Hambre de ti

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tarde. Caramba, Cale habría recibido probablemente las mesas y las sillas y se dirigiría a su hotel. Sin embargo, quería comer. Al final resultó que, Cale todavía estaba allí cuando llegó Alex. Por lo menos su coche estaba, señaló. Como no quería que la comida se enfriara, estacionó lo más cerca que pudo de la entrada, sin duda se alegraría de ver el final del invierno, pensó Alex mientras dejaba el café y los alimentos sobre la meseta de su preciosa y nueva cocina y corrió hacia el comedor. Un suspiro se deslizó de sus labios cuando entró en la habitación. La pintura estaba terminada, las paredes tenían un ambiente cálido, blanco con ribetes granates en la parte superior. Esbozó una sonrisa al recordar cómo les había explicado que lo quería y su frustración porque sabía que no estaba describiéndolo adecuadamente. Bricker había insistido en que le entendía, sin embargo, ella se sintió relajada y le creyó. No se había equivocado. Mientras que Cale había parecido distraído, Bricker había entendido al parecer exactamente lo que quería. Era exactamente como lo había imaginado. Miró las mesas y las sillas y un escalofrío de placer se deslizó a través de ella. Ellos habían dejado todo absolutamente perfecto. Su suerte estaba mejorando pensó Alex mientras caminaba entre las mesas tocándolas, ligeramente con los dedos. Todo estaba bien. Las cosas estaban tomando forma. —Espero que te guste. Alex se volvió para ver a Cale en la puerta entre la cocina y el comedor. Ella le sonrió, una sonrisa tan amplia que casi le dolió. —Gracias a ti, —dijo y luego pasó junto a él para entrar en la cocina. —No puedo creer que estés aquí, —dijo mientras se acercaba a los cafés y a bolsa de comida. —Pero el caso es que te he traído una disculpa. —¿Disculpa? — Preguntó y ella pudo escuchar la sorpresa en su voz. —Sí. —Se volvió con un café en la mano. —Siento mucho haberte pedido que pintaras y esperaras la entrega de los muebles. Yo no lo hubiera hecho. —Me ofrecí, —le recordó, moviéndose hacia delante cuando extendió el café.


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