Revista Cromos 4783

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YELLOW, es el nombre de esta pieza que se exhibe en Agora Gallery, en Chelsea, Nueva York.

En su inventario tiene más de 1,5 millones de bloques, que consigue gracias a un descuento al por mayor en las oficinas de Lego. NathaN asegura que utiliza sus propias experiencias como inspiración.

Nada mal si se tiene en cuenta que a pesar de su talento para armar figuras a escala, había escogido las leyes como profesión. Tras estudiar Derecho en la Universidad de Nueva York, fue contratado como abogado administrativo en la firma Winston & Strawn. Aunque fue una oportunidad importante para su carrera, el niño que lleva dentro hizo de las suyas y lo convenció de participar en el Lego Master Model Builder en 2004, una competencia que buscaba al mejor diseñador de Lego de Estados Unidos. Unas pocas horas de práctica en la casa fueron suficientes para ganar y, de paso, para abandonar las leyes a cambio de trabajar en Legoland con un sueldo de 30.000 dólares al año. Nathan entendió, por fin, que era posible hacer lo que más le gustaba, y además que le pagaran por eso. Entusiasmado, abrió su propio estudio en la ciudad de Nueva York y... se puso a jugar. Una réplica del puente de Brooklyn de dos metros de altura, un retrato de Alfred Hitchcock y un tiranosaurio de 1,80 metros son sólo algunos de los modelos que se 44 • Cromos

pueden apreciar en la entrada. Fotografías de estas piezas en su página de internet ayudaron a que su nombre se hiciera público en la escena artística de Manhattan. Lo que más causa admiración de su obra es la complejidad que se esconde detrás de cada escultura. “Todo en la vida es cuestión de perspectiva: de cerca, la forma de los bloques se distingue, pero de lejos las líneas y los ángulos rectos se vuelven curvas”. Tal como sucede con las fotografías digitales, que de cerca dejan asomar los pixeles, se ven los ladrillos de los que está hecha la imagen. Sólo que Nathan lo hace en tres dimensiones, y de manera muy real. Tanto que sus piezas han aparecido en los shows del mago David Copperfield y hasta adornando el lobby de un hotel en Dubái, que le pagó 100.000 dólares por una escultura. Aunque parezca una afición pasada de moda, el Lego sigue siendo un exitoso entretenimiento entre las nuevas generaciones, así que no está de más decir que Natahn tendrá trabajo para rato. Por eso en su estudio tiene más de un millón y medio de bloquecitos, organizados perfectamente por color y por tamaño. Como los encargos superan los 20 por mes, tiene que llamar semanalmente a la empresa de Lego, donde ya ha merecido un descuento de venta al por mayor. Así se asegura de tener material para complacer a sus clientes y para sorprender a los seguidores que desde el pasado mes de abril pueden ver sus obras en la exposición "Brick by Brick", la única en el mundo que hace ver a Lego como una forma de arte, y que se presenta en la galería Agora, en Nueva York. Basta ver su trabajo para constatar que, de verdad, la imaginación no tiene límites. Tampoco las perspectivas laborales, porque no cabe duda de que Nathan Sawaya ha encontrado la manera más divertida de ganarse la vida.


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