Contratiempo 10 • Febrero 2004

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Reprimenda publicitaria en el Super Bowl Tracy Kurowski El filósofo italiano Antonio Gramsci escribió hace más de setenta y cinco años, en la línea del concepto marxista de que la realidad material moldea nuestras vidas, que debemos examinar también las ideologías que afectan los juicios y las acciones. Sus escritos fueron considerados tal amenaza para los fascistas de Mussolini que en 1926 lo arrestaron y lo condenaron a diez años de prisión, donde finalmente murió. La razón de tan dura condena que alegó el juez encargado del juicio fue que tenían que evitar que su mente siguiera pensando. Sin embargo, la manipulación de las creencias de la gente para influir en la política sobrevivió y prosperó, irónicamente, en las tácticas utilizadas por la derecha gracias a la Fundación Heritage y el Instituto CATO, entre otras. Invirtieron millones de dólares anualmente para publicar libros, informes de comisiones y contratar a académicos para diseminar una agenda conservadora que promoviera la privatización, la fusión de medios de comunicación y la economía neoliberal. Una de las publicaciones más famosas de este movimiento fue un libro de 1994 titulado The Bell Curve, escrito por dos individuos de la Fundación Heritage. Es una oda al racismo que concluye que la inteligencia es un rasgo hereditario vinculado a la raza. Rechazado por la mayoría, su publicación marcó el principio del fin de las políticas de acción afirmativa de todo el país. Aunque en desventaja por falta de fondos, la izquierda logró la difusión de ideas al estilo de los think thank a través de la llegada y el uso muy extendido de la Internet. Organizaciones como Truth Out, Alternet, NARAL, ACLU y muchas otras, ahora hacen campaña en la Red y son capaces, con un costo mínimo, de ponerse en contacto con millones de personas y cabildear con los políticos con presupuestos bajos. Después de todo, fue el uso de la Internet lo que en 1999 llevó a cientos de miles de personas a Seattle a encender la chispa del movimiento antiglobalización en los Estados Unidos. Masiva por diseño, la promoción por Internet ha probado ser una fuerza extremamente eficiente para realzar un movimiento de masas en los Estados Unidos. En diciembre de 2003, nueve meses después de que Bush y compañía comenzaran su guerra y ocupación de Iraq y al cabo de tres años de la administración más desafortunada e ilegítima de la historia de los Estados Unidos, el grupo de apoyo sustentado por Internet, MoveOn.org, según la vieja costumbre estadounidense organizó un concurso para producir el mejor comercial anti Bush. La idea de Bush en 30 segundos fue enorme. Más de 1,500 personas y grupos presentaron anuncios que fueron incluidos en la página web de MoveOn, en la que el público se podía registrar y participar en la votación. Se utilizaron logaritmos para seleccionar aleatoriamente los comerciales que los espectadores después calificaban en una escala del uno al diez (un sistema de votación, uno no puede pasar por alto, más justo y representativo que el que usan los estadounidenses para elegir a su presidente y a la mayoría de sus funcionarios). Los comerciales eran tan diversos como las personas que los presentaron. Algunas películas profesionales cuya producción costó miles de dólares estaban en marcado contraste con los avisos hechos en casa con una computadora y una cámara de video baratas. Videos musicales de hip hop

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cuestionaban la guerra y el déficit de trillones de dólares. Dibujos animados y caricaturas jocosas se reían y caricaturizaban al presidente. Comerciales burlescos hechos exclusivamente para televisión nos pedían que compráramos una administración que realmente no necesitamos. Divertidos, serios, emotivos, alarmistas o ridículos, los comerciales de Bush en 30 segundos reflejaron las numerosas y variadas quejas contra la administración a la que Michael Moore le gusta referirse como “los ocupantes de la Casa Blanca”. El concurso de MoveOn generó casi 3 millones de votos. Los 15 finalistas fueron mostrados en un acontecimiento que tuvo lugar el 12 de enero de 2004 en la ciudad de Nueva Cork. Invitados famosos contra la guerra como Martin Sheen, Moby, John Sayles, Jack Black, Janeane Garafalo y Michael Stipe eligieron el anuncio ganador, Juego de niños, producido por Charlie Fisher, el hijo republicano de un republicano hasta que Bush subió al poder. El comercial muestra a niños pequeños haciendo trabajos duros o terriblemente pesados. Al final aparece un texto que nos pregunta: “¿A que no sabes quién va a pagar el déficit de 1 trillón de dólares de Bush?” Esta opinión, sin embargo, no podía cobrar impulso durante mucho tiempo sin que pusiera en alerta el radar de la extrema derecha y sus operarios. El Secretario General del partido Republicano Nacional, Ed Gillespie, acusó a MoveOn de “patrocinar” comerciales que comparaban a G. W. Bush con Adolfo Hitler. Además afirmó falsamente que MoveOn se estaba gastando 7 millones de dólares para mostrar los avisos de Bush como Hitler en la televisión. Es verdad que dos avisos comparaban a los epónimos líderes, pero no fue MoveOn quien los patrocinó sino que fueron miembros del público general quienes hicieron la comparación. También fue el público general el que los descalificó con su votación. Gillespie hizo su acusación en Fox News Sunday y mandó comunicados de prensa y llamó a periodistas de todo el país. A pesar de que MoveOn se disculpó por el malentendido y empleó mucho tiempo valioso en dar explicaciones, el Secretario General del Partido Republicano Nacional no se ha retractado de sus declaraciones engañosas. Más aún, todavía están sacando provecho del incidente al poner los avisos en su página web cuando la propia MoveOn hace tiempo que los ha quitado (aunque los primeros 250 avisos se pueden seguir viendo en http://www.bushin30seconds.org). MoveOn tenía previsto mostrar el comercial ganador durante el pasatiempo número uno de los Estados Unidos y donde se sienta precedente en el ámbito publicitario: el Super Bowl. Los comerciales actualmente famosos se muestran por primera vez en estos codiciados descansos y son vistos por más de 100 millones de telespectadores. El año pasado el Super Bowl incluso mostró un comercial patrocinado por la Casa Blanca que vinculaba a los drogadictos con los partidarios del terrorismo. Sin embargo, la CBS en manos de Viacom se negó a poner el aviso de MoveOn alegando que no querían mostrar anuncios controversiales. La vocera de CBS Dana, McClintock, declaró: “Nuestra política está en contra de aceptar la promoción publicitaria”, aunque nadie ha podido diferenciar todavía la promoción de la publicidad. MoveOn planea circunvalar el apagón de Viacom vendiendo el aviso a afiliadas locales y ya han empezado una campaña de escritura de cartas para intentar influir en los dirigentes de Viacom. Pero lo más probable es que durante el Super Bowl no veamos nada parecido a una opinión pública, excepto el habitual ra-ra. Y mientras las ondas de difusión pública estén controladas por medios de comunicación privados monopólicos, el público permanecerá en el universo digital de la Internet. Así será hasta que la Internet también caiga en manos de los gigantes mediáticos.

_______________________________________________ Tracy Kurowski es editora de la revista ¿Hasta Cuándo? Traducción: Verónica Esteban


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