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ENTREVISTA CON LA ESCRITORA TERESA ÁLVAREZ OLÍAS LMBM
Teresa acaba de publicar su última novela, Campo de amapolas. Madrileña, del barrio de Fuencarral, preocupada por la ciudad y sus barrios, algo que se trasluce en toda su obra, nos responde a las preguntas formuladas por Distrito 19.
-Hay técnicas que ayudan… en teoría. Pero en mi caso son los dedos los que escriben su historia y los diálogos se van enlazando, la historia se va escribiendo sola. En cierto modo, en mi caso hay un poco descontrol de los personajes. Y, en concreto, Noche de máscaras es el mas puro en su creación y los otros dos son mas anárquicos.
-¿Cómo calificas Campo de amapolas? -Se trata de una novela social.
-¿Cómo es el mundo editorial? -Es extraño y sospechoso que los grandes premios editoriales vayan siempre a autores ya consagrados, nunca es un novel quien gana premios como Nadal, Planeta… A los concursos pequeños se presenta mucha gente y es muy complicado hacerse un hueco pero creo que es importante participar en esos certámenes pero no como un fin.
-¿Igual o diferente a tus otras publicaciones? -Diferente, Volando de una ciudad a otra es un libro de relatos y Noche de máscaras es una novela histórica. -Para escribir, ¿te tiene que gustar? -Sí, a mi me gusta. Pero también tiene que gustar leer, e imaginar para escribir relatos y darles forma.
-¿Tu te presentas a certámenes, has ganado alguno? -Sí, me gusta participar pero hay gente muy buena y mucho ingenio y las editoriales no te buscan. Y si, en mi curriculum cuento con el Premio del II Certamen María Luisa García Lorca.
-Y, ¿es difícil publicar? -Sí, muchas editoriales han cerrado y las más te ofrecen la autoedición, que pagues tu por anticipado. Pero he tenido suerte y he encontrado una editorial que ha confiado en mi. -¿Hay algún punto en común en tu obra? -En todas mis novelas hablo de Madrid, de sus barrios, en la última recuerdo que hay una mención a Vicálvaro. Y es que Madrid es el centro, la tierra de acogida de mucha inmigración a lo largo de la historia. Y me gusta transmitir como se han construido los barrios, bloques y bloques de viviendas con pésimos materiales, sin dotaciones públicas y que, finalmente, ha sido la cuna de una generación reivindicativa que se ha agrupado en torno a las asociaciones vecinales. En Campo de amapolas, los protagonistas acaban pensando en la necesidad de asociarse para continuar sus proyectos. -¿Cuál crees que son tus raíces literarias? -Me gusta mucho Pérez Galdós y la novela del siglo XIX, los años 30 del siglo XX. Yo disfruto mucho
yendo al centro, al barrio de las Letras, ver las fachadas de los edificios, imaginar los escritores del momento. Y también utilizarlo como proceso de creación porque, al fin y al cabo, los problemas básicos de la gente son los mismos en cualquier época: el trabajo, la pareja… -¿Y como es el proceso de creación en tu caso?
-Finalmente, ¿qué tienes en proyecto para el futuro inmediato? -He publicado dos novelas en un año y las propias editoriales recomiendan dosificar. Tengo ya casi preparada una novela histórica basada en los años 30 y otro de relatos actuales. Además, la propia editorial recomienda la publicación de artículos de opinión de forma semanal sobre temas de actualidad, algo que hago regularmente en una de las publicaciones de la propia editorial o en el blog personal que poseo. -Muchas gracias Teresa por tu tiempo, aquí también tenemos una publicación, Vicálvaro Distrito 19, con la que puedes colaborar con tus columnas de opinión. Estaremos encantados de poder leerte. -Gracias a vosotros…
“Campo de amapolas” es una novela intimista, y también social, ambientada en los años sesenta del siglo XX. Las circunstancias familiares marcan a la pareja de protagonistas, así como también las locales y nacionales. El ritmo de la historia se va acelerando capítulo a capítulo, describiendo distintas situaciones de la vida rural, de los obreros emigrantes en Alemania y de un barrio urbano español en los años del tardo franquismo. El incremento demográfico, la masiva construcción de viviendas populares, y los nuevos empleos ambientan esta historia de trabajo y crecimiento personal, que se basa tanto en las experiencias vitales de la mujer como en las del hombre, las cuales van alternando y presentándonos un mundo que empieza a despertar, con muchas carencias aún, al consumismo, a Europa y a la democracia.