DIARIO LA NACIÓN - EDICIÓN 8.496

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JUEVES 11 OCTUBRE DEL 2018

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El foro y el circo GUILLERMO RAMÍREZ Gerente de GEN

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sta semana viene siendo bastante dura. Dos grandes sucesos criminales dominaron, y lo seguirán haciendo, las pantallas de televisión, los diarios, las ondas de radio y los “trending topics” de las redes sociales. Cada hecho es un universo de tristeza en sí mismo y pone sobre la mesa la cruda realidad de una violencia que nace de carencias estructurales y una desigualdad que sigue en aumento. Ni bien las noticias de ambos hechos tomaban estado público comenzó un verdadero espectáculo que se expuso en dos frentes. El de los medios de comunicación y el de las opiniones en redes sociales. Los primeros mostraron todos los detalles posibles de una de las peores tragedias de los últimos años y los segundos emitieron juicios y condenas con una velocidad que daría envidia a Holanda y Suecia, los mejores sistemas de justicias del mundo. Nosotros le damos a la gente lo que la gente quiere es el mantra blindado con el cual los medios de comunicación nos protegemos para servir a la audiencia contenido de baja calidad que no alimenta nada más que el morbo, y alimentar el morbo hace que el foco se mantenga sobre la forma y no sobre el fondo de la cuestión. Los medios de comunicación deben informar, esa es su razón de ser, pero cuando la razón de ser se reemplaza con un modelo de negocios que rentabiliza a la tragedia algún tipo de alarma deberíamos hacer sonar. Ver en el ranking de noticias más leídas de cada medio a los artículos más detallados de cada tragedia no debería funcionar como un indicador de qué tipo de noticias producir, no se debería reemplazar la responsabilidad editorial en manos de la opinión pública que es, literalmente, bombardeada desde todos los ángulos posibles con el mismo tipo de noticias. Si lo único que me ponen enfrente es arroz, cuando tenga hambre voy a comer arroz. La oferta precede a la demanda en cualquier tipo de negocio, en medios no es distinto. Hoy la interacción entre las personas ocurre, mayormente, desde plataformas digitales: los chats grupales de Whatsapp, Twitter, Facebook. Todos estos servicios tienen algo en común, una cajita de texto vacía que invita a ser llenada. Con pequeños trucos de diseño de experiencia de usuario todas las redes sociales nos empujan a llenar la cajita de texto y

apretar enter, ¿y qué mejor que el tema del momento para poder decir algo relevante? El resultado de esto es que todos opinamos de todo y que lo hacemos desde la urgencia de la visceralidad, escribimos rápido para poder ingresar al debate público mientras aún sea relevante. La constante repetición de este mecanismo de emitir una opinión ni bien nos topamos con el tema del momento genera una serie de efectos en el discurso general. Por un lado disminuye la calidad de las opiniones, ya que opinar rápido y opinar bien usualmente son dos líneas paralelas, no se tocan. Nuestras reacciones iniciales a menudo están equivocadas y más a menudo incompletas. Nunca es bueno opinar “en caliente” y Twitter y Facebook están diseñados para que opinemos

Hoy la interacción entre las personas ocurre, mayormente, desde plataformas digitales: los chats grupales de Whatsapp, Twitter, Facebook. Todos estos servicios tienen algo en común, una cajita de texto vacía que invita a ser llenada. en caliente al hacernos sentir la urgencia de pertenecer al discurso para ser relevantes en la escala social digital. Robando el ejemplo a la filósofa norteamericana Natalie Wynn, cuando opinamos en internet nos gusta creer que estamos en el foro romano, cuando en realidad estamos en el circo. Mejorar la calidad de la “opinión pública” es de extrema necesidad, ya que esto no es más que incorporar más y mejores criterios en el proceso de construcción de cada opinión individual. Es muy probable que las personas que se toman el tiempo para analizar las situaciones antes de emitir una opinión sobre las mismas también se tomen el tiempo para consumir medios de información que reflejen ese mismo estándar de calidad. Este proceso elevaría la calidad de toda la información que consumimos y con esto nuestra capacidad de intercambiar ideas y no solamente emociones viscerales e instantáneas.

El paradigma del éxito ISMAEL CALA

www.IsmaelCala.com Twitter: @cala Instagram: ismaelcala Facebook: Ismael Cala

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pple, Google y Amazon son las marcas más valiosas del mundo, según un ranking reciente. No es casualidad que las tres sean compañías tecnológicas e inviertan sumas millonarias en investigación y desarrollo. Su poder de atracción es evidente y empresarios de todas las áreas y categorías sueñan algún día con crear algo similar. Sin embargo, el ritmo acelerado del mundo implica replantearnos los paradigmas que hasta ahora funcionaban para operar con éxito. Atrás quedaron los conceptos corporativos en los que se hacía carrera toda una vida en una misma organización, aspirando a alcanzar los más altos puestos en el organigrama. A través de los años fundé varios emprendimientos hasta llegar al actual. En ese camino, siempre visualicé el éxito de figuras y compañías icónicas, porque creo firmemente en el valor del ejemplo. Desde hace un buen tiempo, universidades y expertos desarrollan investigaciones para “aislar” las características distintivas de los más exitosos CEO de la actualidad. Según Harvard Business Review, existen cuatro elementos que los más destacados directivos de empresas tienen en común. El primero es un alto nivel de velocidad para tomar decisiones. El 94% de los CEO que tardaron en tomar una decisión para considerar todos los elementos posibles, lo hicieron mal. Esta característica la podemos asociar con la meditación y conciencia plena, ya que se ha demostrado que las personas que prac-

tican de forma constante estas disciplinas incrementan su capacidad para tomar las mejores decisiones. En segundo lugar, los directivos consultados coincidieron en tener un buen nivel de inclusión en sus equipos y en valorar ampliamente la participación de todos los colaboradores. El cumplimiento de sus promesas es el tercer factor en común. De esta forma, se combinan metas realistas y equipos de alto desempeño para brindar una reputación importante del CEO y hacer que las cosas pasen. En cuarto lugar, los directivos consultados demostraron ser como el bambú. Esto es, saben adaptarse rápidamente a un entorno cambiante.

Los directivos consultados coincidieron en tener un buen nivel de inclusión en sus equipos y en valorar ampliamente la participación de todos los colaboradores. El cumplimiento de sus promesas es el tercer factor en común. A estas características me gustaría agregar que los CEO destacados suelen valorar el conflicto como una fuente de espacios para obtener mejores resultados. En este sentido, y pensando en los principales retos de hoy, el Instituto Europeo de Inteligencias Eficientes celebrará la semana próxima en Miami el primer MasterMind Latino 2018. Ocho exitosos presidentes corporativos de América Latina se convertirán en profesores por un día para compartir sus estrategias de negocios. Es importante escuchar y buscar los mejores ejemplos. ¡Cambiemos los paradigmas y encaremos el mundo con un liderazgo particular!


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