Claves interpretativas de la experiencia de ocio

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y Baron, 2004). Cabe hablar de un «ocio democrático» (Goytia, 1999) en el que los usuarios no se limitan a ser meros consumidores sino que son «co-productores» de sus propias experiencias vacacionales (Binkhorst, 2005). Pine y Gilmore (2000) hablan del consumidor de experiencias que desea «transformarse» a través de la vivencia de las mismas; Ray y Anderson (2000) describen la emergencia de lo que denominan «cultural creatives»; Florida (2002) habla de la emergencia en USA de una «creative class», y también analizan su aparición en Europa (Florida y Tinagli, 2004). Incluso se habla (Prentice, 2004) de que «los creativos» componen un estilo de vida que pone el énfasis en el desarrollo personal y en aspectos experienciales por lo que son muy apasionados en las actividades que realizan y, además sus valores se basan en la autenticidad. El protagonismo que impera en la vivencia de la experiencia de ocio ha dado lugar a que el sujeto se erija como el verdadero prescriptor de las experiencias que desea vivir. La estructura de la industria del siglo XX en la que los profesionales producían y los aficionados consumían ha caducado a favor de un mercado de dos direcciones donde todos pueden estar en cualquier campo. La llamada arquitectura de la participación (O’Reilly en Anderson, 2006:113) ha llegado a todos los campos y el ocio no es una excepción de modo que los consumidores participan en el proceso de producción. Nace así el ocio 2.0 que ha conducido a que la línea fronteriza que separaba al consumidor y al productor se desdibuje hasta el punto que incluso se desea co-participar en el proceso de producción. Nos referimos al fenómeno del «prosumo», acuñado por Alvin Toffler en 1990 y al que Tapscott (1997, 2007) se refiere de modo reiterado al hablar de la nueva economía donde los clientes participan en la creación de productos de un modo activo y continuado. Un buen ejemplo de ello es la comunidad Beers&Blog , creada con el objetivo de compartir experiencias 2.0 o la campaña de Viajeros Barceló, excelente ejemplo de lo que se ha bautizado como Travel 2.0. En definitiva, para responder al cliente que busca vivir experiencias inmersivas: sucesos montados por una compañía que involucra personalmente al sujeto, la clave está en transformar al cliente pasivo en huésped activo.

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