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4. Pérdida del hábitat. Anteriormente hemos visto las características que reúnen los cursos de agua preferidos por los manatíes en la zona: abundancia de alimento en forma de vegetación acuática, elevada cobertura boscosa, aguas cálidas, profundas, de poca corriente, y con buena anchura. De aquí se deducen los procesos que pueden perjudicar o destruir el hábitat requerido por la especie: deforestación, erosión, sedimentación y alteración de cuencas y cauces para aumentar la velocidad de desagüe. Estas actividades están ocurriendo en el área de estudio y en las cuencas que vierten a ella. Ya vimos como entre el siglo pasado y el presente los manatíes dejaron de utilizar los ríos San Carlos y Sarapiquí, en Costa Rica. La historia de estos ríos ejemplifica el proceso que transforma a un río de un lugar apto para los manatíes a un hábitat inservible. El proceso comienza habitualmente con la deforestación. Ésta favorece la erosión de las orillas y los terrenos cercanos a estos ríos. Posteriormente las tierras erosionadas son transportadas a los cursos de agua provocando su sedimentación y pérdida de profundidad. Además de esto, la tala completa de los árboles en las orillas de los ríos con fuertes corrientes favorece el desmoronamiento de éstas y la creación de altos paredones carentes de vegetación de la que puedan alimentarse los manatíes. Finalmente, las aguas de los ríos contienen abundantes contaminantes urbanos y agrícolas en sus aguas. Antes de que comenzara este proceso de destrucción, los ríos Sarapiquí y San Carlos debieron tener abundante vegetación que frenaba la corriente, servía de alimento a los manatíes y protegía las orillas de la erosión. Seguramente estos ríos eran más profundos, de corriente más regular, y debieron experimentar subidas y bajadas de nivel del agua graduales. Después de su alteración, los ríos Sarapiquí y San Carlos se han convertido en grandes “canales de desagüe”. En estos ríos el agua circula a gran velocidad, desmoronando las paredes, experimentando súbitas y bajadas de nivel bruscas, perdiendo profundidad cada año y trayendo además una buena cantidad de contaminantes. Los manatíes se encuentran ahora con que tienen que luchar con fuertes corrientes, que las orillas prácticamente carecen de comida y que hay playones donde pueden quedar peligrosamente varados. Como resultado de esto, la especie desaparece de estos ríos. Este proceso de alteración del hábitat se ha dado en otros ríos costarricenses como el Reventazón-Parismina, el Pacuare y el Matina. Aunque no he encontrado informes sobre la presencia de manatíes en tiempos históricos en esos ríos, seguramente formaban parte de la distribución de especie antes de ser deforestados. En la actualidad estos ríos carecen de manatíes a pesar de que estos animales frecuentan las lagunas situadas aguas abajo de las mismas. La orilla costarricense del río San Juan está igualmente deforestada en su mayor parte, a pesar de pertenecer a un Refugio de Vida Silvestre Fronterizo. Afortunadamente, la orilla nicaragüense conserva su vegetación natural.

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