Despertar 26 de abril 2018

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DESPERTAR DE OAXACA

Jueves, 26 de abril de 2018

OPINIÓN DEL ZÓCALO A LOS PINOS Raúl Castellanos Hernández

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¡Felicidades Oaxaca!: Mágica y señorial. Mi musa eterna

a tierra en que nací y amaré por siempre. Oaxaca de Juárez, como se le reconoce oficialmente desde la muerte del oaxaqueño más universal, es el espacio donde hemos transitado nuestra vida. Aún en la lejanía o en el exilio; su cielo de zafir, el aroma de sus flores, sus amaneceres, las tradiciones de nuestros barrios, los cantos que le rinden pleitesía, han sido y lo serán por siempre motivo y razón de vida, inspiración permanente para intentar conquistar utopías, para soñar y navegar en los oleajes embravecidos de mares tempestuosos; incluso para desafiar la fatalidad y enfrentar la adversidad. En mi caso, Oaxaca es mi musa eterna. Oaxaca de Juárez, mágica y señorial, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura el 11 de septiembre de 1987; es una ciudad dotada de un sincretismo maravilloso en cuyos dinteles se entrelazan con magnificencia testimonios de las culturas prehispánicas y colonial. La catedral, Santo Domingo, La Soledad, San Felipe Neri, La Merced, el Carmen Alto, el Templo de Jalatlaco —entre muchos otros— dan cuenta de ello. En ella confluyen las más diversas manifestaciones de las culturas y etnias que integran en su conjunto el Estado. Sus barrios son testimonio de una intensa vida comunitaria, La Noria, en cuyos alfalfales organizábamos carreras en bicicleta; La Soledad, puerta de entrada a las laderas del Fortín; Jalatlaco de inmensos recuerdos por haber sido el tránsito obligado a la prepa, en el atrio de su iglesia sostuve mi primer duelo de amores. El ex-Marquesado de larga tradición. El Carmen Alto, centro neurálgico del origen de los Lunes del Cerro, en homenaje a la Virgen del Calvario. El Peñasco, el Rosario, Las Nieves, en cuya iglesia despachaba el padre Bulmaro, famoso por sus tertulias literarias a las que acudían políticos de la época y se decía —por las malas lenguas— algunas jóvenes y bellas feligreses del dios Eros. Qué decir del barrio de La Merced, mi barrio, en cuyo mercado disfrutaba las gelatinas de la comadre —de mi madre— Lupita, las conchas de Chahua. Pasaba a platicar con Luis Flores a su carnicería, esperando me compartiera una dotación de chicharrón. Por las tarde era un gusto jugar una cascarita en el atrio del convento y los domingos acudir a la misa de ocho, enfundados en nuestra sotana de Niños Tarsicios; debo decirles que también acolitaba el rosario y cantaba el “tantun Nervun Sacramentus”.

Los abarrotes se compraban en la tienda de Don Juan Coto, de don Fortino, o de don Juanito Zorroza. En los alrededores del mercado estaba la carbonería, el local de Don Gumersindo el zapatero, la botica de Don Antonio Cortez. Sobre la calle de Independencia vivía Don Enrique Juárez el piñatero, que también animaba fiestas con actos de magia, haciéndose llamar el “Fumanchu oaxaqueño”. En Hidalgo, a un costado de la iglesia, estaba la sastrería de Mundito Morales y enfrente la jabonería La Soledad, de mi padre, Raúl S. Castellanos. Todos los mencionados, agregando a Don Efrén González, que tenía su taller de marmolería frente al panteón, a Don Juvenal, mecánico de la Ford y Don Antonio Martínez que tenía su tintorería en la calle de Murguía, que como se advertirá formaban parte de los hombres respetables del barrio, fueron convocados por el padre José Miguel Pérez García a formar el Comité Pro Ciudad de los Niños, obra social que aún permanece, gracias a su independencia de los vaivenes de los intereses políticos. Recuerdo alguna vez que, comiendo con el padre Miguel, le pregunté a qué consideraba que se debía la trascendencia de La Ciudad de los Niños, su respuesta fue lapidaria: “a que nunca aceptamos nada de los políticos”. Por supuesto, cualquier intento de crónica o de recuerdos pasan por nuestro Centro Histórico. La misa de 12 en la catedral, donde al final te repartían unas hojas con la clasificación de las películas en cartelera: A, para todo público; B, para adolescentes y adultos; C, para adultos con serios inconvenientes; D, prohibida por la moral cristiana. Después de misa eran obligadas las vueltas al zócalo en el carro de algún amigo —que lo sacaba a hurtadillas del garaje de su papá—. En mi caso siempre ocupaba el asiento de atrás del de mi —por siempre amigo y hermano— José Armando Jiménez, el otro lugar del frente era para Toño Flores Corzo. Luego de comer había que enfilar a la función de cine — en el Alcalá o el Oaxaca—. Saliendo de la función, de nuevo al zócalo, las chicas daban vueltas, algunas acompañadas de sus novios, mientras sus padres conversaban en alguna banca. En la esquina de Hidalgo se apostaban los niños ricos, los guapos, los hijos de papi, los que venían de vacaciones del Tec de Monterrey, los de apellidos vallistocráticos y los que tenían coche, que intercambiaban furtivas miradas y requiebros con las jóvenes de alcurnia que daban vueltas. Ya en

la conquista le compraban a “clavelito” algún ramo de rosas que les hacían llegar con el mismo “clavelito”. Los comunes y corrientes nos ubicábamos en otras zonas. Así llegamos a los tiempos universitarios, de los que se puede escribir una intensa narrativa, desde los festejos hasta el movimiento estudiantil del 68, la represión del 70 o la conquista de la Autonomía de la Universidad en el 71. Movimiento que al lado de los líderes —mujeres y hombres— de las escuelas y facultades me tocó encabezar, contando con el apoyo, serenidad y vocación democrática de mi inolvidable maestro y amigo, Rubén Vasconcelos Beltrán, primer rector de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.

No alcanzaría tiempo y espacio para evocar tantas vivencias, incluyendo las que tienen que ver con otra faceta de nuestra fascinante ciudad de Oaxaca de Juárez, la de ser el centro de resonancias de nuestra pluralidad cultural, política y social. Misma que se pone a prueba día a día y en cada proceso democrático. En este contexto, si de algo estoy cierto, es de que los nacidos y creados en esta ciudad somos muchos más que aquellos que le apuestan al oportunismo ideológico o a las efímeras “marcas” partidistas; es tiempo de recobrar la identidad, desterrar los rescoldos del pasado reciente y pensar en una ciudad de Oaxaca de Juárez tolerante, incluyente, de consensos en la diversidad, que consolide su presencia como el centro universal de las culturas. A eso le he apostado siempre y seguiré haciéndolo hasta el último instante de mi tiempo. ¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido? Twitter: @rcastellanosh

Radiografía política Aquiles Cruz Ramales

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Los municipios, un botín del PRD

urante su campaña para ser electo presidente de México en 1976, José López Portillo utilizó como eslogan de campaña: “La solución somos todos”. Pero en poco tiempo, los mexicanos cambiaron la frase por: “La corrupción somos todos”. Es que el gobierno de López Portillo (1976-1982) fue uno de los que acumularon más denuncias de irregularidades en la historia reciente del país. La anécdota se recuerda ahora que el Congreso aprobó un Sistema Nacional Anticorrupción, que pretende combatir el problema entre funcionarios, empresas y personas que tienen alguna relación con el gobierno. La iniciativa —que debe ser avalada por 16 de los 31 de los congresos locales— surge después del escándalo por las propiedades de la familia del presidente Enrique Peña Nieto y otros funcionarios de su gabinete. En el lenguaje popular mexicano se han acuñado frases que reflejan la corrupción. BBC Mundo le presenta diez de las más conocidas. Sobre trámites e infracciones viales: “Ayúdame a ayudarte”: Frase para responder a la petición de cumplir algún trámite burocrático: si me ayudas (entregas dinero) te ayudo (resuelvo tu problema). “Ponerse guapo”: Significa ofrecer un regalo caro u ostentoso para obtener o asegurar un favor indebido: acelerar un trámite, modificar una acusación penal, ganar un contrato con el gobierno. “Lo dejo a su criterio”: Cuando algún automovilista es detenido por un agente de vialidad, lo primero que escucha es la lista de infracciones cometidas y el monto de la sanción de cada una. Pero luego viene la solución: “Lo dejo a su criterio”, dice, una forma de sugerir que con una gratificación (conocida en México como mordida) es posible salir del problema. “Acéiteme la mano”: Otra forma de pedir mordida para no aplicar reglamentos, especialmente los de vialidad.

“¿Cómo nos arreglamos?”: Respuesta frecuente de los automovilistas detenidos por cometer una infracción vial. Se trata de una oferta de soborno para que el policía perdone la multa. También se utiliza para ofrecer dinero a cambio de un favor indebido. “Con dinero baila el perro”: Una forma de decir que si existe una gratificación se puede superar cualquier obstáculo en la burocracia mexicana. De políticos y la historia: “No importa que robe, pero que salpique”: Se utiliza para justificar que políticos y funcionarios se enriquezcan en el puesto, siempre y cuando compartan las ganancias. “No quiero que me den, sino que me pongan donde hay”: Una mexicana forma de interpretar la parábola de Confucio sobre el pez y el pescador. Quien la utiliza no quiere recibir regalos (aunque no los rechazaría), sino que sea colocado en una posición privilegiada en el gobierno donde pueda enriquecerse. También se usa para describir el esfuerzo personal de progresar sin ayuda. “Un político pobre, es un pobre político”: Fue acuñada por Carlos Hank González, exgobernador del estado de México y quien fue también alcalde de la capital del país. Hank amasó una gran fortuna al crear empresas que fueron contratistas del gobierno, en algunos casos cuando él era funcionario público. La frase enfatiza que para progresar en la política mexicana, es necesario tener mucho dinero. “La moral es un árbol que da moras”: Así respondía el exgeneral revolucionario, Gonzalo N. Santos, cuando alguien le reclamaba la falta de ética en sus actos. El exmilitar, fallecido en 1978, fue considerado por el escritor Carlos Monsiváis como “el casi eterno cacique de San Luis Potosí”, estado que gobernó entre 1943 y 1949, y quien hizo de la violencia y asesinatos sus únicos aliados y mejores consejeros. “El año de Hidalgo: pendejo el que deje algo”: La referencia histórica es a Miguel Hidalgo, uno de los héroes de la Independencia de México. Según los mexicanos, se refie-

re al último año de gobierno a todo nivel —del local al nacional—, cuando los funcionarios salientes se gastan todo el presupuesto, dejando las arcas vacías. También existe el “año de Carranza” (por Venustiano Carranza, otro héroe), por “si el año de Hidalgo no alcanza”. En Santa Gertrudis, ayuntamiento que pertenece a la demarcación de Zimatlán en el sureño estado de Oaxaca, existe un presidente municipal terrible, primero necesitó y obtuvo el apoyo de dos damas (cosa pendiente) de nombre Evas, sí, son madre e hija las dos diputadas, las dos controladoras de las tribus del Partido de la Revolución Democrática (PRD), las manipulan y ponen y quitan a quien convenga. Resulta que Rodimiro Castellanos (en serio, así se llama el tipo), llegó a primer concejal de santa Gertrudis, pero el tipo ladino tenía un plan, pobretón y casi con una mano atrás y otra delante, comenzó a hostigar a su Cabildo y así unos por dignidad y otros hartos del mal trato renunciaron, eso no amedrentó al tipo y puso a casi toda su familia de Cabildo, comenzó a escupir de lado, aprendió a manejar autos y se compró unos, otros para el municipio, pero que el usa, ropa de marca y sobrero de ala ancha. Hace unos días, el pueblo ya viendo que su progreso económico era muy escandaloso le exigió cuentas y obras colectivas, pero el tipo hizo lo de Salinas de Gortari, “ni los veo ni los oigo”, ya calientes las cosas llamó a las damas con nombre bíblico: las Evas; poco o nada pudieron hacer ya que ahora lo que pide el munícipe es su reelección, en el colmo del cinismo, total que viendo que ya la lumbre llegaba a los aparejos, tomó la documentación que le conviene, ordenó que le llevaran todos los vehículos del Ayuntamiento a su domicilio y ahora ni pela al pueblo que permanece en el palacio esperándolo que vaya a rendir cuentas, se suman mototaxis, amas de casa, y el pueblo espera que la Secretaría General de Gobierno mande a alguien a meter en cintura al tipo de marras. Veremos y comentaremos. Sayonara.


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