Mi santa favorita

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medalla de plata por su gran indulgencia como mérito suyo. Llegó a compararse con un sólido trozo de hierro fundido por su gran

fortaleza,

no

era

una

Santa

cualquiera

como

muchos

suponen, era una Santa que estaba en el círculo íntimo del Alto Jerarca y presumía de ser la primera entre todas las puras sagradas. Divinidades había que encabezaban la lista y la Santa iniciaba con lustre galáctico muy lúcido y bello, y pirotecnias había

prendidas

a

pasto,

era

mágica

y

feérica

como

hada

madrina. Desglosando su recta que era íntegra y fina como rayo de Véspero,

mi

Santa

nació

en

un

filo

de

bien,

probidad

y

equilibrio, horizontalidad y entereza, y sin muchos rodeos, más rollo que el cero y como dijo el Jurado del alto certamen: entera y poliédrica. Sólo dos del Edén habían obtenido ese prístino rango, ella era una y aventajaba en lo suyo. El quien vive se daba con las demás del etéreo de los cinco estamentos

del

inmenso

edificio

del

cielo

magnánimo

que

la

alojaban como ser de prodigio dejando atrás a la virgen de Guadalupe en México, la de Lourdes en Francia y la de Akita en Japón, sobre las que fulguraba con luces y soles y vistosa presencia que enaltecía y preciaba. Cuando cayó el universo en mis huesos delebles –un ejemploconstelaciones

y

astros,

meteoritos

18

y

estrellas

e

inmensas


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