Cuentos para el andén Nº61

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entrecocheyandén

Un rayo truena Iago París Alumno del taller de escritura de la biblioteca pública municipal Mario Vargas Llosa de Madrid.

DENTRO de escasos minutos ocupará con elegancia su lugar ante el piano. Va a recibir con una inclinación casi imperceptible el ruidoso homenaje del público. Y resurgirá más fuerte cuando sus pies se adelanten en el escenario y les regale su mirada. Entre tanto, experimentemos el poder de la música. Algunos hablarán de arpeggios, motivos, tropos y estrofas. Otros lo harán de sentimientos: elevación, tristeza, tensión... Todos ellos no son capaces de sentir el poder evocador de la música. La música. Es mucho más. Tocarán sus manos el teclado y sonará la noche, una noche cálida y pesada en la que cruje la madera. Alguien intenta derribar una puerta. Sus gritos roncos golpean como puños la madera. Alguien más, desvalido, se oculta en la esquina, en el interior. Tiembla y se abraza con fuerza a la sábana que ha arrancado de la cama. Los golpes irrumpen en la escena. La casa, creída maldita, rodeada de árboles y no de gente, no recibirá esa noche más visitas. La puerta es tumbada. Una figura entra al pasillo y grita un nombre. Más adentro, suenan cristales rotos. El intruso se apresura, aparta de su camino muebles y sillas, encuentra en la ventana la escena de una huida. Desde el bosque, la niña se gira, puede ver la silueta tras el marco y corre, comienza una débil llovizna. Los árboles se concretan y fluyen contra ella. Sus ropas mojadas arrastran hojas, la retrasan. Se detiene. Un precipicio. Con la espalda hacia el vacío, ve el oscuro bulto que se define entre los árboles. Un rayo truena. Unas llamas incendian un árbol lejano. Ella se tira al suelo y reza, grita, implora. Las raíces son traicioneras y se enredan en sus pies, el hombre se cierne, tropieza contra el

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