Tom Sawyer Detective
Bueno, yo tenía más juicio que todo eso. Tenía la esperanza de que el barco atracara en algún lugar, para saltar a tierra y no tener que enfrentar el riesgo de una trifulca. ¡Tenía tanto miedo de Bud Dixon! Desgraciadamente, el bote iba contra corriente y no existía la posibilidad de que ocurriera. Bueno, el tiempo se prolongaba más y más y el fulano no llegaba. Finalmente, el alba empezó a despuntar, y él no apareció. –¡Rayos y truenos! –dije yo–. ¿Qué deduces tú de esto? ¿No es sospechoso? –¡Demonios! –dijo Hal–. ¿Crees que está jugando con nosotros? ¡Abre el papel! Lo hice, ¡y no hallamos nada más que un par de pedacitos de azúcar! ¡Por eso podía estarse toda la noche ahí sentado y roncando tan cómodamente! ¿Inteligente? ¡Ya me lo imaginaba! Había tenido a mano los dos papeles listos, y los había reemplazado en nuestras propias narices. Nos sentimos embaucados. Pero no había tiempo para lamentaciones y lo que debíamos hacer era trazarnos un plan, y lo 45