Diario de Tuxpan 23mar2013

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4C | SÁBADO 23 DE MARZO DE 2013

ESTADO&PAÍS

Alexanderplatz: El cielo sobre Berlín

FLORENTINO FUENTES Berlín, Alemania

S

i bien Berlín siempre me ha parecido una ciudad inundada de poesía y nostalgia, la parte histórica tampoco me resulta indiferente. Los estragos de la Segunda Guerra mundial pueden parecer una herida aun abierta en la ciudad, símbolo para el Nacional Socialismo y para los millones de muertos durante uno de los periodos más oscuros de la sociedad moderna: el Holocausto. Es imposible caminar por las calles de Berlín sin recordar la cantidad de imágenes que sobre los crímenes del nazismo se han emitido, es de hecho ya una conciencia histórica que arrastramos a nivel social y generacional. Las calles de Berlín y sus amplios espacios abiertos y arquitectura, me traen a la mente la propaganda nazi en los monumentales filmes de Leni Riefenstahl, quien por cierto, durante los juicios que se le hicieron, negó tener conocimiento alguno sobre los crímenes de Hitler, a quien había conocido un poco antes de la invasión a Polonia y con quien se sabe, gozó de plena amistad. Una de las conmemoraciones que se lleva al cabo en los días actuales y a la cual tuve la suerte de asistir, es el tema del año; se trata de: Zerstörte Vielfalt – Berlin in der Zeit des Nationalsozialismus, que en su traducción al español, viene siendo: Diversidad destruida – Berlín durante el periodo nazi”. Esta conmemoración tiene como fin recordar a la mayoría de las personalidades de diversos ámbitos de la cultura, que contribuyeron en edificar a Berlín como una de las más importantes capitales culturales en el mundo, previo a la ascensión del Nacional Socialismo al poder y que fueron perseguidas o muertas. En una suerte de exposición fotográfica al aire libre, se muestran las imágenes y breves extractos biográficos de celebridades tales como Hannah Arendt, Marlene Dietrich, Fritz Lang, Albert Einstein, Max Reinhardt, entre muchos otros, que eventualmente tuvieron que abandonar su amado Berlín debido al mayor ejercicio de intolerancia, discriminación y persecución que durante los últimos tiempos ha ocurrido. La exposición, esparcida en algunos puntos emblemáticos de la ciudad, demuestra cuán importante es que este tipo de acontecimientos se muestren al mundo, y considero que es una manera en la que el pueblo alemán pide perdón y acepta el error – en muchos niveles – infringido no únicamente hacia la cultura judía, sino hacia la humanidad en general. Continuar caminando por Berlín y llegar a Alexanderplatz, acarrea a mi memoria el nombre de Rainer Werner Fassbinder, quien llevó a la pantalla la obra literaria de Alfred

Döblin, Berlin Alexanderplatz y quien a mi juicio, ha sido uno de los directores cinematográficos que más ha aportado al discurso cinematográfico actual; quien a pesar de haber fallecido, promueve con su obra una crítica extremadamente ácida en torno a la sociedad alemana y la “dependencia” de closet hacia la presencia africana y de medio oriente, amén de una perspectiva caótica sobre la ausencia e imposibilidad del amor en una sociedad industrializada. Fassbinder es hoy día, gran influencia para realizadores jóvenes de todo el mundo. Una de las particularidades que veo en Berlín, es la integración étnica de diversos puntos del planeta; disfrutar la multiculturalidad en cualquier parte del mundo es uno de mis mayores vicios. Atravesar la Puerta de Brandeburgo (Brandeburg Tor) y caminar sobre la calle 17 de junio hasta llegar a la rotonda donde se encuentra la Columna de la Victoria, hace recordar mucho a México; el parecido entre ambos monumentos: el Ángel de la Independencia, en México y el de la Siegessäule berlinesa, no es relevante, pero el trayecto de acercamiento a través del Tiergarten, hace que evoque una caminata habitual sobre paseo de la Reforma en la capital mexicana. Berlín me sigue maravillando por la promoción del street art; es una de las pocas ciudades en el mundo donde el graffiti se ha apoderado de un importante número de espacios. Lo asombroso y gratificante aquí, tiene qué ver con la propuesta y el discurso coherente que este tipo de expresiones artísticas construye; ya que otro espacio histórico que vincula al street art con los acontecimientos sociales, es la East Side Gallery: donde a lo largo de aproximadamente un kilómetro de lo que fue el muro de Berlín, se aprecian propuestas visuales sin precedentes, teniendo como leitmotiv la inclusión y la libertad. Nuevamente vienen recuerdos a mi mente; la memoria histórica de mi generación, al presenciar por medio de la televisión la caída de los regímenes socialistas en la ya extinta unión soviética, así como el derribamiento del muro de Berlín en el año 1989, fue un símbolo y anuncio de lo que deparaba el nuevo siglo; acaso más lucha, pero más libertad también; más inclusión ante una sociedad actual desfavorecida ante el desempleo, el hambre, la guerra y los traumas que a nivel histórico llevamos a cuestas. Berlín me significa entonces, el símbolo de un diálogo entre dos generaciones recientes: la sobreviviente al Holocausto y la sobreviviente a la caída del muro. Y es importante preservar en la memoria hasta qué punto la ejecución de la intolerancia y el desorden mental en un discurso político y social, pueden llegar.

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