XXII Exaltación a María Santísima de la Candelaria

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Y sonando ya las últimas marchas, Cuando a este templo regresen tus andas, Que se eche a la calle todo tu barrio, Que se quede pequeña la Cruz del Rastro, Para verte pasar, Y abrazar entre los varales de tu palio, A la Madre sin cuya presencia crece el letargo. Aquél del que sólo se sale cuando, Gastados ya los cirios, Impróvidos del incienso atrás evaporado, Concluyas tu itinerario, Regresando de nuevo a tu franciscano palacio. Cuando ya no nos quede aire en los suspiros, Derramados sobre los candeleros nuestros quejidos, Nos encontraremos de nuevo contigo, Cuando regreses a cruzarte por el Portillo. Cuando volvamos a verte radiante, Portando orgullosa tu corazón atravesado, de amor sangrante, Que nos protege y nos da la vida, Aquélla que se te arrebató aquel día, En que asumiste ser Madre y ser Hija. Única Luz que deslumbra en la Candelería de nuestra fe, Credo y Cuerpo de nuestras vidas. Será entonces cuando broten de nuevo las lágrimas, Queriendo contener la imagen tantas veces recordada, De tu palio, rojo fuego, que llena de Dolor y Esperanza, Calles y plazas, balcones y ventanas, corazones y almas, Por ver otra vez a la Madre de Dios, Que en Córdoba, hermanos, se llama ¡Candelaria!

Muchas gracias

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