Diario Cambio

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Política

· Jueves 30 de M ayo de 2013 · Puebla, Puebla

Pulso Político Gabriel Sánchez Andraca gsandraca@depuebla.com

La guerra ya está ¿cuál será el saldo?

Y

a no cabe la menor duda. Ante la poca penetración que han tenido las campañas políticas de los candidatos a la presidencia municipal de Puebla, éstos han roto las hostilidades y ya están enfrascados en una guerra de declaraciones, con la esperanza de que eso contribuya a levantar el entusiasmo del electorado. El problema está en que el electorado poblano sufre una depresión política, derivada del comportamiento de los partidos, de los políticos y de los problemas que la ciudadanía confronta, y sobre los que los aspirantes a gobernar el municipio más importantes del estado, apenas están abordando. El ex presidente Felipe Calderón dejó establecido un incremento mensual en el precio de la gasolina, que ahora los senadores panistas ya están pidiendo que se pare; dejó una guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, que no ha parado y que sigue cobrando decenas de vidas diariamente; dejó también, como consecuencia de todo lo anterior, una creciente inflación que está contribuyendo al aumento de la pobreza, pues mucha gente de clase media está cayendo en ella; somos el país, lo acaba de decir la OCDE, con cero de calificación en seguridad, es decir, el país más golpeado por la delincuencia; somos el más explotado, ya que empleados y trabajadores con todo y ser los que más horas laboran al día, de los 36 países que conforman la OCDE, son los que menos ganan. En fin, estamos entre los países con menos crecimiento económico de América Latina. Todo eso y las promesas incumplidas de muchos de nuestros políticos, han pulverizado el espíritu cívico de los ciudadanos, que

parecen ya no creer en nada ni en nadie. Además de la guerra verbal entre los candidatos, hay intenciones de iniciar enfrentamientos físicos, que por fortuna han tenido resultados negativos. O de qué otro modo debe interpretarse la presencia de 300 o 400 porros del Instituto Politécnico Nacional, según dicen, que fueron traídos el martes a bordo de autobuses de lujo de la línea Estrella Roja, desde la ciudad de México, y que hicieron alboroto en el zócalo como queriendo pelear. Por fortuna nadie les hizo caso y se fueron al poco tiempo de haber llegado. Los grupos de los dos principales candidatos a la presidencia municipal de Puebla, se echan la culpa de eso. La verdad es que quien ideó esa provocación, no conoce a los poblanos. Ojalá y que quienes organizan las campañas políticas de los aspirantes a gobernar Puebla capital, busquen otras formas para interesar a los ciudadanos en la contienda electoral. Se trata de un proceso serio, de un país, de un estado, que aspiran a ser democráticos. Y parece que lo que quieren hacer, es una campaña de adolescentes en busca de la presidencia de la sociedad de alumnos de la escuela secundaria a la que asisten. Si con ese criterio van a llevar a cabo el “debate”, más vale que se abstengan. Mejor impriman unos volantitos con insultos y acusaciones con fundamento o sin él, entre los aspirantes. Será más divertido. Lo que la gente quiere Ya lo dijimos ayer, lo que la gente espera de los candidatos, es que hablen de sus proyectos o planes para resolver problemas. Los ciudadanos están viviendo una rea-

lidad que los candidatos a alcaldes y a diputados, parecen desconocer. No se trata de andar haciendo ofrecimientos que en la mayoría de los casos, no van a poder cumplir. Se trata de hacer pactos con los ciudadanos en general, para afrontar el problema del desempleo, de la pobreza extrema, de la educación, de la salud. Los problemas que más laceran a la ciudadanía, de los que más preocupan, es el de la inseguridad. Nos informan de varias partes del estado que son numerosos los candidatos a presidentes municipales y a diputados que, como los de Puebla, no levantan, que la asistencia a los actos que organizan se debe porque mucha gente va para ver qué le dan. Ya no ha habido despensas, eso sí, muchos paraguas y bolsas para el mandado, algún refrigerio y botellitas de agua. Ya se están generalizando las lluvias y eso hará menor la asistencia a los actos de campaña en el último mes que los candidatos tienen para ello, pues los pocos campesinos que quedan, van a estar ocupados en sus tierras de labor. Las campañas en una época de crisis, como la que está pasando nuestro país, no pueden ser como antes. Los políticos deben ingeniárselas para captar el interés de los ciudadanos. Los pleitos entre los políticos, sus ofrecimientos de obras, no interesan, los ciudadanos de a pie están en otra realidad. Notas breves: Uno de los pocos candidatos a diputados del PRI-Verde, que sabe lo que quiere y lo que la ciudadanía espera de él, es Héctor Sulaimán Safi. Fue presidente de la Fundación Colosio en la entidad, tiene estudios sobre la problemática local, es decir, co-

noce y entiende lo que a la gente le preocupa en estos momentos. Hay otros candidatos que también están al tanto de lo que la gran mayoría de los ciudadanos poblanos esperan de sus autoridades y legisladores. También hay entre los candidatos a diputados de la coalición “Puebla Unida”, personas con conocimiento y con intensión de enfrentar la realidad. Ojalá y fueran más en los dos bandos principales, pero desgraciadamente son los menos… Jesús Zambrano, el dirigente nacional del PRD, presidió el primer acto que su partido, que forma parte de la alianza “Puebla Unida”, organizó en la población de Azumiatla, que es una de las juntas auxiliares más pobres del municipio de Puebla, en apoyo al candidato a la presidencia municipal, Antonio Gali. ¿Por qué el PRD hizo un acto precisamente en Azumiatla? Nadie lo sabe, pero al lado de Antonio Gali, sólo aparece en las fotos, el dirigente nacional perredista, pero del dirigente local, don Eric Cotoñeto, ni su luz. Es la primera vez que sabemos que el PRD tenía partidarios en la junta auxiliar mencionada que hace unos cuantos años, estaba incomunicada con la ciudad, pese a su cercanía y tenía un atraso verdaderamente lamentable… Ya inició su campaña Miguel Ángel Ceballos, el candidato a la presidencia municipal de Puebla, postulado por el Partido del Trabajo. Para no quedarse atrás, también dio a conocer su patrimonio, que es moderadamente millonario: una casa de poco más de 2 millones, un departamento de poco más de un millón, dos camionetas y un automóvil. Total, poco más de 3 millones. Se propone hacer una campaña intensa y ganar adeptos. Fue dirigente municipal del PRI, conoce bien el municipio y también es conocido por muchos priistas y un buen número, le han ofrecido su apoyo.

Indicador Político Carlos Ramírez carlosramirezh@hotmail.com

www.grupotransicion.com.mx

@carlosramirezh

+ Avilés: el gran solitario de palacio + Política y literatura, coctel explosivo

S

i en algún caso se puede llegar a posiciones extremas en la que la literatura irrumpe en la política, ahí está el escritor René Avilés Fabila, uno de los exponentes más preclaros de la literatura política como coctel explosivo. Colmado de homenajes por sus cincuenta años de escritor, a Avilés lo rebasa su propia obra: iconoclasta, divertido, irrespetuoso, siempre joven en estilo, provocador, podrían ser las características de su obra de ficción asentada en la realidad política. Comunista con sentido del humor --un contrasentido que recuerda al Milán Kundera de La broma-- hasta que lo echaron del partido… por irreverente, Avilés ha acumulado suficientes méritos no sólo para revalidar el reconocimiento a su obra sino para obligar al Estado a tomarlo en consideración para los próximos Premios Nacionales de Ciencias y Artes. Además de una obra que ha acumulado toda clase de premios --hasta el de la Casa de las Américas, de Cuba--, Avilés tiene una línea de literatura que borda la política coyuntural. Por ejemplo, su primera novela Los juegos (1967) ofrece un retrato paródico del ambiente intelectual de los años sesenta con Carlos Fuentes como el eje protagonista de la obra; Avilés ha contado cómo Joaquín Díez Canedo le pidió quemar esas páginas porque peligraba su vida. El autor no sólo la terminó sino que la publicó con el entonces incipiente sistema de venta de ejemplares por adelantado, aún antes de la impresión, para financiar la publicación. Y en el caso de esa obra,

Avilés se aventó la puntada de venderle varios ejemplares al entonces director de El Día, Enrique Ramírez y Ramírez, sin avisarle que estaba incluido también paródicamente en la obra por su papel, el del editor, en la izquierda ortodoxa del Partido Comunista en el que militaba también el autor. Con trazos precisos, irónicos, demoledores, Avilés abrió fuego contra el ambiente intelectual de los sesenta conocido como el de La Mafia, luego recogido en estilos por los grupos intelectuales de La cultura en México, nexos y Vuelta. Asimismo, en la mezcla explosiva de literatura y política, Avilés publicó en 1971 la novela El gran solitario de Palacio con la que abrió la etapa moderna de la novela de dictadores que luego continuaron Augusto Roa Bastos, Alejo Carpentier y hasta Gabriel García Márquez. El sólo título de la novela de Avilés podría leerse como un cuento corto y es muy utilizado para referirse a la soledad de los gobernantes. Su novela fue una parodia referida al movimiento estudiantil del 68. Militante comunista heterodoxo, incómodo para sus camaradas por su festivo sentido del humor y expulsado cuando menos dos veces del PCM, Avilés publicó en 1991 su ajuste de cuentas con su participación en una célula de intelectuales --un contrasentido trotskista--: Memorias de un comunista. Manuscrito encontrado en un basurero de Perisur en cuyas páginas se revela, descarnada, la historia interna de la izquierda partidista en México y de cuya lectura saldrían algunas lecciones para tratar de entender --aunque difícil

de creerlo-- hoy la descomposición de la izquierda mexicana. Si bien aparece como una de sus tantas autobiografías, las Memorias se leen un poco como la Autobiografía de Federico Sánchez de Jorge Semprún y sus conflictos con el Partido Comunista de España a mediados de los sesenta: personajes que cobran vida, estilos literarios que superan a rato las estructuras narrativas tradicionales, escenas que pudieran parecer increíbles sobre la vida interna real de los comunistas mexicanos. Ahora que la izquierda que salió del PCM anda en busca de su identidad socialista perdida y como neopriístas, la relectura de Avilés satisface las curiosidades para entender qué ocurrió con el paraíso prometido. Por cierto, Avilés retoma las lecciones de José Revueltas, el escritor comunista también expulsado del PCM y obligado por el partido a retirar de circulación su novela Los días terrenales porque presentaba personajes comunistas deprimidos, existencialistas, pesimistas, cuando el ideal estaliniano era el del hombre nuevo guevarista. Avilés, junto con el escritor José Agustín, fueron de los jóvenes más cercanos a Revueltas. La política de la izquierda también pasa por la literatura. Y ahí aparece, como pocos, Avilés con su prosa ardiente, inquietante, sin concesiones. Y a veces hasta ha abusado de la ingenuidad de la izquierda: en la revista El Machete, en la época dirigida por Roger Bartra, Avilés publicó un cuento titulado “Borges el comunista”, en la que narra una supuesta declaración del argentino anunciando

su adhesión militante al partido Comunista de su país. Cuando se publicó, la izquierda latinoamericana entró en colapso por la nota porque todos tenían a Borges como el Leviatán de la ultraderecha. La izquierda tardó mucho en tiempo en entender que se trataba de una broma literaria de Avilés. Avilés formó parte, por amistad, de un grupo formado por José Agustín y Gerardo de la Torre, el primero como el gran destructor de la idealización de la clase media juvenil y renovador del lenguaje con el caló caótico de los jóvenes rupturistas previos al 68 y el segundo un mal valorado autor del ambiente de la clase obrera mexicana. Los tres, cada uno por su cuenta, refrescaron no sólo el lenguaje sino las estructuras de la narrativa posterior al mito de Carlos Fuentes. La calidad de la obra de Avilés quedó atrapada en las políticas culturales de capillas y mafias, pero queda como testimonio de la observación política y social de un profesor de ciencias políticas que escribe literatura. Asentado en la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco como profesor investigador distinguido, Avilés ha acumulado premios y reconocimientos a su obra que no se detiene y que lo tiene escribiendo a todo vapor a los setenta años, con el mismo ánimo juvenil de siempre. La obra y gracia de Avilés lo están perfilando hacia el Premio Nacional de Ciencias y Artes que otorga el Estado y que va siendo hora que también esos premios oficiales se salgan de la guerra cultural de capillas y reconozcan a los autores por sus obras y no por sus complicidades y amistades.


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