través de la importación de MFD. Naciones Unidas fija un cupo de esa droga para cada país; el permitido para la Argentina es de 60 kilogramos por año. Según la ANMAT, la agencia nacional de control de medicamentos, en 2008 los laboratorios importaron 42,61 kilogramos. En 2009, 45,40 (un incremento del 6,55 por ciento) y en 2010 un 21,66 más que el año anterior, es decir 55,23 kilos, casi en el límite de lo asignado por el organismo internacional. La situación fue analizada en el III Simposio Internacional sobre Patologización de la Infancia, que se realizó en Buenos Aires durante la primera semana de junio. Una de las organizadoras, Beatriz Janin –licenciada en psicología y directora de la carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales–, presentó el libro El sufrimiento psíquico en los niños (Noveduc), donde sostiene que si bien es fundamental detectar los problemas psicológicos tempranamente para indicar un tratamiento adecuado, también es importante no etiquetar al paciente. “Es habitual que la gravedad de un trastorno se mida más por aquello que resulta insoportable a los adultos que por el sufrimiento del niño”, afirma la especialista. En la vereda opuesta, Graciela Bartomeo, licenciada en psicopedagogía de la Fundación TDAH Argentina (la sigla en inglés para designar el Déficit de Atención con Hiperactividad), asegura que “la droga no tiene tantos efectos secundarios, y si aparecen, se suspende la medicación y listo. Estar medicado en la infancia sin necesidad no es tan grave, son mayores los riesgos si no se medica. Algunas de las consecuencias a futuro que puede tener un chico que requería la medicación y no la tuvo, son: abandono de estudios, dificultad para formar pareja, convertirse en padres adolescentes y problemas con las drogas y la Justicia”. Sin embargo, por su peligrosidad, el MFD se vende sólo con un recetario oficial y triplicado, que los médicos deben solicitar en el Ministerio de Salud. Según denuncian los especialistas, en la práctica eso no se cumple, ya que los mismos visitadores médicos llegan con las recetas oficiales a disposición del doctor. “El mayor tema es que los laboratorios les pagan a los médicos para que viajen a los congresos a exponer el resultado de sus investigaciones con estos medicamentos”, cuenta Maren Ulriksen de Viñar, médica psicoanalista uruguaya que participó del simposio. El crecimiento de este segmento en el país habla por sí solo. Entre 2004 y 2010 el consumo de metilfenidato y modafinilo –otro estimulante que no se aplica a problemas de aprendizaje pero comparte la misma categoría– creció un 62,44 por ciento, según un informe sobre dispersión de psicofármacos realizado por la Confederación Farmacéutica Chilena. En Chile el MFD es comercializado por cuatro marcas, en orden de ventas: Ritalina (del laboratorio Novartis) cuesta entre 103 y 320 pesos, según la presentación; Rubifen (Neuropharma), entre 103 y 283 pesos; Concerta (Janssen-Cilag), entre 132 y 614 pesos, y Methlin (AstraZeneca), entre 105 y 329 pesos. El pico de ventas se registra durante el período escolar, con descenso en las vacaciones de invierno. Dueñas encuentra la causa de este fenómeno en que “a los docentes les resulta funcional acallar y educar por la fuerza. Ellos mismos llenan tests para ver si el chico tiene ADHD, evaluándolo de forma aislada y omitiendo su historia y entorno”. El cuestionario al que se refiere la especialista es el “Conners”, que consiste en


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